Minari de Isaac Lee Chung es probablemente una de las mejores opciones de las películas que se encuentran nominadas al Oscar 2021, pero tampoco había grandes títulos en la gama de elecciones con las que la Academia contaba. Aún así, esta película coproducción entre Corea y Estados Unidos es el perfecto ejemplo de lo que actualmente los Oscar quieren reconocer con una intención inclusiva hacia las minorías, pero también de reconocer a ese mosaico de culturas que son los Estados Unidos de Norteamérica.
Otra genial cinta realista que merece al menos un Premio Oscar, pero…

La historia se desarrolla en la década de los ochenta, cuando una familia coreana deja la ciudad para irse a vivir al campo en Arkansas y comenzar un negocio propio de siembra y cosecha de verduras coreanas. Jacob (Steve Yeun) es un hombre que trata de sacar adelante a su familia a pesar de ser inmigrantes en los Estados Unidos. En desacuerdo con Mónica, su esposa, Jacob se empeña en arar el campo con la ayuda de un hombre cristiano que más adelante será un apoyo incondicional. Con todas las situaciones típicas que los inmigrantes tienen en un país como Estados Unidos, aunado con los problemas de una pareja que ha vivido mucho tiempo lejos de su propia tierra, la historia de esta familia la podría vivir cualquier inmigrante de cualquier parte del mundo en este país.
Todo este cuadro ya lo hemos visto en películas como Una vida mejor de Bruno Weitz con la participación protagónica del mexicano Demian Bichir y creo que, dejando de lado la situación latinoamericana en Estados Unidos que ya ha llegado a ser un cliché social en películas de este tipo, el tema de los inmigrantes es tratado desde un punto de vista mucho más realista y por supuesto con una ejecución actoral bastante poderosa que le valió una nominación al Oscar al actor mexicano. A lo que me refiero es que el tema de la inmigración no es nuevo en la historia del cine y hasta el momento tampoco las narrativas existentes le han hecho una verdadera justicia al tema.

Lo que vemos en Minari es una historia casi autobiográfica que Isaac Lee Chung nos cuenta respecto a algunas de las situaciones que vivió su propia familia, donde se entiende que él es el niño pequeño, David, que no se siente del todo coreano y rechaza de alguna manera sus raíces, lo que ocasiona que cuando su abuela materna llega a la casa la rechace totalmente. El director trata de plasmar un malinchismo que se encuentra arraigado en los hijos de esta familia, tema que también ya hemos visto en distintas historias que reflejan la manera en que paisanos rechazan a su propia gente al ver que estos se quieren integrar al mismo círculo social al que ellos, a regañadientes, ya entraron.
Lo que trato de puntualizar es acerca de lo reiterado que es el tema de las familias inmigrantes y sus problemas de integración social, al mismo tiempo cómo este tema solía ser totalmente ignorado por la Academia no hace muchos años. Sin embargo, actualmente su insistencia hacia la diversidad social es reiterativo y hasta molesto: no está mal, pero la repentina consciencia inclusiva que permea a los norteamericanos, por lo menos de dientes para afuera, es moralina por no decir deshonesta de parte de una sociedad que es racista por naturaleza y que aún no termina por digerir sus históricos abusos con la gente de color pero tampoco de entender las razones de un latino para vivir fuera de su país. Ya quieren premiar historias con un tema que no terminan por aceptar del todo. A esto se le llama doble moral.

Minari tiene sus características que la hacen bella por sí sola: una hermosa fotografía con un score inigualable enmarcan a la perfección una conmovedora historia universal que trastoca lo individual con escenas enternecedoras acerca de la familia, los malos entendidos y la valentía de vivir en un país que, para los que no pertenecen a su tierra, les hace difícil cumplir el sueño típico americano.
Pero...
En realidad Minari es una excelente película surcoreana que merece todas las nominaciones al Oscar que ha obtenido (Mejor actor, Mejor música, Mejor guion original, Mejor actriz de reparto y Mejor dirección); incluso sus premios en Festivales como Sundance y Los Globos de Oro como Mejor película de lengua extranjera, son totalmente justificado. El “pero” que le encuentro a esta producción no tiene nada que ver con esta, sino con el contexto social en la que se encuentra tomada en cuenta para esta temporada de premios: resulta forzado y hasta insultante que por una moda social inclusiva hasta hoy los americanos reconozcan que le hacen la estadía imposible a personas de otras tierras y lenguas.

En resumen
Minari de Isaac Lee Chung te va conmover y lograrás identificarte con muchas de las cosas que ahí se cuentan porque tiene la cualidad de ser universal y específica al mismo tiempo, y eso la hace entrañable.
