Estos personajes de la temporada 3 de Sex Education nos robaron el corazón

El meme del caballo dibujado que pierde calidad progresivamente no aplica para Sex Education. Con el reciente estreno de la tercera temporada, la serie retrata quizá su lado más honesto y ambicioso mientras continúa diciendo claro y fuerte el objetivo que llevó a Laurie Nunn a crearla desde el principio. La espera desde el lanzamiento de la segunda temporada se alargó hasta 18 meses, pero créannos: el resultado final no solo mantiene el alto nivel característico, sino que da un paso más hacia adelante.

Hay un aire de madurez que distingue a esta temporada de las anteriores. Si bien, se aprecian momentos de calentura que llamaron la atención de muchos fans, es inevitable sentir que la serie optó por atenuar algunas de sus escenas de sexo más explícitas, inclinándose por una mayor conciencia emocional, con más corazón. Los escritores no se conformaron en confiar en los mismos personajes de siempre: incorporaron nuevos y resaltaron otros que ya estaban desde el principio que no tenían tantos reflectores.

Sin miedo a equivocarnos, podemos decir que los nuevos personajes cumplen con un propósito; su integración se siente natural, son entrañables y ayudan a que la temporada sea identificable, inteligente e inclusiva. Y lo mejor, es que tampoco olvidan a los que ya estaban: todos reciben un crecimiento genuino y paulatino.

Estos fueron los que se robaron nuestro corazón en esta tercera temporada.

Curiosamente, el episodio que pintaba como el más tedioso resultó ser también un pilar importante de la tercera temporada, y es cuando Eric (Ncuti Gatawa) viaja con su familia a Nigeria para una boda. Es en este viaje cuando se aprecia verdaderamente la evolución del personaje y el espectador entiende que él y Adam (Connor Swindells) están en diferentes etapas de su camino hacia la comodidad con uno mismo. Eric pasó de ser el muchacho que escondía su lado más brillante de su propia familia a ser uno de los más intrépidos y arriesgados.

El episodio captura lo que se siente estar en un país que no reconoce los derechos LGBTQ; también desafía la relación de Eric con su madre y la forma en la que las mentiras, normalmente creadas para mantener la tradición familiar, sofocan la autenticidad y libertad de una persona.

Una de las mayores revelaciones fue Ruby (Mimi Keene), quien nos regala una interpretación brillante cuando rompe con el lado superficial de su personaje, mostrándose vulnerable. Le dan más reflectores en esta temporada; conocemos una etapa más personal de la chica más popular de la escuela: en realidad vive en una casa humilde con un padre enfermo y una madre ausente. Empatizamos más con este personaje que debajo de la superficialidad que suele mostrar es capaz de amar profundamente.

Lamentablemente después la serie se olvida de darle más tiempo en pantalla, pero los fans se encargaron de darle el reconocimiento que merece.

La temporada pasada fuimos testigos de uno de los momentos más hermosos de Sex Education: Maeve (Emma Mackey) y todas las chicas acompañando a Aimee (Aimee Lou Wood) en el autobús. En la tercera temporada Aimee continúa cautivando, y termina siendo un personaje clave para transmitir un mensaje poderoso de Laurie Nunn. El personaje sigue luchando con el trauma de su agresión sexual y encuentra ayuda en Jean (Gillian Anderson). Es gracias a estas sesiones con Jean Milburne que los personajes y el espectador logran desechar algunos mitos que alimentan los complejos y las inseguridades. Es en este momento que la serie persigue su necesidad de tener jóvenes bien informados sobre el placer para que puedan tomar decisiones inteligentes, de la mano de grandísimos personajes como Aimee.

Sex Education también le otorga un viaje de autodescubrimiento a sus personajes –no solo para los adolescentes– como es el caso del exdirector y padre de Adam, Michael Groff (Alistair Petrie), hundido en la desgracia personal y profesional. Se ve obligado a encontrarse a sí mismo y sobreponerse a las burlas de su exitoso hermano Peter (Jason Isaac). Su caso es de lo más hermoso y de lo más disfrutable cuando termina la temporada. El personaje se somete a un proceso de cambios radicales y es un modo de decirnos que nunca es tarde para deconstruirnos, para emprender la búsqueda de lo que nos hace felices, para aprender y mejorar, para encontrarnos. 

La relación entre ambos personajes contrasta fuertemente con la mayoría de los romances de Sex Education. Es el romance del adulto mayor, y se percibe igual de auténtico que las demás parejas de adolescentes. Se siente una verdadera conmoción durante su viaje juntos en su intento por ser una familia. Todo desemboca en el nacimiento del bebé de Jean, un momento de alegría después del dolor y la incertidumbre. Es evidente que la pareja sufrirá otro giro después del final de temporada, ya que se sugiere que Jakob (Mikael Persbrandt) no es el padre de Joy y será un tema importante a retomar en una nueva entrega.

La identidad no binaria es un tema que se explora a lo largo de la temporada, particularmente en el episodio 4, justo después que la directora Hope (Jemima Kirke) implementa los uniformes en la escuela. Viv (Chinenye Ezeudu) solicita a todos a dividirse en dos filas: niños y niñas. Esto evidentemente provoca un problema para dos estudiantes que no se identifican con esas etiquetas. “Ambos pueden ir en la línea de chicas”, menciona Hope desinteresada. “Pero no soy una chica”, contesta Cal (Dua Saleh). Y es probablemente el personaje que más sufre por el afán de la directora de imponer el autoritarismo exagerado. Cal no cede nunca a las presiones y es doloroso ver su batalla cotidiana a través de una etiqueta tan común como el uniforme que nunca lleva “correctamente”. 

Aunque la serie está dirigida hacia adolescentes, está claro que Sex Education funciona como show educativo para adultos que tienen ideas anticuadas sobre el sexo, y, más importante aún, sobre el género. En un mundo donde cuestionar y cambiar las normas de género no es bien recibido por cualquier persona, ver cómo esta serie retrata a personajes que enfrentan situaciones complicadas día a día, como este intercambio de palabras con la directora, se aprecia mucho, y es necesario.

Gran parte de la tercera temporada se dedicó a explorar la dinámica de Eric (Ncuti Gatawa) y Adam (Connor Swindells) dentro de una relación comprometida, pero es en el mismo episodio del viaje de Eric a Nicaragua que quedó claro que, a pesar del interés profundo el uno por el otro, sus necesidades individuales no eran las mismas. Y esta diferencia queda plasmada desde el hecho que Adam era más feliz con Eric cuando estaban solos, fuera de situaciones públicas, mientras su pareja quería gritar a los cuatro vientos sobre su amor y explorar más experiencias con su novio. 

Sex Education no le otorgó el arco de redención y final feliz a Adam, pero sí es el retrato de la persona dándose el espacio para extender sus alas, a su propio ritmo y sintiéndose preparado para hablar con su madre –algo que no se puede apresurar ni forzar–.

Definitivamente queremos ver más de la evolución del personaje que nos cautivó esta temporada.