Una comedia mexicana que involucra a un par de problemáticos policías, pero…

Muchos de los grandes clásicos de acción en el mercado hollywoodense involucran inevitablemente a una pareja muy dispareja de policías. Dos agentes de la justicia que se embarcan en las calles y callejones de su ciudad para limpiarla de toda la suciedad y malhechores que en ella habitan. Así encontramos algunas referencias como Lethal Weapon (1987), Bad Boys (1995), Training Day (2001), Tango & Cash (1989), entre muchos otros más. Similitudes de los personajes, pues que definitivamente no podían tolerarse en un principio y estaban constante conflicto, que combinaban de manera exacerbada la acción con la comedia y que siempre, pero siempre, eran los indicados para cazar al villano en turno.

De eso va la nueva película mexicana Placa de Acero, dirigida por Abe Rosenberg, una cinta que toma demasiados referentes de la escena en Hollywood para parchar sus propias deficiencias. 

La historia nos lleva a conocer Roberto Recto (Alfonso Dosal), un oficial ejemplar recién egresado de la academia que se une a la fuerza de la policía en la Ciudad de México y es asignado a su nuevo compañero, Adrián Vázquez (Adrián Vázquez), patrullero corrupto y holgazán que ha cedido su alma a la corrupción por creer que no existe otro camino posible en este sistema. Juntos tendrán que ir aprendiendo uno del otro para lograr tener la fuerza necesaria para triunfar sobre el crimen organizado y así traer justicia y salvación a una decadente Ciudad de México. El reparto lo complementan Eduardo España, Noé Hernández, Arnold Y. Kim, Adrian Yun, Quetzalli Cortés y Costanza Andrade.

Sin duda alguna, esta producción nos traerá gratos recuerdos al llevarnos y presentarnos diversos guiños y homenajes a los diversos clásicos antes mencionados, pues utiliza un sin fin de elementos extraídos del mismo molde con el que han sido realizadas este tipo de historias a través de los años. El manejo de la comedia al más puro estilo mexicano está presente, utilizando uno que otro jerga que sin duda alguna podría sacarte una sonrisa. El factor principal dentro de esta cinta es el propio actor Alfonso Dosal, quien hace gala de su carisma y compromiso para presentar a un elemento de la policía sumamente atípico, pues representa la rectitud, justo como su apellido lo menciona, ya que su interés por salvaguardar la justicia y el honor del cuerpo policíaco y de su persona siempre son la prioridad.

Otro de los elementos fuertes que encontramos dentro de dicha producción es la de las locaciones, ya que se salen de los arquetipos de cajón que se muestran por lo regular en el séptimo arte sobre la Ciudad de México, explorando de grata manera, zonas colindantes con el Estado de México, lo cual da la apertura para mostrar otro tipo de urbanismo y ambiente sobre la cotidianidad que se desenvuelve dentro de nuestra jungla de asfalto, proporcionando una atmósfera muy atinada sobre los lineamientos y conflictos a los que se enfrentan nuestros protagonistas.

Placa de Acero, como se ha vuelto una triste costumbre dentro de nuestra cinematografía, utiliza en casi un 90% de su metraje chistes y clichés básicos y desatinados sobre la idiosincracia mexicana, cayendo en muchas ocasiones en lo burdo y en lo atacante, pues maneja un humor sumamente pasado de moda. Las narrativas de este tipo ya no funcionan y atentan contra la inteligencia del espectador, porque no poseen elementos sólidos en los que sustentar su base cómica; los estereotipos están muy explotados y no permiten encontrar brillantes en sus personajes o su hilo central.

El guión aporta nada en cuanto a la estructura de nuestra industria ya que la producción solamente decepciona con su desenvolvimiento y su planteamiento, pues se vuelve una copia barata de las tantas exitosas que han triunfado en EU, algo que se vuelve un gran desatino pues no tiene un sustento propio de peso para hacer valer su existencia: son las propias referencias las que le permiten seguir. Además, se complementa con actuaciones poco convincentes y que se soslayan de las verdaderas problemáticas por las que pasamos en nuestro país.

Una desatención enorme en cuanto al tacto y al manejo de los conflictos, utilizando una simplicidad preocupante y poco interesante.

Desafortunadamente Placa de Acero se une a la lista de las comedias mexicanas que poco o nada aportan a la industria cinematográfica y que pese a su intención de emular a los grandes clásicos de acción de Hollywood se queda exageradamente corta con su intención y salta al vacío de lo inevitable.