Entrar en la rutina suburbana de una magna catedral de cemento como la Ciudad de México, con sus historias tan personales, únicas y especiales, siempre sorprende y maravilla, pues dentro de este territorio, con sus millones de habitantes, cuentos que parecerían sacados de ficción ocurren todos los días. De manera secreta, sin exposición, es en donde surgen las virtudes más maravillosas para retratar una visión cinematográfica digna de incomodar y enternecer el corazón de cualquier ser humano. Justo eso es lo que pensó Luke Lorentzen, al descubrir la vida de una pequeña familia dentro de las calles de esta intrépida y salvaje selva de asfalto. La familia Ochoa lo impactó y le permitió encontrar una sublime trama que a través de su documental Midnight Family refleja la adrenalina que representa el servicio de paramédicos particulares y la preocupante y alarmante necesidad de incrementar el stock de ambulancias para atender la problemática que tiene el Gobierno de la Ciudad para con sus habitantes.
La impactante vida nocturna de una pequeña familia de paramédicos, pero…

La familia Ochoa es completa de paramédicos que todos los días responden llamadas de pacientes que necesitan asistencia médica tras sufrir un accidente. La Ciudad de México tiene tan solo 45 para más de 9 millones de habitantes, y el trabajo de los Ochoa se vuelve importante, y eso que no tiene ayuda ni reconocimiento por parte del Estado. ¿Qué significa esto? Que los que conducen las ambulancias deben enfrentar contratiempos que resolverán de manera ilícita, a través de sobornos o siendo poco éticos, afectando así al bolsillo de los propios damnificados.

De entrada uno de los aspectos que más impresionan sobre la cinta es la visión que tiene Luke para encontrar los encuadres y las tomas justas y perfectas para demostrar el dramatismo y la intensidad con la que vive esta familia día a día. Se enmarca de manera magistral el devenir de sus integrantes, de su rutina diaria y de su intrépida y arriesgada labor, cuyos problemas incrementan conforme avanza la noche. A manera de ficción, este documental es desarrollado de forma pulcra y asfixiante, aunque encuentra el pequeño resquicio de aventura y humor gracias a Juan y Josué, los hermanos que muestran su inocencia a la par que deben encontrar madurez para sobrellevar su situación. Por su parte su padre, Fernando juega un rol más de hermandad, ya que su comportamiento se vuelve por momentos el de un adolescente más que planea escapar de sus problemas diarios.

Gran parte de la virtud que tiene Midnight Family es el hecho que su director le permite al espectador estar junto a esta familia de paramédicos; nos vuelve uno más en la noche, los desnuda y desdeña de forma visceral y plantea cuestionamientos éticos con respecto a su profesión, una que de no existi, provocaría un incremento en porcentaje de muertes en la Ciudad de México, ya que su rápida atención hacia los accidentes que ocurren en la urbe capitalina, ayuda a que las víctimas tengan una oportunidad de vida aunque para ello deban cobrar por su servicio. Es ahí que visibiliza la desgarradora y real situación en la ciudad, como mencionaba el propio director, “la punta del iceberg que denota una desgarradora falla dentro del sistema de salud en nuestro país”, pues al final del día, el carecer del transporte necesario para salvar vidas es una necesidad que debe atenderse con urgente apremio.
Pero...
Ningún pero: todo lo volcado en la cinta es MUY bueno.

En resumen
Midnight Family es una extraordinario documental que encuentra su sólida excelencia con el trabajo y visión de su director, pero también gracias al carisma y labor de la familia Ochoa, quienes pasan a la posteridad como una fuerte muestra de que los particulares, como en la mayoría de los casos, deben suplir las deficiencias del Estado. Ahora el mirar y escuchar un ambulancia en la ciudad ha cambiado totalmente su significado.
