Películas para entender el poder tras el Papado

Con el fallecimiento del Papa Francisco, el mundo se encuentra nuevamente ante un momento de introspección y expectativa espiritual. La sede vacante, el cónclave, el humo blanco… Son imágenes que resuenan no solo en el ámbito religioso, sino también en la cultura popular. Y pocas expresiones culturales han sabido captar la tensión, la fe, y los dilemas del poder eclesiástico como el cine.

A lo largo de las décadas, varios directores se han aventurado a retratar, desde diferentes ángulos, el proceso de sucesión papal. Algunas lo han hecho con respeto y rigor histórico; otras, con sátira, crítica o intriga política. Este es un repaso por seis películas esenciales que nos permiten entender, imaginar y cuestionar lo que ocurre detrás de los muros del Vaticano cuando un Papa muere y el mundo espera a su sucesor.

Basada en la novela de Morris West, esta producción protagonizada por Anthony Quinn fue una de las primeras en retratar el Vaticano con una mirada geopolítica. La película imagina la elección de un Papa ucraniano durante la Guerra Fría, en un contexto de alta tensión internacional. El recién elegido pontífice, Kiril Lakota, debe enfrentarse al desafío de evitar una guerra nuclear y actuar como mediador global.

Lo interesante de esta película es su mezcla de espiritualidad y diplomacia, mostrando que ser Papa es tanto un rol religioso como uno político. El título hace referencia a la tradición de los zapatos del pescador, símbolo del poder papal que, en la película, se presenta como una pesada carga moral.

Aunque es conocida principalmente como la conclusión de la saga mafiosa de los Corleone, El Padrino III se adentra sorprendentemente en el Vaticano. La película entrelaza la trama criminal de Michael Corleone con una oscura conspiración que involucra al Banco del Vaticano, inspirada libremente en escándalos reales de los años 70 y 80.

Uno de los puntos culminantes del film incluye la muerte de un Papa (claramente inspirado en Juan Pablo I) y la elección de su sucesor. Aunque la visión que ofrece es más cercana a un thriller que a una reconstrucción realista, plantea una crítica poderosa sobre la corrupción y el poder, incluso en el corazón de la Iglesia.

Basada en la novela histórica de Donna Woolfolk Cross, La pontífice narra la leyenda medieval de Juana, una mujer que supuestamente se disfrazó de hombre y ascendió hasta convertirse en Papa durante el siglo IX. Aunque considerada apócrifa por los historiadores, la historia de “la papisa” ha perdurado como mito poderoso y polémico en la tradición cristiana.

La película, dirigida por Sönke Wortmann, ofrece una crítica velada a la exclusión de la mujer en la Iglesia y plantea preguntas sobre género, fe y poder. Con una producción visualmente cuidada, se aleja del cónclave tradicional, pero propone una mirada provocadora a la sucesión papal desde un ángulo totalmente distinto.

La sátira italiana dirigida por Nanni Moretti da un giro inesperado al tradicional relato del cónclave. En esta historia, un cardenal inesperadamente elegido como Papa entra en crisis y se niega a asumir el cargo, lo que deja al Vaticano en una situación absurda: con un Papa electo que desaparece y una Iglesia que no sabe cómo proceder.

Más allá del humor, la película es una reflexión profunda sobre el miedo, la responsabilidad y la soledad del liderazgo. Habemus Papa humaniza al pontífice, alejándolo de la imagen solemne y mostrándolo como un hombre vulnerable frente a una tarea colosal.

Dirigida por Fernando Meirelles y con actuaciones memorables de Anthony Hopkins y Jonathan Pryce, esta producción de Netflix dramatiza el diálogo entre el Papa Benedicto XVI y el futuro Papa Francisco, en los años previos a la histórica renuncia del primero en 2013.

Aunque no muestra un cónclave en acción, ofrece una mirada íntima y humana a la transición entre dos visiones de la Iglesia: la conservadora y la reformista. Con sensibilidad y momentos de humor, Los dos Papas destaca por su capacidad de mostrar que, más allá del humo blanco, las decisiones en el Vaticano son también profundamente personales.

La más reciente incorporación al canon cinematográfico del Vaticano, Cónclave, dirigida por Edward Berger y basada en la novela de Robert Harris, ha ganado una nueva resonancia tras el fallecimiento del Papa Francisco. La película se centra en el cardenal Lawrence (Ralph Fiennes), quien se ve inmerso en un proceso electoral cargado de secretos y giros dramáticos.

La película mezcla el thriller con el drama eclesiástico, revelando los conflictos de conciencia y los intereses ocultos en el interior del cónclave. Su estreno llega en un momento de especial simbolismo, cuando la realidad y la ficción parecen entrelazarse de manera inquietante.

Estas películas, cada una a su manera, nos permiten mirar el Vaticano desde distintas perspectivas: como un lugar de poder, de fe, de intrigas y de humanidad. Ahora que la Iglesia Católica vuelve a estar en un punto de inflexión, el cine se convierte en una herramienta poderosa para imaginar —y entender— lo que ocurre cuando el mundo espera a un nuevo pastor.

Desde el drama solemne de Las sandalias del pescador hasta el suspenso contemporáneo de Cónclave, la pantalla nos recuerda que la figura del Papa no solo es un líder espiritual, sino también un símbolo que refleja las tensiones, esperanzas y contradicciones de su tiempo.