¡Poderosa narrativa y hermoso mensaje en Memorias de un caracol!
Con un stop Motion orfebre y delicado, Memorias de un caracol es de un espíritu fuerte, melancólico y también muy reconfortante. ¡La enseñanza de vida y muerte que te deja esta película no se te olvidará nunca!
Estamos viviendo un gran momento para la animación. Este año tuvimos una ruptura en la cual, por primera vez en la historia Pixar y Disney no la tienen nada fácil. “Wild robot” hizo lo suyo con una historia sobre la relación madre e hijo combinando elementos de un coming of she con poderosos mensajes familiares y una gran animación. “Flow” no se queda nada atrás por su visión apocalíptica desde el punto de partida de la vida animal por medio de un gato y su travesía para sobrevivir y salir de su zona de comfort y convivir con más amigos animales. Hasta el mismo Guillermo del Toro la elogió como una de las mejores películas del año.
Por eso, “Memorias de un caracol” de Adam Elliot.
“Memorias de un caracol” es crudo y emotivo viaje acerca de Grace Pudel, una niña con un hermano gemelo a la que la vida la ha maltratado mucho, igual que a su hermano. Al quedar huérfanos ambos niños deben ser llevados a un orfanato para ser dados en adopción. Lamentablemente nadie quiere a dos hermanos, entonces deben ser llevados a casa distintas, muy lejos el uno del otro. La vida sigue y ambos se prometen verse de nuevo pero una vez más el destino insiste en ser cruel con ellos.
Mientras veía “Memorias de un caracol”, me acordaba mucho de esa película súper dolorosa “La vida de Calabacín” (Ma vie de Courgette) de Claude de Barras (2016). Creo que el tipo de animación en stop Motion y sus formas se prestan para tratar temas duros que muchas veces la animación habitual no se atreve a tomar. Tenemos muchos ejemplos al respecto como “Coraline” de Henry Selick (2009) o “Pinocchio de Guillermo del Toro” (2022).
Todas las historias anteriores tienen por lo menos dos cosas en común: la técnica de animación en stop Motion y los duros temas que tocan como el luto, la orfandad y la oscuridad humana. Adam Elliot con “Las memorias de un caracol” logra una obra de animación introspectiva con la que por medio de la ausencia constante y el luto, logra hacer una introspección acerca de la vida, el perdón y el amor filial.
Elliot agrega una pesadumbre visualmente poética que envuelve al espectador desde que inicia la película y aún así la historia al final resulta en una fiesta al amor, a la amistad y a la familia. Siempre con una voz en off, Grace Pudel va contando su historia, con un tono bajo y apagado, nuestro personaje principal va construyendo una atmósfera emotiva, nostálgica y narrada poderosamente con un lenguaje cinematográfico que radica en el detalle visual con el que el Elliot le daba texturas a las emociones que quiere hacer sentir al espectador todo el tiempo.
Ahora, pocas veces doy relevancia a, si ver una película doblada al español o en su idioma original. La narración original corre a cargo de un gran talento norteamericano, Sarah Snook (Succession) y seguramente debe ser muy buena, no obstante, Cassandra Ciangherotti hace un gran trabajo con la voz porque se adhiere al personaje de forma simbiótica en conjunto con Emilio Treviño, ambos hacen un gran equipo como los hermanos gemelos y logran conmover, pero en medida de talento no hay nada que extrañar nada de su versión en idioma original. ¡Un gran trabajo de doblaje!
Con un stop Motion orfebre y delicado, Memorias de un caracol es de un espíritu fuerte, melancólico y también muy reconfortante.
¡La enseñanza de vida y muerte que te deja esta película no se te olvidará nunca!
“Yo vi tres luces negras” es una oscura y reflexiva historia sobre la muerte, el duelo con guion inteligente que mezcla realismo mágico con un contexto político social violento y agreste. ¡Un logro latinoamericano!