Cualquier entusiasta del Semental Italiano estará en contra de lo que diré a continuación si me lee con pasión, pero si lo hace fríamente, estoy convencido que me entenderá.
El viaje de Adonis Creed en la saga Creed hasta el momento es una copia fiel de lo hecho por Rocky, de eso que no quepan dudas. La primera película reinventa y remodela la serie general de Rocky, tan es así que no podemos distinguir al original. El legado de Rocky es tremendo, y Sylvester Stallone permite que su personaje quede en un segundo plano como entrenador y dándole al personaje de Adonis, interpretado por Michael B. Jordan, la oportunidad de encontrar su camino a la gloria.
De manera similar, Creed II es un calco de Rocky IV y retrata cómo estos “familiares” cargan cada uno el peso de la muerte de Apollo. Si bien las historias de ambos personajes son importantes, es más que obvio que Rocky aleja su ala protectora de Adonis. Más allá de la victoria moral de Adonis, Rocky es el que triunfa, ya que finalmente deja atrás sus errores pasados y pasa la antorcha de su legado a Adonis Creed.
Sí: los lazos que unían a la saga Creed con la franquicia de Rocky se cortaron. Incluso desde un punto de vista narrativo, el regreso de Stallone estaría de más con su papel si se hace presente en Creed III. La historia de Rocky Balboa en Creed está fuertemente impulsada por su culpa persistente de no tirar la toalla antes de que Apolo perdiera la vida a manos de Drago en Rocky IV. La victoria de Adonis contra el hijo de Drago en Creed II libera a Rocky de esa culpa y cierra el círculo de su historia. La ausencia de Rocky en Creed III puede romper la tendencia de sombra y permitir que la serie de Michael B. Jordan labre su propio camino único.
Poco después de la victoria Adonis Creed sobre Viktor Drago, Rocky le dice al joven que es “su momento”. Este ademán no solo significa que saldrá del boxeo, sino que colgará los guantes también en su relación tan apegada con Adonis y se dedicará más él: la última escena de Creed II muestra a Rocky conociendo a su nieto, consolidando aún más lo que dijimos antes.
El boxeo para Rocky fue, en los últimos años, una vía de escape del dolor. Ahora es tiempo que su último pupilo lleve con hidalguía esa carga, pero que se libere también de su sombra.
