La serie que demuestra que la sociedad está llena de perdedores, y que eso no está mal

Aliy Zirkle, año a año, es batida en una famosa competencia de trineos tirados con perros en Alaska; Mauro Prosperi, eximio atletista, se extravió en medio del desierto por 4 días en medio de una carrera infernal; Jean van de Velde estaba a punto de ganar el abierto de golf más importante del mundo y perdió por ser una persona normal. ¿Acaso estos 3 casos representan a fracasados? No: ellos son Losers.

La nueva docu-serie de Netflix, estrenada hace algo más de una semana en Latinoamérica, recabe en 8 historias que de tan coloridas se vuelven amables al 100%. Cada una de ellas hace foco en un deportista (o equipo en el caso del club de fútbol inglés Torquay United) que a los ojos de la vida actual (veloz y exigente) podría verse como un perdedor, un verdadero fracasado de cabo a rabo, pero que por las vueltas del destino y del día a día, termina siendo un ejemplo a seguir en su disciplina y fuera de ella por su tesón, su corazón y su determinación consigo mismo.

¿Qué fue Michael Bentt, en su momento campeón de los pesos pesados de la OMB, sino un miedoso cuando cuenta que su mejor momento fue haber perdido el cinturón? No lo fue: era un campeón infeliz, psicológicamente quebrado, espiritualmente rico. ¿Acaso no deberíamos decirle fracasada a Surya Bonay ya que nunca ganó el oro en una competición olímpica de adultos en su disciplina, el patinaje sobre hielo? Para nada: su intención de llevar su diferencia física (es una chica morena en un deporte de blancos) con altura lo expandió en su rutina, revolucionando algunos saltos a la par que rompía prejuicios. ¿No fue un perdedor Jack Ryan, el basquetbolista blanco con mayor futuro para la NBA, al no llegar a grandes equipos? Tampoco: se enfocó en su felicidad y en la de los que lo rodeaban, y volvió a amar al deporte.

Una y cada una de las historias plasmadas en Losers deja eso, un ying yang de causa – consecuencia que resuelve el enigma de lo que significa realmente el concepto antiguo del poeta romano Juvenal que reza mens sāna in corpore sānō, o sea, mente sana en un cuerpo sano: lo que domina es lo que se siente y no lo que se juega.

Hay dos casos más a los citados más arriba: por un lado, la del ya mencionado equipo Torquay United; por otro lado, la de Pat Ryan y su destreza en el curling. A estos dos episodios los dejamos separados del resto porque demuestran otras cosas. Ya desde el vamos, sus historias son de triunfadores: el Torquay United defendió su categoría en el fútbol inglés y Pat Ryan fue campeón canadiense de curling. Lo destacable de estos dos episodios es demostrar, por un lado, que la posible caída puede ser cómica y socialmente interesante, como en el caso del equipo de fútbol inglés ya que toda una ciudad estaba pendiente de sus resultados, y por otro lado, que del error se aprende, que la victoria deportiva tiene que ver con la victoria personal de superarse hasta los límites, lo vemos en Pat Ryan, quien al comienzo llevó al punto máximo una disciplina, luego le cambiaron las coordenadas por su propio estilo, se adaptó y volvió a dominar.

Sí: a veces perder es ganar.

Losers, por lo tanto, demuestra que no todo es ganar en un juego… bah, en realidad nos plantea que la vida en sí misma es un juego, y que los verdaderos ganadores son aquellos que pierden, se corrigen y siguen avanzando; los que son consecuentes y fieles a su ideología y pensar son los vencedores.

Como dice el tema Sé vos de la banda argentina de metal pesado llamada Almafuerte: