El desgarrador y necesario relato de dos infancias robadas
“Era una de las personas más atentas, amables, cariñosas y afectuosas que conocía. Me ayudo muchísimo con mi carrera, con mi creatividad. Y también abusó sexualmente de mí. Durante siete años”. Con esta frase da comienzo uno de los documentales más crudos y urgentes sobre abuso sexual de los que se ha tenido memoria en los últimos años. Aquellas palabras representan la marca latente y perpetua que el inconmensurable artista pop dejó en la vida de uno de los protagonistas de esta historia, de SU historia. Pero también, ponen de manifiesto aquel enfrentamiento entre el legado cultural del ídolo y su comportamiento dentro de su “vida privada”, un dilema que los fanáticos intentan sellar de alguna manera bajo el postulado de “separar el arte del artista”. ¿Es esto posible?
Admirado por millones de personas en todo el mundo, la figura de Michael Jackson sigue siendo un icono no solo por su notable talento musical y su influencia en todas las ramas de la cultura pop, sino por haber roto con las barreras raciales que imponía la industria del espectáculo sobre la comunidad negra. Supo ser abanderado de decenas de causas humanitarias y su relación afectuosa con el público llevó a que muchos fanáticos lo sintieran como parte de su familia. Sin embargo, aquella ilusoria cercanía hoy vuelve a desquebrajarse a partir de un documento único que deja en claro como la idealización puede también ser un vehículo para que los crímenes más aberrantes aún continúen impunes.
Dividido en dos episodios de dos horas cada uno, este documental cuenta en primera persona la dolorosa historia de Wade Robson y James Safechuck, dos hombres que a muy temprana edad vieron abrirse las puertas del espectáculo de la mano de Michael Jackson, quien en aquel momento se encontraba en el apogeo de su carrera tras el descomunal éxito de su álbum Bad (1987). El primero de ellos conoció a la estrella a los 7 años y en medio de una gira en en su país natal, Australia, donde el pequeño Wade ya emocionaba a la audiencia televisiva imitando los movimientos del Rey del Pop. En el caso de James, éste no era un fanático de Jackson, y su amistad con el ídolo comenzó casi de manera casual, cuando a los 10 años fue contratado para protagonizar un comercial de Pepsi junto a Michael en California. Las madres de ambos niños eran las encargadas de conducir las prometedoras carreras de sus hijos y, por supuesto, Michael Jackson representaba el padrinazgo que cualquier aspirante a artista soñaba con tener.
A través de un formidable material de archivo, fotografías caseras inéditas, grabaciones y el testimonio de sus protagonistas y sus familias, el documental dirigido por Dan Reed (Three Days of Terror: The Charlie Hebdo Attacks), reconstruye la dilatada relación abusiva entre estos niños y Michael que continuó hasta su periodo adolescente. Aunque la cinta se rehúsa firmemente a mostrar golpes bajos, las declaraciones de Wade y James sobre la forma en que el cantante perpetuaba los abusos físicos y psicológicos en su rancho de Neverland, son de naturaleza explícita e impactante.
Las historias de estos dos protagonistas, que jamás se cruzan en cámara, sorprenden dado sus tantos paralelismos. Ambos fueron seducidos desde su inocencia, “comprados” con costosos regalos, mensajes y llamados constantes que ratificaban que ellos habían sido los “elegidos” de una celebridad de tamaña magnitud que podría estar con quien quisiera. También ambos terminaron sintiéndose desplazados cuando otros niños, como el actor Macaulay Culkin , comenzaron a ocupar su lugar al lado de Michael. El documental deja en evidencia que Wade y James no fueron las únicas víctimas de abuso sexual infantil.
Leaving Neverland no es un documental que intente demostrar con pruebas irrefutables que Jackson era un pedófilo serial, algo que se da por sentado desde un comienzo. No trata en absoluto de buscar el convencimiento del espectador, sino, más bien, otorgar un espacio de expresión, de cicatrización, a estas dos víctimas que vieron corrompida su inocencia y que pudieron renacer de las cenizas para hoy poder contar su verdad. Pero también, y he aquí su mayor logro, Leaving Neverland profundiza sobre los métodos de manipulación psicológica que los abusadores ejercen tanto en los niños como en los adultos responsables de su cuidado. En este sentido, el documental trasciende los casos de Michael Jackson y alerta sobre una realidad que lamentablemente no deja de crecer.
Tanto Robson como Safechuck pudieron reconocer el abuso sexual de mayores, luego de haberles negado a sus madres, sus esposas y hasta al Tribunal de Justicia, haber sido víctimas. La llegada al mundo de sus propios hijos fue determinante para que estos hombres finalmente iniciaran un camino de sanación y transformación tras años de vergüenza, culpa y miedo, todos sentimientos característicos del trauma infantil. Ahora, el círculo se cierra nuevamente frente a la luz de las cámaras, aquellas que fueron testigos de sus primeros pasos en el mundo del arte y que hoy ven a estos niños en el cuerpo de adultos diciendo adiós a Neverland para siempre.
Leaving Neverland es un documento imprescindible para estos tiempos, que nos posiciona ante un debate mucho más grande acerca del poder de manipulación de los ídolos, el eterno descreimiento hacia la víctima, las fallas de una justicia patriarcal que ampara a los depredadores sexuales y la cultura de la violación que naturaliza y propicia sus crímenes.
Ah, y te anticipamos: en nuestro próximo Spoiler Night Show del martes 19 de Marzo estaremos hablando de esta producción. Te invitamos a verla, a comentarla y a debatirla con nosotros.