La reinvención del detective y un homenaje al cine noir en esta MUY BUENA serie
La vuelta de un clásico.
Perry Mason es un personaje muy bien conocido en la cultura popular norteamericana gracias a las múltiples interpretaciones que tuvo en cine y TV que convirtieron al personaje creado por Erle Stanley Gardner en un favorito de varias generaciones desde los años 30.
Esa razón fue la que despertó gran interés cuando fue anunciada la versión de parte de HBO, una nueva reinterpretación del personaje desarrollada finalmente por Rolin Jones (Boardwalk Empire) y Ron Fitzgerald (Friday Night Lights) que se aleja de las novelas originales y de las concepciones de las primeras versiones en las que Perry Mason era un abogado/detective defensor de la justicia, recatado, elegante, galante y sobre todo implacable con los malos que obtuvo su más icónica representación en manos del actor Raymond Burr. Su efectividad era tal que en casi 300 episodios de la serie original solo perdió 3 casos.
La nueva versión que se estrenó el día domingo en HBO nos presenta a un renovado detective que, a diferencia de la serie original, es uno de poca monta, más preocupado por sus problemas económicos que por servir a la justicia. Esto lo lleva a aceptar trabajos mediocres, como paparazzi de las celebridades capaz de chantajear a los productores con fotos sucias de sus estrellas (Madeline Zima) a cambio de una buena suma de dinero. Además, su vida familiar es un desastre, separado de su esposa que no le permite que ver ni hablar con su hijo. Todo esto provoca en Perry un marcado alcoholismo, sumando además a todo esto los traumas de la guerra, y un problema de manejo de la ira. Este retrato moderno del detective se aleja totalmente del paladín de la justicia que interpretaba Burr y lo acerca a personajes más adultos y crudos tipo True Detective. Esto hace que veamos a Perry Mason en escenas de sexo, perseguido por hombres desnudos y hasta robándole una corbata a uno de los muertos en la morgue.
Por el lado de la producción, la compañía Team Downey logra recrear perfectamente Los Ángeles de 1932 a través de la música del genial Terence Blanchard, renombrado trompetista / compositor / director de orquesta de jazz firmado por BlueNote Records, y la dirección del veterano Timothy Van Patten (Boardwalk Empire, Game of Thrones, The Sopranos). Juntos logran imprimirle ese tono noir que funciona muy bien para el tema de la serie.
Por el lado de las actuaciones, el trabajo del nominado al Emmy, Matthew Rhys (The Americans), es totalmente satisfactorio y logra transmitir la carga emocional que arrastra el personaje y que iremos descubriendo a lo largo de los episodios. A diferencia del Mason de Burr, Rhys es un detective más humano, imperfecto, desalineado, y por su contexto familiar y emocional tendrá que hacer a un lado el desastre de su vida para poder obtener la justicia necesaria para resolver un horrible crimen que le es presentado por su amigo y abogado Elias Birchard ‘E.B.’ Jonathan (John Lightow): la horrible muerte de un bebé de meses, en lo que parece ser un asesinato con fines rituales. Perry Mason tratará de encontrar al responsable de esta muerte entre varios grupos que parecen estar relacionados: un culto religioso de mucho poder económico y mediático, la policía corrupta de Los Ángeles, el mundo corrupto de los grandes productores de Hollywood, su rivalidad con otros detectives, mientras trata de que su vida no se siga cayendo a pedazos.
La inclusión de algunos elementos de humor negro y detalles de la vida sexual de Mason terminan por darle un tono singular a la serie que sin duda promete.
En resumen, el nuevo Perry Mason se aleja kilómetros de lo que fue el original de los 50 y 60 y se acerca más a los detectives modernos dentro de una estética noir que le da un toque distintivo. Las características propias de este nuevo Mason son aprovechadas al máximo por la interpretación de Rhys quien logra llevar toda la carga del personaje. Aunque podemos juzgar a este episodio de tener un ritmo pausado y de incluir demasiados personajes, la ambientación, la excelente introducción del personaje principal, la música y el tono general que adquiere la serie son perfectos para hacernos esperar con ansias más.
“Yo vi tres luces negras” es una oscura y reflexiva historia sobre la muerte, el duelo con guion inteligente que mezcla realismo mágico con un contexto político social violento y agreste. ¡Un logro latinoamericano!