En nuestra segunda semana en Wind Gap, la investigación alrededor los asesinatos de Ann Nash y Natalie Keene comienza a tomar forma. Asimismo, los flashbacks de esta semana nos sugieren que Camille nunca ha sido la favorita de su madre, lo cual puede explicar la fría relación que existe entre ellas.
Al inicio del capítulo, Camille Preaker debe asistir al funeral de Natalie Keene junto con Adora, quien le suplica a su hija mayor que guarde la compostura durante el evento. Camille hace caso omiso de las advertencias de Adora y en la iglesia se da cuenta de la extraña relación que Natalie mantenía con su hermano mayor. En este lugar, Camille también se reúne con Jackie O’Neill (Elizabeth Perkins), vieja amiga de Adora y la única habitante en todo Wind Gap que en verdad parece tenerle cariño a Camille.
Después de un momento incómodo en el funeral, Camille sale de la iglesia y ve al detective Willis inspeccionando las llantas del auto de Bob Nash. Sin embargo, Camille tiene asuntos más urgentes que atender y se dirige a la tienda más cercana, donde compra un pequeño kit de costura que más tarde usa para seguir escribiendo palabras en sus cosas, su ropa y su cuerpo. En esta tienda, Camille también se encuentra con Amma y sus amigas, quienes están robando alcohol del local.
Camille le pide a su hermana que tenga cuidado, pero una de sus amigas le dice a Camille que ellas no están en peligro porque son “populares”, comentario que la protagonista guarda en su mente y comprende cuando visita la habitación de Natalie Keene. Según el padre de Natalie, antes de desaparecer, su hija se dirigió al bosque donde usualmente atrapaba arañas y se ensuciaba jugando con la tierra. Camille le sugiere al padre de Natalie que su hijo podría ser el principal sospechoso de la investigación, pero el hombre descarta firmemente dicha posibilidad.
Ese mismo día, Camille visita la zona del bosque que Natalie Keene frecuentaba y que es el mismo lugar donde, en su momento, el detective Willis encontró el cadáver de Ann Nash. Ahí, un par de niños le cuentan a Camille sobre “la mujer de blanco”, una misteriosa figura que, según ellos, se llevó a Natalie. Al pedirles más detalles sobre esta mujer, los niños le dicen a Camille que quien vio todo fue otro chico al que ya no le hablan y que vive a unos metros de ahí.
Camille no tarda en visitar al chico en cuestión y rápidamente se da cuenta de por qué nadie lo está tomando en serio: el niño vive en condiciones muy precarias con su mamá –quien tiene cáncer y consume drogas todo el día– y cuyo único juguete es una pistola que, según él, usará para “defenderse” en caso de que “la mujer de blanco” venga a llevárselo. La protagonista no pierde el tiempo y se reúne con el jefe de policía Vickery, quien sigue sin querer cooperar con Camille en la investigación.
Al contarle lo que acaba de descubrir, Vickery le hace entender a Camille que el testimonio del niño no es creíble por las condiciones en las que vive. Además, Vickery está seguro que los asesinatos fueron cometidos por un hombre y no por una mujer. Lo anterior es un detalle muy importante, ya que, en otra escena, el detective Willis está inspeccionando el cadáver de Natalie Keene con ayuda del forense cuando éste le explica que para sacarle todos los dientes al cuerpo, el culpable debió tener mucha fuerza, tiempo y paciencia.
Hacia el final del episodio, Camille visita el bar y se encuentra con el detective Willis, quien se muestra menos rígido ante la idea de compartir notas con la reportera. El detective confiesa que no entiende Wind Gap en absoluto y le reafirma a Camille que el asesino debe tener mucha fuerza física para manipular los cadáveres de la forma en que los han encontrado. No obstante, Camille no está del todo convencida que puedan afirmar algo así tan pronto.
Al llegar a su casa, Camille observa que Adora y su media hermana están pasando un rato juntas y prefiere no interrumpirlas. Tras poner al tanto a su jefe de lo que ha descubierto, Camille se siente un poco más convencida con su desempeño como reportera, pero sus dudas regresan cuando escucha los gritos de Amma en la planta baja. Camille le pregunta a Adora qué es lo que está ocurriendo con su media hermana, pero Adora sólo tiene reclamos para ella: “¡Quiero que las cosas estén mejor entre nosotras, pero no sé qué hacer!“, le dice entre sollozos.
Acostumbrada a la actitud de víctima que su madre toma en todo momento, Camille vuelve a subir a su cuarto y saca la aguja que venía con el kit de costura que compró al inicio del capítulo: lo único que ella puede hacer para sacar su frustración es seguir escribiendo palabras en su cuerpo.