Netflix acaba de estrenar Safe, su nueva miniserie original protagonizada por Michael C. Hall (Dexter) en su regreso a la TV luego de una breve aparición en The Crown. El thriller sigue los pasos de Tom Delaney (Hall), un cirujano que vive en un barrio cerrado con sus dos jóvenes hijas. Un día, su hija mayor de 16 años desaparece misteriosamente y en la implacable búsqueda, Tom comienza a descubrir que todos en aquella comunidad tranquila tienen algo que ocultar.
En la misma linea que series como Desperate Housewives y Big Little Lies, esta historia pretende reflejar las miserias de las clases acomodadas y el lado encubierto de los barrios exclusivos que brindan la ilusión de seguridad. Los sistemas de vigilancia adquieren vital importancia en estos entorno privados donde se enfatiza en que la amenaza proviene siempre del exterior. Un tópico bastante explorado por la literatura y la ficción televisiva, pero que permite reabrir el debate acerca de la segregación social urbana, sus mentiras y sus consecuencias.
Socialización Burbuja
En Argentina, los barrios cerrados y countries comenzaron a popularizarse en la década del ’90 marcada por el consumismo, la privatización y el espejismo de estabilidad económica. Las familias de clase media/alta beneficiadas por la convertibilidad comenzaron a comprar propiedades con la idea de alejarse de los peligros y ruidos molestos de la gran ciudad. Hasta el momento, se han escrito varias novelas acerca de estas utópicas comunidades cerradas, siendo la más popular Las Viudas de los Jueves de Claudia Piñeiro, un thriller que presenta a tres mujeres aterradas luego de que un crimen paraliza al barrio. El controvertido caso real de María Marta García Belsunce, la socióloga asesinada en un country de Buenos Aires en 2002, dio lugar a innumerables debates sobre este fenómeno de la comunidad cerrada que parece solo beneficiar a los desarrolladores urbanos y sus importantes ganancias.
El Gran Hermano
Los barrios cerrados se enaltecen, principalmente, de ofrecer a los vecinos vigilancia las 24 horas y seguridad privada, razón por la que los padres se sienten seguros de criar a sus hijos en este ambiente. Sin embargo, y al igual que sucede en la ficción de Netflix, los adultos no tienen idea de que están haciendo sus hijos.
En Safe somos testigos también de los diferentes sistemas de control tecnológicos que los padres utilizan para contrastar donde y con quien están los menores. Mediante un programa instalado en su celular, el protagonista viola la intimidad de su hija accediendo a todos los mensajes que ésta envía y recibe. Una situación que recuerda al episodio Arkangel de la cuarta temporada de Black Mirror, donde una madre podía controlar todos los pasos de su pequeña hija a través de un aparato. Definitivamente, el futuro llegó hace rato y las empresas continúan perfeccionando los distintos mecanismos de vigilancia que Foucault exploró hace ya más de cuatro décadas . Cabe resaltar que, como bien plantea la serie británica de Charlie Brooker, el problema aquí no radica en las evoluciones de la tecnología, sino en el uso que le estamos dando.
Pez que sale del agua
Los principales afectados por la segregación urbana resultan ser los niños y adolescentes criados dentro de los límites de la comunidad. Los códigos de convivencia del barrio no son los mismos que los de la calle y el lograr salir y acostumbrarse al mundo exterior no resulta nada fácil. Actividades comunes como tomar un transporte público o cruzar la calle se vuelven todo un desafío.
La “generación country”, que una vez terminado el colegio emigran a la gran ciudad con el fin de estudiar una carrera, suelen padecer distintos trastornos de ansiedad e intentan, de alguna manera, continuar vinculándose con personas de la misma clase social a través de las universidades privadas.
Amurallados
La división entre los “de adentro” y los “de afuera” es reforzada gracias a los cercos, rejas y muros permanentemente controlados. De esta forma, las realidades sociales que no concuerdan con las del barrio son ocultadas en un claro signo de intolerancia y miedo a la desconocido, sensaciones fuertemente promovidas mediante la publicidad y los discursos políticos. El único lazo que mantienen con el mundo exterior y sus diferentes estratos sociales es a través del servicio de seguridad y limpieza. Paradójicamente, estos emplazamientos privados suelen estar construidos al lado de villas de emergencia o barrios donde las necesidades básicas de los vecinos se encuentran insatisfechas.
El sentido de pertenencia a una clase social privilegiada forma parte del simbolismo de estas comunidades aisladas. La opinión pública se transforma en elemental y por eso los vecinos suelen resguardar las apariencias.