En 1961 Jack Clayton dirigió The Innocents, adaptación de la obra literaria de Henry James titulada The Turn of the Screw, publicada en 1898, adaptada para el cine con guión de Truman Capote. ¡De inmediato su oscura historia y con temas tabú como el estupro, el incesto y la brujería infantil la colocaron dentro del gusto de los cinéfilos del género! ¿Pero qué pasa con esta nueva reinterpretación del clásico gótico bajo el título de The Turning (Presencias del mal)?
Kate (Mackenzie Davis) es una institutriz que es contratada para cuidar a dos niños, Flora (Brooklynn Prince) y Miles (Finn Wolfhard). Al llegar al lugar se da cuenta que es una mansión y de inmediato se da cuenta que es imponente y oscura, sin embargo no le da importancia. Al conocer a la ama de llaves y Flora se olvida de lo grande y tenebroso del lugar, pero todo cambia cuando Miles es expulsado del internado por conducta inapropiada y regresa a casa. A partir de este momento Kate nota la diferencia y comienza a sentir presencias oscuras que habitan allí y que no son nada amistosas…
A diferencia del clásico de 1961 de Jack Clayton, la realizadora italiana Floria Sigismondi actualiza el relato que parece funcionar en un principio con elementos noventeros y nostalgia de la época. El inconveniente es que al traer el texto a la modernidad se eliminan elementos que ayudaban a la narrativa que establecía el terror y el horror sobrenatural: las velas, la ausencia de luz y el uso de la mística del lugar eran un personaje dentro de la película. Las libertades que los guionistas se tomaron al cambiar la época de la historia con el afán de hacerla mucho más actual resultan valientes, arriesgados; sin embargo terminan por entorpecer el relato en sí mismo.
Tantos son los cambios que se ven afectadas las actuaciones de Mackenzie Davis, la cual oscila entre la locura y la demencia: se nota que no entiende al personaje, y la de Finn Wolfhard, quien interpreta a un adolescente que en su origen literario es un pequeño y oscuro caballero, pero nunca es maleducado ni histérico. Aquí Miles raya en lo odioso y el joven actor aún no logra creerse un personaje perverso y manipulador. Sin embargo, no pasa lo mismo con Brooklynn Prince: ella destaca mucho, logra un carisma y oscuridad precisos para el personaje; da confianza y miedo al mismo tiempo. Este personaje le quedó como un traje a la medida.
Aunque sigue con un estilo gótico muy bien logrado, la directora no pudo hacer funcionar el guión de Chad y Carey Hayes (El Conjuro) (vale aclarar que logran cosas muy interesantes que alcanzan momentos de tensión en la película y que también le proporcionan cambios positivos al relato original, tanto que en momentos muy cortos todo parece que va por buen camino) ya que nos encontramos con clichés del género; no abusa de ellos, pero vuelve a la película una muy cansada antes de que incluso comience a establecer el suspenso.
Pero...
Ya nos explayamos bastante antes, por eso repetimos que la época noventera le queda muy mal al relato clásico. La adición de elementos modernos y tecnológicos eliminan herramientas importantes que sumaban al terror y la tensión y que evidentemente los escritores no supieron manejar para llevar a la historia a un buen término.
A su vez, el final, al mismo tiempo que toda la película, es confuso, caótico y termina desdibujando todas las virtudes que la historia original tiene.
En resumen
Presencias del mal puede resultar original y propositiva para los espectadores que no conocen la historia original de Henry James y The innocents de Jack Clayton y se la pueden pasar muy bien porque logra momentos de tensión muy buenos.
Así mismo se nota que el guion no está escrito por Truman Capote y esto sí lo resentirán los cinéfilos más conocedores que se toparán con un remake que no ofrece nada nuevo y que arruinó la oportunidad de renovar un clásico del terror y del horror.
