En esta segunda entrega de Historia de un clan nos adentramos mas y mas en la psicología de cada uno de los miembros de este grupo familiar. Alejandro comienza a verse cada vez mas acechado por su padre (figura siniestra si las hay) y por el avance de su nueva relacion de pareja. Mientras tanto el primero de los golpes es llevado a cabo secuestrando a uno de los compañeros de rugby del joven.
La casa que habia sido acondicionada al efecto parece ser el lugar perfecto para mantener cautivo al primero de los secuestrados por el clan. Un nuevo elemento se suma para dar aun un toque mas creepy al cautiverio: como un homenaje al film ochentoso Breakpoint, los miembros de la familia utilizan máscaras para ocultar su verdadera identidad (aunque hablan abiertamente frente al secuestrado).
El patriarca se muestra cada vez más comprometido con la causa la que considera casi como un elemento de venganza de clases, dado que manifiesta secuestrar a jóvenes pertenecientes a clases acomodadas que poco saben sobre ganarse la vida trabajando.
La personalidad de Arquimedes se presenta en esta miniserie como un ser xenófobo ( con frases como “cerveza negra y puta “, ” judio, drogadicto”), machista y con un profundo resentimiento por las clases altas.
Mientras que su mujer Epifanía muy por el contrario ansía ser parte de ese grupo social que su marido defenestra de forma tan notoria y cuida sus modales para poder por lo menos tener la apariencia de una mujer de clase alta.
Los avances del próximo capítulo dejan entrever que los miembros de la familia (sobre todo Maguila) empezarán a tener lazos empáticos con el secuestrado lo que complicará notablemente la supervivencia de esta “industria sin chimeneas”.
Como dice la canción de Seru Girán “.. A buscar el pan y el vino ya fui muchas veces a sembrar ese camino que nunca florece…” sin lugar a dudas estos dos primeros capítulos han servido para plantar el germen de esta asociación ilicita familiar que florecerá en lo peor de la argentinidad al palo.
