The Day Will Come When You Won’t Be

El episodio empieza con la escena del Sneak Peek que vimos en NYCC donde Negan maltrata verbalmente a Rick quien se muestra notablemente afectado por lo que acaba de suceder (que suponemos es la muerte de uno o varios de su grupo).

Negan arrastra a Rick hasta la casa rodante mientras con su otra mano lleva el hacha (momento en el que empezamos a temer porque el destino de la mano de nuestro héroe sea el de los comics). En las viñetas, nuestro líder pierde su mano en Woodbury quedando de esta forma incapacitado por el resto de su vida.

Pero aún no llegó esa hora para Rick y ya dentro de la camioneta Negan insta a nuestro héroe a que tome un hacha y haga lo que tanto amenazó, pero cuando lo intenta nota que Negan tiene una ametralladora de modo que nada puede hacer contra él. Juntos se dirigen hacia una zona plagada de zombies donde hay unos troncos quemándose y allí detiene la van y abre la puerta arrojando el hacha al techo y ordenándole a Rick que la busque. Mientras él lo hace y lucha en un mar de humo y zombies, su mente aún no puede recuperarse de lo que ha pasado.

Finalmente debemos hacer frente al gran cliffhanger de la temporada y uno de los más importantes de los últimos tiempos en la televisión. La identidad de la víctima de Negan, la sangre que debió correr para cimentar el liderazgo de este nuevo hombre fuerte del universo walker. Y el primero en caer frente a Lucille fue Abraham. Con la prestancia y valentía a la que nos tuvo acostumbrados en los 38 episodios en los que fue parte de TWD , recibió con entereza el primer golpe (recordamos la frase de Negan está soportándolo como un campeón). Pero Negan siguió golpeándolo de forma perversa e impiadosa. Luego se acerca a Rosita y la obliga a ver a Lucille bañada en los restos del pelirrojo.

Y cuando creíamos que Abraham había saciado la sed de sangre de Lucille vino el golpe que no esperábamos o tal vez el que sólo se pospuso en el tiempo: Glenn. Luego de un arranque de furia por parte de Daryl que es sofocado por Rick, Negan se acerca a Glenn y con una fidelidad espantosa a las viñetas destroza su cabeza contra el suelo con Lucille. Sí, ese hombre que nos hizo temer por su vida en la temporada anterior, se despide de nosotros luego de 82 episodios de la manera mas cruenta posible, sin desviar la mirada de Maggie por un momento mientras su conciencia se pierde ante los golpes de Lucille.

Luego de este festín gore (porque realmente eso fue lo que vimos), Negan intenta un último acto de sadismo al obligar a Rick a que corte el brazo de su hijo. Y en medio de una cuenta regresiva para que lo haga le dice que ahora son propiedad de él y trabajarán para él y su gente.

Negan se marcha con Daryl como rehén y deja a nuestros protagonistas solos en medio de esos dos cuerpos masacrados, esos cráneos que apenas pueden reconocerse. Mientras Los Salvadores se retiran, algunos toman fotos del desastre como las mismas que en su momento descubriera Glenn (ironía de la vida, ahora es su cuerpo el que aparecerá en esas polaroids).

Maggie se levanta, con una entereza por demás admirable, e inmediatamente empieza a pensar en la venganza. Su cuerpo esta débil y su mente afectada por lo que acaba de ver, mientras todos le ofrecen ayuda para dar sepultura a Glenn.

Rick desliza una frase que representa el sentimiento común (hasta de nosotros como espectadores): Todos somos familia. Mientras tanto unas imágenes de lo que ya nunca será empiezan a proyectarse: una mesa con Glenn y su hijito con Maggie en medio de un almuerzo familiar. Sin lugar a dudas, el ingreso de Negan rompió varias de esas fantasías, pero también ayudará con el paso del tiempo a forjar el liderazgo de Rick.

Gran retorno de The Walking Dead con un nuevo villano que está a la altura del desafío que le plantea ingresar en este universo donde los zombies son sólo una tenue excusa para adentrarnos en los límites de la crueldad humana y los alcances del heroísmo.