ROMA, ¿triunfo o fracaso para Netflix?

La historia de Netflix se remite al 27 de Agosto de 1997, día que la empresa se fundó. Por años funcionó como un servicio de entrega de DVDs a domicilio, haciéndole frente a Blockbuster a quien hizo caer con el lanzamiento de su servicio de streaming en septiembre de 2010, tan solo 13 años después de su creación. Estos dos eventos en su historia fueron un primer paso en el cómo Netflix llegó para cambiar la industria del cine y la televisión. 

El 1 de Febrero de 2013, la empresa establecida en Los Gatos, California, volvió a dar de qué hablar con el lanzamiento de la primera temporada completa de House of Cards: 13 episodios que se podían ver uno tras otro, inaugurando el famoso bingewatching y que colocó al streaming como un fuerte rival en los Emmys. 6 años después volvió a hacerlo con ROMA, de Alfonso Cuarón, película que demostró el poder de las plataformas online en la industria del cine, particularmente en la ceremonia del Oscar.

Pero, ¿todo esto es un triunfo para Netflix o un fracaso para su modelo de negocio? Aunque ROMA no logró llevarse la estatuilla de Mejor Película, perdiendo frente a Green Book, esto no significa un fracaso ni para Alfonso Cuarón ni para el equipo de trabajo (cast y crew), y muchos menos para Netflix: este es solo un primer paso que define el poder de una empresa de poco más de 20 años de existencia y del cuál te explicaré a continuación.

Desde su lanzamiento como plataforma de streaming, Netflix dejó muy claro que la industria había cambiado, y aunque las señales televisivas parecían resistirse, el golpe llegó, como bien ya lo dije, con la llegada de Frank Underwood. Su éxito absoluto redefinió la forma de hacer, consumir y distribuir series. Para el CEO Reed Hastings y compañía abrió una nueva posibilidad: todos buscarían copiar su modelo de negocio.

Esa clara afirmación llevó a la empresa a dedicar sus esfuerzos por acelerar la producción de series originales, creadas y producidas en exclusiva para su servicio, sumado a la compra de derechos para la distribución internacional conocidos también como Originales de Netflix –ejemplos como The Good Place (NBC) y Dirty John (Bravo)–, y siendo también la segunda ventana de muchas otras producciones, lo cual podría terminar con el incremento de plataformas de video-on-demand.

El público tan diverso de suscriptores alrededor del mundo ha llevado a que Netflix tenga contenidos de primera calidad como Mindhunter o Dark, series de nicho como American Vandal o One Day at a Time; series que siempre hacen dudar al público por su calidad: Insatiable, Everything Sucks! y por supuesto, Made in Mexico. Pero la desigualdad de todas las mencionadas, y de las que no, es solo un reflejo del éxito de la plataforma, llevándonos hasta ROMA.

Con Netflix sumándose a ROMA, su apuesta era clara: si no consiguió un Emmy con House of Cards, conseguiría un Oscar a través de la historia de Cuarón. Hoy sabemos que eso no sucedió tal como lo querían, pero sí logró 3 premios (Director, Cinematografía y Película en Lengua Extranjera) dando así un nuevo paso hacía su objetivo.

Su llegada a las categorías importantes vuelve a redefinir el modelo de una industria, ahora de la cinematográfica, peleando con las reglas establecidas: su salida del Festival de Cannes, la distribución en el cine vs streaming –claro ejemplo lo sucedido en México con Cinépolis–, y más reciente, una empresa que puede competir contra los grandes estudios que han estado presentes por más de 50 años.

Todo ello resume a una cosa: el éxito de Netflix es innegable y sus competidores tienen mucho por aprender. No hay duda que tantos triunfos seguirán abriendo paso a nuevos contenidos alrededor del mundo, como los 50 contenidos ya anunciados que serán producidos en México, y que forman parte del crecimiento de esta plataforma.

Su llegada a los Emmys y los Oscars legitiman su trabajo y por lo tanto su permanencia en la industria. ¿Son años difíciles los que se vienen? Sí, y de eso tampoco hay duda: la llegada de servicios como Disney+ o WarnerMedia, sumado a todos los que ya existen, pondrán al gran líder a replantear sus objetivos, pero dejando en claro que tendrán que seguir apostando por los diversos públicos.

ROMA no es un fracaso, es un gran acierto, una apuesta a una historia que pocos se hubiesen sumado, y mucho menos producido, demostrando que Netflix puede apostar por historias menores, las mismas que con una gran producción logren grandes números monetarios y también de aprobación por parte del público. Esto beneficiará al mundo de las series, lo cual se podría traducir a elevar la calidad de las producciones en general.

Netflix ya demostró que la calidad y la gran historia sí puede llegar a un público masivo y hacer historia en los premios, tal como HBO nos tiene acostumbrados. El punto siguiente es encontrar el balance.

Pero mientras eso pasa, se alistan para dar el siguiente paso con The Irishman de Martin Scorsese: