Noche de Fuego te hará pensar mucho en la violencia que se vive en México, pero…

Las sociedades latinoamericanas se han convertido poco a poco en historias de terror reales que conjugan sociedades sometida por el gobierno y atemorizadas por el crimen organizado que reina en sus zonas. Mucho de esto está pasando en México, sobre todo en su parte norte, gracias a la cercanía con los EE.UU. siendo este país el principal consumidor de droga. Este juego de oferta y demanda ha desplazado a granjeros y agricultores de sus propios negocios, los ha obligado a buscar mejores oportunidades en otro país, pero también a dejar solas a sus familias, casi todas ellas, mujeres.

Noche de fuego de Tatiana Huezo retrata la infancia, adolescencia y crecimiento de Ana, un personaje que cuenta con dos amigas más que van reconociendo, conforme avanza el tiempo, el peligro de seguir creciendo y desarrollándose biológicamente. Cuando a las niñas les comienza a crecer el busto y bajar la regla, es la triste señal de que comienza el peligro. Las jóvenes más tardan en aprender a leer que en ser separadas de sus familias para finales mucho más oscuros de los cuales los suyos ya no se enteran más…

Tatiana Huezo logra con esta cinta lo que podría ser una de las mejores del cine mexicano de la última década junto a Sin señas particulares y Sanctorum. ¿Qué tienen en común estas obras? Las desapariciones forzadas en algunas zonas de México que son resultado de la violencia que el crimen organizado ha perpetrado por años en estas comunidades. Paralelo a esto, el abuso y violencia de género ejercidos por estas agrupaciones hacia las mujeres, más niñas y adolescentes, crece y se vuelve un negocio basado en el abuso que no tiene ningún límite: simplemente estas niñas un día desaparecen o son tiradas sin vida a las acotaciones del camino. Una terrible historia de ficción que se acerca mucho a nuestra realidad como latinoamericanos.

Ahora bien, y aunque la película nunca hubiera estado compitiendo dentro del Festival de Cine de Cannes, el poder que tiene por su discurso social y político es tremendo, brutal y contundente. La denuncia está presente en todo momento y no necesitaría el impulso de un festival como este para destacar porque tiene vida propia. Por lo tanto, estremece con sus personajes y con la valentía que estas mujeres representan al proteger lo que más quieren, pero también al enfrentarse a una violencia sistematizada que nada tiene que ver con el típico machismo, sino con un negocio que ha crecido, del cual la historia guarda una ambigüedad a modo de que solo esté sobre la mesa y hacernos reflexionar como sociedad.

Noche de Fuego no es una película más de narcotráfico, tampoco es de violencia de género y mucho menos una película mexicana aburrida con temas sociales. Son estas películas las que nos ayudan a discernir nuestra realidad y mirarla de frente al no tener el medio inmediato que valientemente nos las dé a conocer. Son estas historias las que nos hacen voltear a conocer situaciones de comunidades de las cuales hemos vivido ajenos, pero compartimos una sociedad y un gobierno. Por lo tanto, esto nos afecta y nos va quitando la sensibilidad para entender su sufrimiento y su miedo.

Noche de fuego no tiene ningún pero. Es brutal el diálogo que tiene con nuestra realidad y eso la vuelve cercana, al mismo tiempo que escalofriante.

Noche de fuego es una gran película mexicana que te dejará un nudo en la garganta por su realidad y no dejarás de pensar en ella por muchos días.