La serie terminó con una temporada más que perfecta
El domingo 22 de Diciembre terminó (con una temporada más que perfecta) una de las mejores series de esta década, hablo, por supuesto, de la ficción creada por Sam Esmail, Mr. Robot, cuya historia se centró en un joven hacker que quería, en resumidas cuentas, “salvar el mundo”.
No fue fortuito que la serie fuera comparada con otra gran obra de arte del mundo cinematográfico y literario, Fight Club, pues además de compartir una mirada nihilista y posmoderna de la sociedad, hay un tributo al filme a través de diálogos y escenas similares.
Además de su filosofía, Mr. Robot es grandiosa por su cinematografía, sus planos y movimientos de cámara singulares (mejor observados en las primeras temporadas) que no seguían las reglas establecidas, pero que reflejaban a la perfección la soledad de Elliot y su alienación con la sociedad.
La mente única de Sam Esmail no solo trabajaba tras la cámara, sino también en el guión, entregándonos hermosos diálogos de Elliot sobre el mundo capitalista y del sufrimiento del ser humano. Además que rompía la cuarta pared de una manera sublime, todo eso encajaba perfectamente y dejaba a los espectadores realmente impresionados y en estado de reflexión.
Aquí quiero destacar el séptimo episodio de la cuarta temporada, cuando Elliot descubre que fue abusado sexualmente por su padre y se revela la causa de su Trastorno de identidad disociativo. ¿Entonces, cómo lo plantea la serie desde antes sin que parezca sacado de la manga? Con distintos elementos del lenguaje cinematográfico. Vuelvo de nuevo con los planos: durante las previas temporadas, hubo un énfasis en mostrar cuando Elliot se incomodaba levemente con el toque de otros personajes, especialmente con los masculinos. Pero también aquí tuvo que ver el diálogo, y las frases que Elliot escogía para hablarnos de su padre, como cuando le dice que estaba enfermo y no quería reconocerlo. Es gracias a estos indicios que podemos dar un sentido completo a la historia de la serie y por lo que el final resulta muy satisfactorio.
Otra gran revelación de la serie se da en el episodio final, en el momento que nuestro Elliot, el narrador de la historia, se revela como la tercera personalidad, The Mastermind, quien después de tomar el control, olvidó que solo era una parte del huésped. Y de nuevo, los indicios estaban ahí, escondidos entre escenas oníricas en temporadas pasadas, en la estructura narrativa con un narrador no confiable y conversaciones que en un principio parecían no tener sentido.
Mr. Robot es, sin duda, una serie que debe verse muchas veces para encontrar todas sus capas e interpretaciones. Hay tantos detalles explícitos y no explícitos que acercan al espectador a la visión de Elliot sobre la necesidad de conectarnos con otros. La serie en su conjunto es un perfecto ejemplo de cómo debe contarse una historia fresca con giros sorprendentes, pero que están bien sustentados en el guion.
También debo resaltar la actuación excelsa de Rami Malek, quien se lució en esta temporada final, sobre todo en el episodio siete que ya mencioné más arriba y el episodio once, cuando su personaje, Elliot, se sincera con Whiterose y ambos hablan de sus objetivos y su visión del mundo.
Finalmente, quiero destacar la escena final que nos llena de un sinfín de sentimientos: Elliot entra a una sala de cine, junto con las demás personalidades. A continuación, la cámara enfoca hacia la luz del proyector, donde vemos fotogramas de todo lo que pasó en la serie. Tras el recorrido, vemos un acercamiento a un ojo con una lágrima: es el ojo del Elliot original, quien ha despertado para vivir su vida en un mundo en el cual por fin pude estar a salvo.
Mr. Robot nos dejó con un sabor muy bueno en la boca. Esperamos que en breve una serie de ese calibre sea estrenada: la década de 2020 recién comienza, hay mucho por esperar.
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