Siempre es bueno decir la verdad… o casi siempre…
Al querido Brian le carcome la conciencia lo que debió hacer (robar información al FBI) ya que en cierta forma traicionó la confianza de la agente Rebecca. Por ello se graba en un video en estado de NZT para ver de qué manera poder informarle a ella que entre esos archivos que hurtó había información sobre su padre. Recrea una y mil veces cómo comunicarle y no quedar mal con ella, Sands y con su vida en sí.
El caso de este capítulo se refiere a que han detectado un tráfico de metanfetamina (por favor esta vez no culpemos al pobre Walter White que ya no se encuentra entre nosotros. Que el señor lo tenga en la gloria).
Parece ser que la metanfetamina que se está rastreando no está siendo usada para consumo del tipo estupefaciente sino para fabricación de explosivos, ya que los componentes químicos mezclados con otras sustancias sirven también para dicho propósito. Es por ello que con la colaboración del escuadrón del SWAT comandado por Casey Rooks (Desmond Harrington que interpreta a Joseph Quinn en Dexter, casualidad o no aquí también son pareja junto a Rebecca) logran atrapar a Chris Garper, aunque luego esa cacería es en vano ya que es inocente.
Sam, hermano de Chris, es el nuevo objetivo. Sam se encuentra oculto y pertenece a un grupo terrorista llamado “Los Hijos de Nathan” (Nathan Allen – El jefe) que pretende realizar un ataque en New York.
Para atraparlo lo utilizan a Chris (engañado por Brian, es el único en quien confía) para desbaratar el ataque. El resultado es que en el encuentro resultan muertos tanto Nathan como Chris.
Eso lleva a Brian a tal tristeza que luego decide en cierta forma contarle la verdad a Rebecca.