Me da un poco de vergüencita decir que me gustó el episodio de esta semana, porque si bien el encierro de Oliver le sirvió a Adrian para acercarse al pequeño William fue todo una hermosa excusa para que el #TeamOlicity resurja de las cenizas y volvamos a tener esperanzas. Por está claro, que luego de este capítulo, todos queremos que Felicity y Oliver vivan felices para siempre ¿no?
Luego de la explosión con la que finalizó el capítulo, tenemos a Felicity otra vez paralítica y depende completamente de Oliver para poder salir de ahí. Bah, por momentos tiene el control de la situación, pero los dos arruinan sus opciones y Ollie terminó casi muerto por culpa de gas y algunas heridas.
Poner a los dos en el mismo lugar los hizo hablar de todo lo que venían evitando y aunque escuchamos muchas cosas como si fuesen un disco rayado, se llegó al punto en el que Oliver le comentó a Felicity lo que le hizo notar Chase. El tema es que aunque él crea que todo era una excusa para matar, lo único que importa es lo que él realmente piense y me parece que terminaremos la temporada con un “No soy un asesino, soy The Green Arrow”.
También le sirvió a Felicity para darse cuenta de lo difícil que es ser Oliver Queen porque hace ya 10 años que él está haciendo esto y si todo lo que vivió no lo transformó en Prometheus, es porque él no quiso que así sea. Ella tuvo un poquito de esa oscuridad con la que Ollie vive día a día y eso la quebró, así que Felicity necesita más de Oliver y él más de ella.
De fondo, tuvimos una pequeña reconciliación de los Diggle. Lyla demostró que A.R.G.U.S está muy metida en la oscuridad y hasta le robaron el prototipo de “las bolas de Curtis” pero ellos se cansaron de pelear y como los otros dos abajo, entendieron que hacen lo que tienen que hacer para salvar al mundo y como Felicity necesitó el apoyo de Oliver, Lyla necesita la misma confianza que John tiene por The Green Arrow. Además, hay un pequeño detalle, ellos están casados…
