La lucha entre los demonios y los que desean proteger a los seres humanos ha tenido diversas películas y series; pero en esta oportunidad Netflix nos sumerge en el DF mexicano.
Diablero, en 8 capítulos de más de media hora, nos lleva a la capital del gran país latinoamericano, donde la desaparición/secuestro de una niña (Mariana) dispara la investigación de un ensamble de 3 conocidos (Elvis, Keta y Nancy) con el cura Ramiro, quien en el lecho de muerte de la madre de la nena (Lucía) se entera de que es el padre de la abducida. Esta desesperada búsqueda contrarreloj fuerza a un hombre de fe como Ramiro a juntarse con el trío de oscuros: un diablero, su hermana enfermera y una poseída a voluntad (una verdadera caterva de impresentables).
La caterva, completa, a pelear por nosotros - Imagen: Netflix
Los diableros son quienes, ante la “huída” de Dios y la iglesia se han hecho cargo de que los demonios no dominen al mundo; saben conjurar y se ganan la vida vendiendo lo que capturan. La tradición diablera se pasa de generación en generación y es Elvis quien carga con el peso de mantener la suya.
Ramiro se encuentra con un viejo amor y se entera que es papá - Imagen: Netflix
El sacerdote, amigo de las altas esferas de la curia, va a ver desaparecer su creencia ante los manejos de estos. No hay disculpas para ellos; de hecho, más allá de pintarlos como mafia, se ve cómo maltratan a las mujeres que embarazaron. Terminamos hinchando por los escupidos por la sociedad, son ellos los héroes; los que tienen que deconstruir su machismo (también) para entender la coyuntura que los golpea.
Otros parias que se incluyen a la historia y seguirán en subsiguientes entregas son Isaac (el Indio) y sus dos hijas, el padre de Elvis y Keta y otros, que mejor no contar. La verdadera lucha la da el pueblo, con sus escasos recursos y lo que consigan de su coreano proveedor.
Nancy en pleno trance, ella puede poseerse a pedido - Imagen: Netflix
La historia está muy bien llevada, con puntos cómicos bien emplazados. Quizá los dos últimos episodios podrían haber sido uno solo, pero lo cierto es que, al final, todo cierra.
Las vinculaciones entre Keta e Isaac y Ramiro y Nancy están bien expuestas y consiguen que uno quiera que se den. La actuación de Horacio García Rojas (Elvis) es muy buena; uno podría esperar de un antihéroe su sufrimiento, que sea pesado, el sacrificio y -la verdad- es que no es denso para nada. Los efectos especiales son impecables.
Las hijas de Isaac (el Indio), insoportables, solo buscan atención - Imagen: Netflix
El DF no juega un papel relevante para la gigante urbe que es; hay una posibilidad que aún puede ser utilizada.
Para destacar, como punto débil es el uso continuo del slang y la clase social a la que los personajes pertenecen. No es que esté mal, pero en un producto exportable se complica a quienes no estén al tanto de cada palabra, su significado.
Diablero, porque todos tenemos que elegir de qué lado en la batalla final vamos a estar.
