El 19 de noviembre de 2020 se terminó el queerbaiting del siglo, me refiero al ship entre Dean Winchester y Castiel de Supernatural. Y terminó aparentemente bien, pues tras años de “insinuaciones”, Castiel confesó su amor por Dean en la última temporada de la serie. Casualmente, cuando ya no importaba si perdían audiencia, pues era el final de la serie. Sin embargo, dudo que esta “técnica de mercadotecnia” vaya a terminar pronto, pues todavía tenemos a Buck y Eddie de 9-1-1.
Si no estás familiarizado con este término, te explico que se trata de una “técnica de mercadotecnia” para atraer a la audiencia LGBT+ (o aliados) sugiriendo que dos personajes podrían ser queer y podrían terminar en una relación romántica, pero al final, nunca sucede. De esta manera, mantienen a su audiencia LGBT+ sin perder a su audiencia heterosexual. ¿Diabólico, verdad?
Pero el queerbaiting tiene un antecesor, el queercoding, que se podría definir como una manera no explicita de mostrar a un personaje o relación queer con una clara intención del director o guionista. El queercoding se generó en el cine a partir del código Hays, el cual determinaba lo que se mostraba y lo que no en las películas estadunidenses. Por supuesto, la homosexualidad estaba prohibida. Y aunque el código Hays se aplicó de 1934 hasta 1967, no cabe duda que dejó una gran influencia en el cine y las audiencias.
La comunidad LGBT+ siempre buscó esa representación, aunque fuera en el subtexto. Nos volvimos expertos en encontrar tropos y estereotipos con los que nos sintiéramos identificados, como por ejemplo, el villano excéntrico, la mujer ruda, insensible y que rechaza las normas de género, el personaje secundario amanerado. Si bien se tratan de estereotipos, en ese momento, esas generaciones queer, eran lo único que tenían para verse representadas en las pantalla. Así que, el buscar esa representación hasta por debajo de la piedra, creo yo que es entendible.
Con ese contexto, tenemos al primer exponente del queerbaiting, Dean y Castiel. Desde la cuarta temporada hasta su temporada final, hubo muchas referencias, tanto visuales como de diálogo, que sugerían que lo suyo era más que amistad (algo que con anterioridad expliqué en este artículo, por si quieres leer más a detalle cobre esta pareja). Por lo que cuando finalmente Castiel le confesó su amor a Dean en el 15×18, un episodio escrito por un guionista gay, todos lo celebramos. Sin embargo, tras su confesión, Castiel se sacrificó para salvar a Dean, y aunque la serie nos dijo que sobrevivió, nunca lo vimos reunirse en pantalla de nuevo con Dean para saber si éste le correspondía o no.
Otro segundo queerbaiting en la pantalla chica fue el que ocurrió entre Sherlock y el Dr. Watson en Sherlock de BBC. Sherlock y Watson son el perfecto ejemplo del meme de “los historiadores dirán que fueron roomates”. Por ejemplo, su arrendadora, la señora Hudson, piensa que ambos son pareja, y hasta se sorprende cuando Watson le revela que se casara con una mujer. Pero ella no es el único personaje que piensa que su relación es más que amistad, Irene Adler (quien es lesbiana, pero aun así siente atracción por Sherlock) le dice a Watson que él y el detective parecen pareja. Aunado a esto, la primera vez que Watson y Sherlock están en un caso, van a un restaurante donde el dueño les pone una vela en su mesa, como si fuera una cita, y después Watson le pregunta a Sherlock que si tiene novia, él le dice que no es realmente su área y Watson intuye que tal vez tiene novio, pero Sherlock lo niega. Watson le dice que entonces está soltero, al igual que él, y el detective piensa que, como decimos los mexicanos, le estaba tirando la onda. ¡Y cómo olvidar que las novias de Watson se sentían celosas y desplazadas por Sherlock, ya que el doctor siempre priorizaba su amistad y aventuras con él!
A pesar de todas esas insinuaciones, Mark Gatiss, co-creador de la serie, negó que la historia fuera por un camino romántico. “Por supuesto que no estamos en contra. Pero como hemos explicado muchas veces, esa no es la historia que queremos contar…Sherlock es claramente capaz de sentir emociones y de enamorarse de alguien, pero ese alguien no es John Watson, a pesar de su cariño y gran afecto por él”, dijo en una sesión de preguntas y respuestas en Tumblr (vía).
En la pantalla grande, tenemos como primer ejemplo a Bucky Barnes y Steve Rogers de las películas de Marvel. A lo largo de las tres películas en solitario del Capitán América, la relación de ambos personajes estuvo al centro de la historia y se nos mostró que el Capitán América estaba dispuesto a todo, desde romper la ley hasta traicionar su amistad con Iron Man, para salvar a su viejo amigo. Por supuesto, no es de extrañarse esta lectura queer por parte de los fans, si hasta ese momento Marvel no había presentado ningún personaje LGBT+ en sus historias.
Poe y Finn también es otro ejemplo de queerbaiting, pues desde El despertar de la Fuerza, los fans notaron que ambos personajes tenían potencial como pareja. “Estos son dos tipos que son felices siendo íntimos el uno con el otro emocionalmente. Así que no fue un shock total [que] la gente, ya sabes, viera eso ahí”, dijo Oscar Isaac, quien interpretó al piloto rebelde (vía). Isaac incluso reveló que él estaba interpretando su personaje como si estuviera enamorado de Finn, pero al final, “los señores de Disney no estaban dispuestos” a explorar esta relación romántica.
En conclusión, tras estos ejemplos, es obvio el por qué las personas que formamos parte de la comunidad LGBT+ nos sentimos estafados y exijamos con vehemencia claridad a los creadores de estos contenidos. ¿Por qué nuestra representación tiene que ser a base de “subtextos”? ¿Por qué debemos conformarnos con ello y seguir entregando nuestro dinero? El código Hays ya no está y es justo que nuestras historias sean contadas con el mismo amor, respeto, normalidad y seriedad con las que se tratan las historias de romances heterosexuales.