El capítulo anterior nos había dejado con nuestra familia dividida en dos frentes: por un lado Travis con su ex esposa y su hijo y por el otro lado Madison con sus dos descendientes (Nick con su estado de abstinencia a las drogas). Ambos escapando de los pequeños focos de locura urbana.
Lo cierto es que Travis logró el auxilio de Daniel Salazar y su familia quienes lograron acogerlos en pleno rebrote de la ciudad. Lo que comenzó como pequeños alzamientos amenaza por invadir las calles y con ello lograr que a traves del miedo el virus se propague de forma mas rápida.
Por su parte Madison con sus hijos en un ambiente más apacible se entretienen con juegos de mesa mientras los primeros zombies merodeadores se acerca a su improvisado refugio.
Finalmente ambas familias se reunen (memorable frase de Travis “tengo a dos esposas en una misma casa”) y todos comienzan a darle el verdadero nombre a las situaciones que lo rodean. Uno de los más altos momentos de este capítulo estuvo en la sentencia ” no esta enferma, está muerta” lo que no sólo habla de la situación en particular de un infectado sino que marca el camino a seguir con respecto a todos. Sin misericordia, sin empatía no somos lo mismo que ellos. Somos diferentes nosotros estamos vivos y ellos muertos y por lo tanto debemos actuar con total frialdad y sin culpa frente a estos vestigios humanos.
Las ciudades de a poco empiezan a volverse más caóticas y el suministro de luz se interrumpe mientras todos huyen a un costado comienzan a oscurecerse las calles y de a poco vamos sintiendo ese aroma apocalíptico que tanto nos enamoro en Walking Dead.
Número creciente de zombies, perros asesinados, tumultos callejeros y ciudades en penumbras parecen ser los ingredientes de un efectivo tercer capítulo que nos deja con ganas de mucho más.
La intervención militar en los próximos capítulos promete ser el signo determinante de la crisis ya instalada y el comienzo de una era mas similar a lo que conocimos en The Walking Dead.