La música es extremadamente importante al momento de contar una historia. ¿Qué sería de Tiburón o Star Wars sin John Williams, no? Y muchos preguntarán qué relación hay con nuestro tema semanal, recordar el spaghetti western. Gente: la música que se utilizaba las películas de este subgénero y la forma de hacerlo marcó la historia del cine para siempre. Pero, ¿por qué?
En el cine actual la música incidental es la que termina de crear los clímax, esto justamente comenzó en el spaghetti western. El director que comenzó a explotar esto fue Sergio Leone, uno clave dentro del género a raíz de Por un puñado de dólares (1964), una de las películas fundadoras del subgénero. Los pioneros en este tipo de sonido e instrumentaciones fueron Luis Bacalov y Ennio Morricone.
Luis Enriquez Bacalov nació un 30 de agosto de 1933 en San Martín, Provincia de Buenos Aires, Argentina. Del país del sur, a principios de la década de 1950 viajó a Europa. Primero visitó España, luego probó suerte en Francia hasta que a finales de la década mencionada llegó a Italia, lugar donde se naturalizó. Su capacidad como compositor lo llevó a conectar una carrera sumamente exitosa primero con grandes de la música italiana como Claudio Villa, Milva, Rita Pavone, Sergio Endrigo, Claudio Baglioni, Mia Martini y Gianni Morandi, entre otros.
En paralelo, utilizando el seudónimo Luis Enriquez, haciendo juego con su nombre, puso su música en diversas películas, comenzando en 1966 al ser el encargado del soundtrack de Django, otro de los clásicos del spaghetti western. Dentro del género también colaboró en otras películas como Gran duelo al amanecer de 1972, siendo otra de sus obras cumbres. Ambos trabajos fueron recuperados por Quentin Tarantino en Kill Bill de 2003 y Django Unchained de 2012. Por su labor en El cartero de 1994 se hizo de un Oscar.
Sus éxitos continuaron hasta que en 2017 falleció en Italia, la patria que lo adoptó.
Ennio Morricone nació en Roma el 10 de noviembre de 1928. Desde muy pequeño comenzó a interesarse por la música. Imagínense que para los seis años ya tocaba la trompeta y había compuesto su primera obra. Siguió especializándose dentro de la música y a mediados de la década de 1950 empezó a componer música para películas como un escritor fantasma; su mérito se lo quedaban otros grandes compositores. Fue para la década de 1960 que de la mano de un amigo de la infancia empieza a firmar con su propio sello en el cine, estableciendo el puntapié de sus obras máximas. ¿Quién era ese amigo de la infancia? Sergio Leone. Morricone fue la persona detrás de la música de la película emblemática del género Por un puñado de dólares de 1964, El bueno, el feo y el malo de 1966 y ¡Agáchate, maldito! de 1971.
Como Bacalov, Morricone influyó muchísimo en la música italiana, pero fue más allá: muchas bandas de géneros no muy cercanos a la música clásica lo tuvieron y tienen como referente. Podemos comprobarlo fácilmente. Desde 1983, Metallica entra a los escenarios utilizando la canción The Ecstacy of Gold, tema que forma parte de la música de El bueno, el feo y el malo. Ellos mismos hicieron su propia versión para el disco We All Love Ennio Morricone, disco homenaje al compositor que se lanzó en 2007. ¿Otro ejemplo? La banda Muse que tomó el estilo de sus composiciones para varias canciones como City of Delusion, Hoodoo y Knights of Cydonia. Cabe destacar también que Morricone colaboró con los Pet Shop Boys en la composición de It Couldn’t Happen Here. La lista continúa, ya que así como Metallica entraba a su concierto con un emblema del spaghetti western también los Ramones lo hacían. Incluso Morrissey ha utilizado arreglos del compositor y Thom Yorke habló de la influencia del italiano en su música.
Volviendo al cine, debemos destacar que así como se encargó de la música del primer filme de su amigo Sergio Leone, en 1984 compuso para la que sería la última película del director Érase una vez en América. Ah, y no nos olvidemos que obtuvo dos Premios Oscar: uno en 2007 por su trayectoria y en 2016 por su trabajo en la cinta de Tarantino titulada The Hateful Eight.
Tristemente en 2020 dio paso a la eternidad dejando un increíble legado.
Con sonidos característicos, únicos e irrepetibles, Bacalov y Morricone fueron patas clave para el spaghetti western. Y no solo eso: cambiaron a la industria, ya que antes de ellos la música de las películas eran un acompañamiento transitorio. Luego de sus trabajos, eran obligados: las atmósferas contaban más de la historia que la historia misma. Sin ellos la ambientación sería nula.
Gracias totales.