¡Regresamos al Deuce! Lo digo con gran alegría porque por fin HBO,George Pelecanos y David Simon nos dieron el estreno de la segunda temporada de The Deuce, a mi parecer la mejor serie nueva de 2017. Poco vista, poco aclamada, pero aún así no hay necesidad de todo ello para declararlo.
Este regreso nos sitúa años después del final de temporada, ahora corre el año 1977 y la nueva forma de vender placer ha cambiado mucho. La pornografía ahora ya está en las grandes marquesinas, la prostitución en la calle parece una idea del pasado y las cabinas para disfrutar de mujeres desnudas son el nuevo hoy. Esta nueva revolución ha cambiado para todos, o en esencia eso parece. Candy (Maggie Gyllenhaal) es la estrella del porno debido al desarrollo de su talento frente y detrás de la cámara.
Vincent (James Franco) ahora disfruta del poder que le ha dejado adentrarse en el negocio del placer, pero a la vez tiene que seguir lidiando con su hermano gemelo, Frankie, quien sigue siendo un vividor. Y aunque esa secuencia inicial musicalizada a ritmo de “Let the Music Play” de Barry White nos hace adentrarnos a una atmósfera totalmente diferente a la que dejamos, pronto nos damos cuenta que el éxito sigue arrastrando viejos vicios que podrían costar caro a todos.
Ejemplo claro es el de Candy quien sigue buscando apostar por la innovación dentro de la industria del porno, pero su productor parece no tener la misma idea y rechaza los cambios artísticos que ella propone. Las sensaciones que ella pretendía hacer sentir al espectador quedan reducidas a lo de siempre.
De ahí pasamos a lo que sucede con los hermanos Martino,Frankie sigue siendo un tipo vividor lleno de deudas que decide ir a una de las cabinas de su hermano para recoger el dinero cuando la gerente del lugar está ausente y por supuesto que desaparece. Vincent inicia una búsqueda imparable para dar con el paradero de su hermano, lo que da motivo a llevarnos por diferentes espacios de la ciudad de Nueva York, de esta forma nos actualizamos.
Abby (Margarita Levieva) ahora es la encargada del Hi-Hat y su lucha por los derechos de la mujer y la cultura punk está de su lado. Por otro lado vemos que Paul (Chris Coy) ya maneja su propio club exclusivo para la comunidad gay y quien ya tiene miras de independizarse de la cuota de los italianos por protección, pero no creemos que sea fácil esa cuestión.
En esa transición también nos acercamos a los padrotes como C.C. (Gary Carr), quien sigue sin encontrar la fórmula perfecta para recuperar el control de sus mujeres y aunque Lori (Emily Meade) ya es una estrella destacada en la industria porno, sigue siendo un parásito de su trabajo y por lo tanto no le queda más remedio que estafar, como siempre lo ha hecho. Mientras unas están fascinadas con la industria, Darlene (Dominique Fishback) sigue inmersa en los libros, lo que la ha llevado a idear maneras de alejarse de Larry (Gbenga Akinnagbe) para conseguir un título universitario que la aleje de esa vida.
Pero toda esa vida podría cambiar cuando el ahora detective de homicidios Chris Alston (Lawrence Gilliard Jr.) es contactado por Gene Goldman, un mensajero del gobierno para proponerle una limpia de Time Square. Regresando a Vincent, la búsqueda termina y una noche reaparece Frankie, aparentemente, casado y su hermano decide “perdonar” su deuda. No hay tiempo para perder el tiempo cuando existen otras fugas de dinero más importantes que cubrir.
Después de tantas preocupaciones Vincent y Abby se relajan juntos; mientras que vemos a Candy revisando el nuevo corte de la película que estaba editando con una mirada profunda a las escenas y sabemos que ella no se quedará con las ganas de llevar su idea hasta el límite.