Meu nome é Bagdá (Mi nombre es Bagdad) es el segundo largometraje de Caru Alves de Souza que fue estrenado en el Festival de Berlín donde ganó el premio en la sección Generation 14plus y fue aplaudido por la crítica. Ahora nos llega como parte de la selección del GIFF 2020.
#ReporteGIFF: Un mensaje de solidaridad para las mujeres arriba de un skate, pero…
En este drama se nos cuenta la historia de una chica que se hace llamar Bagdá (Grace Orsato) que vive en el barrio de Freguesia en los suburbios de Sao Paulo, Brasil. Vemos cómo es su vida diaria junto a sus dos hermanas, Joseane (Marie Maymone) y Bia (Helena Luz), y su madre Micheline (Karina Buhr). Con solo 17 años, Bagdad dedica la mayor parte de los días a convivir con sus amigos, un grupo de skaters, con los que está la mayor parte del tiempo en el skatepark, todos ellos varones. Lo intercala con la convivencia con su familia y con los amigos de su madre, dos transexuales, en un salón de belleza cercano. Así, Bagdá todos los días tiene que convivir con los chistes y actitudes misóginas de sus amigos, la actitud machista de los comensales del bar donde labora su madre y el rechazo hacia los amigos de su madre. Actitudes que son “normales” en su barrio.
Todo cambia cuando en un viaje al centro de la ciudad conoce a un grupo de chicas skaters. Su relación con ellas hace que Bagdá vaya mutando su forma de pensar. El apoyo de ellas le infunde valor para levantar la voz en contra de las injusticias que ve todos los días.
A través de la visión intimista de parte de la directora nos vamos adentrando en la idiosincrasia de los barrios obreros de Brasil: aún existe un fuerte rechazo a los transexuales y tampoco ven con buenos ojos que una chica como Bagdá se dedique al skate.
Caru Alves de Souza logra elaborar un film coming fo age que bien puede catalogarse como feminista ya que el tema central es el desarrollo del personaje principal, que se encuentra en los albores de su mayoría de edad y cómo logra sobreponerse a las limitaciones de su entorno para llegar a ser más que una simple chica, sino legar a ser ella misma: Bagdá. La película usa el skatepark como una metáfora de la sociedad y la patineta como el vehículo para transitar por ella. La secuencia de inicio nos muestra a Bagdá andado en su patineta por un gran pasillo hasta llegar a una reja que no logra detenerla; ella la salta para escribir en la pared “jódanse”: ese es el sentido del film.
Pero...
Aunque a simple vista podría parecer un drama común con un mensaje de superación para la mujer, Alves de Souza logra escribir una historia, en conjunto con Josefina Trotta, que no se vuelve ni regañona ni busca la lágrima fácil en el espectador sino que al centrarse en el desarrollo del personaje de Bagdá logra darle esa dimensionalidad con la cual identificarse de inmediato. Incluso en una escena en la que hay una pelea, la directora la convierte en un baile quitando un poco de emocionalidad al momento pero sin restarle importancia. Así logra transmitir su mensaje sin sentirse forzado.
En resumen
Meu nome é Bagdá (Mi nombre es Bagdad) es un gran coming of age que logra entregar de manera muy efectiva la crítica social, temas de género, de superación y un mensaje de empatía y solidaridad entre las mujeres. Todo esto a través de la gran metáfora de la patineta que trata de avanzar en este gran skate park en el que nos tocó vivir.
