James McAvoy más carismático, intimidante y atemorizante que nunca en No hables con extraños
¿Qué es el género home invation? Regularmente este género tiene una fórmula repetitiva que si se hace bien resulta muchas veces muy efectiva. Michael Haneke en 1997 realizó una de las más representativas con Juegos Sádicos. La película era incisiva con su violencia y apremiante premisa. No me queda claro aún si fue a razón de su éxito que decidió hacer un remake de su propio trabajo con actores de la talla de Naomi Watts y Tim Roth. Yo considero estas películas joyas de este género. Por eso, No hables con extraños (Speak no Evil) de James Watkins.
No hables con extraños es una película remake de la homónima danesa de 2022 dirigida por Christian Tafdrup, que cuenta la historia de una familia invitada a pasar un fin de semana en una idílica casa de campo que pasa de unas vacaciones de ensueño a una pesadilla psicológica.
James Watkins es director de una joya de culto como Silencio en el lago de 2008 con Michael Fassbender. Esta cinta hace gala de una violencia que en su momento no me dejaba quitar las manos de los ojos. La angustia por esa pareja atormentada por un grupo de bullies británicos me sentir repulsión por cualquier niño adolescente inmaduro y grosero. Pues ahora ha dirigido este remake con James McAvoyy pensaríamos que podría superarse a sí mismo en violencia y crudeza visual pero, no.
Lo anterior no quiere decir que la película es mala. Tiene que ver más con las expectativas que el fichaje de este director para el remake me había generado, también por McAvoy a la cabeza del cast. Mi problema radica en que tengo excelentes películas de violencia invasiva en mi cabeza como las que mencioné al inicio del texto. Esto hace que no cualquiera pueda rebasarlas y tampoco es mi intención compararla con lo hecho por el director danés en la primera versión porque está a millones de años luz del abrasivo cine de Michael Haneke.
Lo que logra James Watkins con No hables con extraños es muy propio y decente pero tampoco le hace honor a su original. El director carece un poco de la crudeza que había demostrado en Silencio en el lago para casi calcar plano por plano algo que ya funcionaba bastante bien. No obstante, Watkins persigue una narrativa más ágil y establece una atmósfera que se recarga en la incomodidad del espectador para llevarlo al límite, para llegar a un final que tampoco ofrece nada nuevo. Creo que eso, para los ya vieron la versión anterior, no es nada sorpresivo; incluso es predecible y aburrido.
Para disfrutar en su totalidad esta película y realmente salir en shock, necesitas no haber visto la versión del 2022 porque te arruinaría los giros argumentales que ofrece después de un suspenso in crescendo que sí es efectivo con un James McAvoy carismático, intimidante y atemorizante. Él está genial y nos recuerda mucho a lo que hizo de la mano de Shyamalan en Fragmentado.
Ahora, en modo de aclaración, yo vi primero esta nueva versión y después la de origen. Mi primera impresión de este remake fue que me quedé en shock y la disfruté bastante porque la incomodidad es el arma principal para predisponer al espectador a que algo terrible va a pasar y esta sensación incrementa a cada minuto. Sin embargo, cuando vi la del 2022, me di cuenta que por poco se queda varias rayas abajo en intención y crudeza.
Creo que en lo que la versión norteamericana le lleva ventaja a la danesa radica en la química de sus seis protagonistas. En esta nueva reimaginación los vínculos amistosos se vuelven de alguna forma más codependientes de esa sensación engorrosa que deja la violencia espontánea de alguien que de primera vista se da a notar agradable y carismático para ir paulatinamente descubriendo su verdadera intención. Este juego de tire y afloje le sale excelente a James Watkins porque dirige muy bien a sus actores hacia las emociones reactivas de unos a otros. Esta interacción es por mucho lo que rescato de esta película.
No hables con extraños con James McAvoy practica una química efectiva con su espectador ignorante del origen con un suspenso in crescendo y tomando la incomodidad como vehículo esencial de la violencia psicológica que termina en un shock eufórico y contundente.
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