La acción esta semana nos lleva a Sudáfrica donde dos jóvenes asisten a su tía en un bar local para de esta forma lograr algunos ingresos extras. Sin embargo, uno de ellos es secuestrado y posteriormente asesinado, por lo que cuando el segundo corre una suerte similar es tiempo de dar intervención a nuestro equipo de FBI.
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Pero la forma en que el joven fue asesinado se conectaba con otra mujer también muerta en esa zona: Lara Bosch. Así se conectaron los dos casos; sin embargo, nadie sabía cómo o por qué. Nuestro equipo, junto con la policía local, empezaron a investigar a los padres de ambos tratando de establecer una conexión que pudiera ayudar a encontrar al norteamericano que aún se encontraba secuestrado. Así investigando los pasados de los progenitores de las victimas llegan a una palabra clave: Pretorius.
Pretorius era una organización radical combinada después donde parte de la cúpula de la misma era partidaria de encontrar y asesinar a los que eran dignos de confianza del movimiento antiapartheid. Así, Pretorius fue obligado directamente a la comisión de genocidio de catorce personas. Aunque los agentes fueron perdonados por su crimen cuando se derrumbó el apartheid.
Así Brandon y el padre de Timoteo Smit Armand fue Pretorius y así fue Lara y el padre de Kurt Bosch Rowan. Estos crímenes de odio eran los que motivaron que un lobo solitario emprendiera la venganza de los mismos a través de sus hijos (la forma más cruel de pagar sus crímenes). Afortunadamente las pistas lograron que el equipo pudiera recuperar al joven secuestrado y también evitar la muerte de otra hija del grupo Pretorius.
Finalmente, el joven regresa a suelo norteamericano, pero lo más importante es que su padre deberá responder por los crímenes cometidos en tierra extranjera y de esta forma comprobaremos que el brazo de la ley no conoce de fronteras ni temporales ni físicas.
