A un episodio del final de The Strain, la batalla contra El Amo ya es inevitable. El noveno episodio desenmascará a los traidores en ambos bandos, mostrando lo peor y lo mejor de cada uno.
Zach ha retornado al lado de su padre. Sin embargo, tanto Eph como sus compañeros dudan en confiar en el joven, por lo que lo mantienen encerrado.En un principio, Zach se rehúsa a contar su historia alegando que se encuentra muy cansado, pero luego, cuando empieza a narrar los hechos, le cuenta absolutamente todo a su padre. Dónde se encuentra El Amo, qué hizo durante estos nueve meses, e incluso hasta les dibuja un esquema de la habitación del Empire State donde se refugia el villano.
Mientras tanto, Fet y Dutch intentan sacarle información a Mr. Desay, quien se encuentra secuestrado desde el episodio anterior. Sin embargo, Desay, no da signos de arrepentimiento y cree fervientemente que su trabajo con The Partnership era para mejorar la humanidad. Dutch no soporta su discurso y empieza a golpearlo sin piedad, pero finalmente llega Quinlan para hacerse cargo de la situación.
Un aburrido Roman se encuentra en el estacionamiento de la Reserva Federal con Gus y sus pandilleros. Aunque al principio no confía en él, en seguida se da cuenta de que están ahí para pelear contra los strigoi.Gus vino armado hasta los dientes para ayudarlo a defender la ojiva nuclear y para sacar de la Reserva Federal toda la plata que puedan, el único elemento que Setrakian les enseñó que valía la pena para pelear contra los vampiros.
Intentando conseguir información de él, Quinlan lleva a Desay a ver a su también secuestrada esposa. Para presionarlo, Quinlan amenaza con beberse la sangre de la esposa de Mr. Desay, lo cual quiebra al empresario, quien termina develando el paradero del amo, coincidiendo con lo que previamente había dicho Zach.
Mientras todos debaten acerca de cómo acercarse al Empire State, Eph lleva a Zach a la terraza del edificio, porque todavía no está convencido de poder confiar en el niño. Una vez allí, fingiendo una hermosa charla de padre e hijo, Eph le da a Zach una lata de gaseosa. Zach, aparentemente sin querer, se corta un dedo intentando abrir la lata. Eph, en seguida, se da cuenta de las pocas probabilidades de que eso sucediera.Una vez adentro, lo confronta, y el niño le confiesa que ha dejado su sangre en la terraza para que sus strigoi rastreadores puedan venir a buscarlos y detenerlos. Zach le dice que ElAmo lo ha dejado decidir sobre qué hacer con él, y que si le dice dónde está la ojiva nuclear lo dejará vivir. Eph, que ha perdido todo control, amenaza a su propio hijo con un arma, pero obviamente no puede matarlo. Lo encierra nuevamente y les informa a todos que deben irse de allí.
Una vez reunidos en el estacionamiento de la Reserva Federal con Roman y Gus, debaten acerca de las posibilidades de estar entrando directamente en una trampa. Sin embargo, Quinlan le pregunta a Roman si hay forma de detonar el misil de forma remota, a lo que Roman se ha adelantado y construido un aparato para hacerlo. Sin embargo, este aparato no permite alejarse del alcance de la explosión. Quinlan, quien sabe que su vida está ligada a la del Amo, dice que él se ocupará de detonar la bomba, ya que si El Amo muere, él tampoco sobrevivirá.
Él ingresará al Empire State para confirmar que El Amo se encuentre allí y, de encontrarlo, les avisará por radio a los otros para que dejen la bomba en el estacionamiento del edificio y después huyan, mientras él se ocupa de la detonación. No es el mejor plan del mundo, sobre todo con las sospechas de estar encaminándose a una trampa, pero no tienen opción.
Mientras tanto, El Amo y los strigoi rastreadores van en busca de Zach, pero también se encuentran con Desay y su esposa. El Amo está muy desilusionado con la conducta tanto de Zach, como con la de Desay. En un último intento desesperado, Desay intenta echarle la culpa a su esposa de todo. El Amo la asesina, pero después también elimina a Desay.
Una vez adentro del Empire State, Quinlan se encuentra con Abby y se da cuenta de que es una trampa. Mientras lucha con ella y con los vampiros que han dejado para defender el lugar, les avisa a sus compañeros que se vayan. El Amo, a través de Abby, intenta doblegar la voluntad de Quinlan, pero éste está decidido a vencerlo y le promete una pelea final.
Cuando el resto intenta retirarse en las camionetas, por las calles empiezan a aparecer miles de strigoi, dispuestos a luchas con ellos y robarles la bomba.
El último episodio será, probalemente, una gran lucha.