¿Podrían las series y el streaming salvar a Hollywood?
Si no puedes contra el enemigo... únetele.
¿Recuerdan cuando salió el VHS? Bueno, tal vez no lo hagan porque ya no les tocó, pero sin duda fue el primer formato casero que realmente supuso una amenaza genuina para la gran industria de cine norteamericano hacia finales del siglo XX. Ni siquiera el Betamax tuvo un impacto tan notorio como el de la cinta VHS, de la noche a la mañana, masas de consumidores se replantearon la manera en que veían las películas; y si verdaderamente valía la pena la inversión de un boleto de cine por una película que, al cabo de seis meses, podrían ver una y otra vez en su casa.
En pleno 2017, el streaming y la oferta televisiva es el VHS del nuevo milenio. ¿Podrá Hollywood adaptarse a esta nueva corriente, y salir victorioso de esta nueva batalla comercial? A como van las cosas, parece que no.
En aquellos tiempos, la gran recompensa que finalmente obtuvieron los consumidores de aquella pelea entre las salas de cine y los formatos de distribución casera fue la fundación de los cines multiplex. Rápidamente, América Latina adoptó la idea de tener más de una sala de cine en un mismo complejo cinematográfico. La industria encontró la solución: jamás podrían vencer la revolucionaria idea de ver cine en casa, entonces descifraron que ir al cine debe convertirse en una experiencia inigualable. Que no pagues por ir a ver una película, realmente estás pagando por el sonido, la calidad de la pantalla, la comodidad de las butacas y el sabor de la comida y las botanas.
30 años después, los complejos multiplex no podrían estar más avanzados y su oferta no podría ser más variada. Tal vez la asignatura pendiente de este negocio sea la distribución desigual entre los títulos en la misma cartelera: siempre dando prioridad a los blockbusters hollywoodenses y no al cine nacional.
Entonces, si el problema ya no es el DVD ni la manera en que uno experimenta una cinta en el cine, ¿cuál es el nuevo enemigo? Simple: las series y el streaming. Por un lado, la calidad narrativa y visual de las series de televisión ha llegado a un nuevo nivel. Los presupuestos son exhorbitantes y muy bien aprovechados, los autores poco a poco comienzan a encontrar en la TV una mejor manera de contar sus historias, de adaptar sus libros o emitir un mensaje original. Un ejemplo clarísimo fue “The Spoils of War”, un capítulo de Game of Thrones que nos mostró una de las batallas más espectaculares en ¡AÑOS!
Las series de TV, tal vez desde historias como The Sopranos, The Wire y Lost han encontrado una fascinante manera de involucrar a su audiencia en sus historias. Los showrunners nos entregan personajes complejos y adictivas tramas, han sabido generar visualmente lo que emocionalmente puede provocar un buen libro: excitar la mente del espectador.
El segundo golpe es aún más poderoso: El streaming. Netflix, Amazon y HBO han revolucionado la manera en que el televidente consume las historias. Ya no debemos esperar un día y una hora a la semana en específico para ver una serie. Las series de televisión ahora se disfrutan en maratón, o de un capítulo por día. Depende enteramente del consumidor, quien tiene al alcance una gama de opciones para ver cuando quiera y como quiera.
Juntemos esos dos elementos y el cine tiene a su nuevo rival. ¿Cómo superará Hollywood esta imparable ola que supone el consumismo audiovisual completamente autosuficiente? Aquí es donde entran en juego muchos factores. Los estudios tienen una ventana mucho más pequeña para distribuir sus producciones en streaming posterior a su estreno en salas. Si antes pasaba medio año para volver a ver una cinta, hoy sólo es cuestión de esperar un par de meses o, en ocasiones, días después de su premiere para poder disfrutar el mismo título en una tablet.
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Hollywood podría sacar mucho provecho de la situación, pero está topando pared con un sector creativo que resulta vital para la renovación o para la extinción: los cineastas. Son muy pocos los directores de cine que aceptan la idea de que la audiencia ya cambió, y que el concepto de quedarse en casa a ver una serie completa resulta más seductora que hacer la travesía a un cine para ver una cinta de dos horas, que puede o no ser de su agrado.
Muchos directores de cine, que tienen en común una edad avanzada y una gran influencia sobre jóvenes creadores, se niegan rotundamente a que su material sea visto en pantalla chica. Y aunque tienen su dosis de razón, creo sólo están viendo el vaso medio vacío. El streaming provee una ventaja que ni los cines pueden ofrecer: un mayor alcance global. Películas como Okja y Manchester By The Sea han encontrado a su verdadero público en las plataformas de binge watching. Hoy, cineastas como Chris Nolan apuestan por crear historias que por sí mismas representen un espectáculo, y que utilicen recursos que podrían ser 100% disfrutados sólo si se ocupan en una proyección de cine. He ahí el segundo aire que las cámaras IMAX están teniendo actualmente. Otros recursos, como el 3D, hoy sabemos fueron una fugaz solución a un problema mucho más profundo.
Aquí la disyuntiva es muy clara, pero tremendamente extraña. Mientras que el cine parece estar peleado con las series y su distribución, la industria televisiva parece no tener en problema en aceptar la influencia del cine sobre ella. Es decir, series enteras como Stranger Things, Breaking Bad o The Americans, no podrían existir si no aceptaran y se sumergieran en la obvia influencia que han recibido del séptimo arte. Desde la estética, la música y construcción de suspenso, estas series son vistas como volúmenes enteros de 10 o 15 horas en lugar de una obra separada en capítulos.
Vamos, ¿a quién no le gustaría ver capítulos de Game Of Thrones o los finales de The Walking Dead en una pantalla grande? Aunque algunas cadenas de cine eventualmente tienen proyecciones de capítulos de series, dichos eventos siguen siendo muy esporádicos y no muy comunes. ¿Podrían salvar las series al cine? ¡Por supuesto que sí! Pero el cine debe dejarse ayudar.
Un lago” de Rafa Martínez Sánchez es una peculiar ópera prima y que en el mejor sentido, divaga sobre las vicisitudes del amor, el sexo, la correspondencia y esas propuestas incómodas a las que no queremos ceder pero, lo hacemos...