Uno de los más grandes anhelos de las personas en este mundo sin duda alguna es la de ser su propio jefe, emprender en solitario o con amigos y construir un imperio de lo que más desean y les apasiona. Nada fácil si lo contemplamos y analizamos con las estadísticas de éxito, pues se necesita comunicación, paciencia, inteligencia, solvencia y una gran visión, la justa para sortear las dificultades de los primeros años y consolidar el modelo que han decidido crear. Este modelo e intención son perfectamente bien trasladados a la historia creada por Adam Cole-Kelly y Sam Pitman, en la que un par de amigas de toda la vida deciden crear el negocio de sus sueños, consagrándose y a su paso madurando y aprendiendo de vida. Esta es una comedia dirigida por Miguel Arteta que encuentra una base ideal en sus protagonistas, quienes dan el cariño y soporte que esta industria llamada Like a Boss (Socias en guerra) necesita para mantenerse a flote.
Mia y Mel, son dos amigas que fundan una empresa de cosméticos independiente. Con el paso del tiempo, ambas descubren que tienen pretensiones bastante distintas, una busca tener una vida practica, mientras que la otra busca la fortuna a costa de todo, pero las cosas cambiarán para ambas cuando una tercera en discordia llegue para fracturar su relación. Tiffany Haddish, Rose Byrne, Salma Hayek, Ari Graynor y Billy Porter, protagonizan esta comedia ligera.
Tal vez uno de los únicos aciertos que podamos detectar dentro de Like a Boss sea el que sus interpretes Rose Byrne y Tiffany Haddish han entendido a cabalidad su relación y amistad, brindando honestidad y alegría pura, lo cual es gratificante porque se muestra una relación natural y comprometida con la ficción, lo que le da su tono de carisma; único y especial, con diálogos brillantes, cómicos y situaciones muy de manual. Además, está bien manejado el hecho del objeto central, mostrar el mensaje del buen emprendimiento, de la amistad, la convicción y la nobleza, algo que le permite a las nuevas generaciones tener en primera mano un ejemplo de éxito y sinceridad.
Pero...
Empezamos con el hecho que tenemos a una sumamente mal aprovechada y por momentos hartarte Salma Hayek, quien realiza a un personaje (Clara Luna) exagerado, desesperante y sin brillante construcción; una exacerbación de la cultura latina que incluso llega a pecar de racista. La química nula entre el resto del elenco y la acelerada ejecución de los actos no permiten contemplar y disfrutar de la manera debida. Arteta no hace una reflexión a profundidad sobre lo que representa este tipo de instrumentos para el empoderamiento de la mujer, para la fortaleza y su representación. Un desatino que el paupérrimo desarrollo del guión no deje brillar como deberían a estas elocuentes mujeres, con un ritmo demasiado acelerado, con mala edición y poca importancia para lo que se plantea en pantalla. Nunca encuentra su rumbo y se desinfla totalmente hacia su acto final.
El pobre ejercicio en general hace que el ritmo de la historia no interese al espectador: en realidad nunca se logra enamorar por los sucesos que viven las 3 actrices principales ni por las posibles repercusiones de sus actos. Este es un estandarte que cae bajo pues no aprovecha la oportunidad de mostrar, a través de su trama, la relevancia de la competencia desleal y monopólica en el mercado empresarial, de la virtud que se requiere para corromper a un tradicional sistema opresor que no permite la exposición laboral de la mujer, de su reconocimiento y de su trabajo.
Un infortunio y un descontento que este tipo de producciones dejen un sabor agridulce en el espectador. Tal vez su simpleza ayude a un mejor entendimiento, aunque su nula complejidad la vuelve una más del montón.
En resumen
El desangelado ritmo y la mal lograda ejecución de su historia hacen que desafortunadamente Like a Boss pase sin pena ni gloria por la cartelera. En esta ocasión, la quiebra parece la opción más viable para su triste emprendimiento.