Una joya más de la televisión que sufrió un innecesario y no tan aclamado retorno. Chris Carter (junto con el mismísimo David Duchovny) fundaron esta exitosa franquicia hace más de veinte años. Las aventuras –y desventuras- del dúo Mulder/Scully nos mantuvieron pegados a la televisión durante nueve temporadas, dos películas e innumerables historias en el universo expandido, ya sea en formato de libro, cómic e incluso spin-off.
Si tenían a Carter de vuelta detrás de cada episodio, a Gillian Anderson, David Duchovny y Mitch Pillegi en el reparto de nuevo, ¿porqué los capítulos del 2016 fracasaron en conectar una vez más con su audiencia? No fueron los efectos visuales (hubo una mejora impresionante), no fue el canal (FOX nunca nos deja un sabor amargo en la boca)… En mi opinión, fueron las historias.
Algo que tal vez los showrunners no tomaron en cuenta, es que la serie comparte una característica muy importante con muchos de sus shows contemporáneos como Friends o Buffy La Cazavampiros: son series cuyo éxito fue posible porque se produjeron en el momento correcto. Seguramente si los X-Files tuvieran su piloto estrenado en pleno 2017 sería un estrepitoso fracaso.
En los años noventa el acceso a la información era radicalmente diferente al que tenemos ahora. El ver a un par de valientes agentes del FBI con información confidencial en sus manos todo el tiempo era emocionante, era casi ficticio. Hoy, cualquiera puede hackear y obtener información de miles de personas desde una computadora común y en pantuflas desde su casa. Eso que Mulder y Scully no podían descifrar fácilmente, eso que los hacía tener que visitar a los Pistoleros Solitarios, hoy simplemente se puede averiguar desde un smartphone.
Los guiones de X-Files desarrollaban sus ideas muy bien porque crearon a un par de personajes que penetraron en la audiencia de una manera nunca antes vista. No era lo importante saber si una nave alienígena había abducido a Scully, nosotros queríamos saber si Dana estaba bien, si seguía viva. No queríamos saber por qué Mulder no estaba en la oficina, queríamos averiguar si Fox había sobrevivido sus ataques impulsivos que siempre lo ponían en riesgo. Durante ocho temporadas (la novena fue un intento fallido de cambiar el elenco), explotaron magistralmente a sus personajes, cerraron prácticamente todos los círculos y no había mucho más universo por descubrir. De alguna manera, quedamos en paz con Mulder y Scully.
Tal vez el primer síntoma que nos avisó que un revival de X-Files no era buena idea fue I Want To Believe, una película que no supo realmente qué historia contar, una cinta que simplemente sirvió para demostrar que Mulder y Scully no son identidades atractivas para el siglo XXI. La décima temporada tuvo el gran acierto de conservar esa gran chispa que siempre ha habido entre Anderson y Duchovny, pero fracasó en colocar a sus protagonistas en una trama interesante, cautivadora. Fue más de lo mismo con mejores efectos.
Algo que también destacaba a cada episodio antiguo de los X-Files es que las víctimas en cada caso (o al menos, en su mayoría), resultaban ser personajes que te importaban, cuya desgracia en un principio, también te afectaba. Con el paso de los acontecimientos, aprendíamos que cada víctima era mucho más de lo que aparentaba, llevando al personaje a ser en ocasiones, memorable. Son muy pocas las series de televisión cuyos personajes secundarios, incluso cuando no van a aparecer de nuevo en la serie, son tan bien desarrollados.
Los X-Files también tuvieron episodios que se atrevieron a ser diferentes visualmente, que fueron creativamente valientes y entregaron a su audiencia una experiencia distinta. A veces funcionaron y a veces no, pero con el paso de los años aún podemos recordar capítulos que fueron en blanco y negro o incluso aparentemente filmados en una sola toma. La más reciente temporada falló estrepitosamente en su fotografía. Cada capítulo se veía igual que el anterior, los X-Files se convirtieron en una serie visualmente plana que no portaba nada fotográficamente. Para eso tenemos las interminables series policiales como CSI o Chicago PD.
Hubo también episodios que fueron tan pero tan malos que eventualmente se convirtieron en una bella curiosidad y que sólo los fans saben apreciar. Como aquella ocasión en que tuvimos que soportar como nuestros queridos Mulder y Scully eran llevados al cine en una ridícula película de Hollywood. Pero eso fue accidental, estoy seguro de que los encargados de ese tipo de episodios no querían pasar a la posteridad como responsables de estos raros episodios. En 2016, en el capítulo Mulder & Scully meet the Were-Monster, la serie tocó su punto creativo más bajo. Es decir, agradecemos que haya estado cargado de easter eggs y chistes internos, pero la trama resultó ser tan absurda que seguramente hasta el más fanático quería que se acabara.
Es bastante probable que obtengamos una temporada más, y Chris Carter aprenda de sus errores, pero, ¿de verdad queremos ver de nuevo a Fox y a Dana? Duele, pero debemos aceptar que ciertos personajes se deben quedar sujetos a ciertos pasajes de nuestra vida, a ciertos momentos de la nuestra propia historia.