La secuela de Sexo, Pudor y Lágrimas, cinta original mexicana de 1999, misma que se convirtió en un éxito del cine nacional, llega en esta ola de remakes/revivals/secuelas que se han dado en los últimos años en la industria del entretenimiento mundial, la cual funciona como remakequel para contar básicamente la misma historia que la original, pero haciendo un parangón de como se vivían las relaciones a finales de los 90 y como se viven en la actualidad, donde las formas de amar han cambiado.
Sexo, Pudor y Lágrimas 2 tiene menos sexo, menos pudor, pero más lágrimas
Sexo, Pudor y Lágrimas 2 se desarrolla veinte años después de la película original, donde la vida ha cambiado para Ana (Susana Zabaleta), Carlos (Víctor Huggo Martín), Andrea (Cecilia Suárez), María (Mónica Dionne) y Miguel (Jorge Salinas), ahora en una etapa más adulta, y en algunos casos viviendo la responsabilidad de la crianza de sus hijos, ven que su mundo se desestabiliza con la llegada de Mateo, quien dice ser el hijo de Tomás (Demián Bichir), su viejo amigo que se mató en el elevador donde siguen viviendo Ana y Carlos, ahora junto a su hija.
Su llegada reabre los recuerdos del pasado, que parecían haber estado olvidados, lo cual hace que ellos reabran viejas heridas, al mismo tiempo que una grave situación con una de las amigas originales, los hará replantearse quienes son y que ha quedado de sus yo del pasado. Al mismo tiempo que ven como las relaciones, el sexo, el pudor, el amor y las lágrimas son enfrentadas por una generación más joven, en donde podría estar la clave para sanar el dolor que ha salido con la llegada de Mateo.
Esta historia dirigida por Alonso Iñiguez, mismo que coescribió el guion, logra dar un giro interesante a la historia, ahora la ubica desde una mirada más femenina, poniendo en primer plano el sentir de ellas, no solo en su forma de amar en pareja, sino como amigas. Lo vemos desde la relación que Ana, Andrea y María han mantenido, así como la relación de amistad entre Matilde, Sam y el personaje de Kat. Las cuales son más consientes de los abusos y la toxicidad perpetuada por los hombres.
Pero mientras la trama propone un cambio, no logra salir avante con uno de los elementos que arrastra desde la película original: Tomás como el elemento del grupo que estaba adelantado a su época en cuanto a sus pensamientos más liberales sobre las relaciones y mismo que detonaba los conflictos personales de los demás. En la cinta de 1999, el conflicto del personaje no se logra visibilizar con la fuerza necesaria y su trágico final pasa tan rápido que no refleja los problemas emocionales del mismo, por lo cual la llegada de Mateo, su hijo, quien busca respuestas sobre su padre, y, sobre todo, de su muerte, hace que los viejos espectadores se cuestione el porqué hacer una secuela basada en una narrativa tan débil para el universo de esta película.
Al mismo tiempo, la trama decide apostar por comenzar a darle foco a la vida de los demás personajes, principalmente a la nueva generación formados por Naian González Norvind, Ximena Romo, Paco Rueda, Victoria Volkova y por supuesto José Ángel Bichir como Tomás, que deja un poco de lado su objetivo inicial, para relacionarse con estos nuevos jóvenes que acaba de conocer. Ellos muestran una cara del amor que se vive de una forma más liberal, sin compromisos, sin etiquetas, y al mismo tiempo cuestiona los atavismos con los que esta nueva generación creció a costa de sus padres.
Desafortunadamente este retrato por momentos se siente torpe en su forma de ejemplificarlo y cae en lugares comunes, muchas veces idealizando que todas las relaciones pueden funcionar con base en el amor, o con base a tener una mente totalmente abierta, por lo cual esto nos lleva a desenlaces que parecen más un cuento de hadas donde al final todos logran entender de manera fácil que el amor es amor en cualquier forma, sin mostrar el verdadero crecimiento de cada uno de los protagonistas.
A esto hay que sumarle una pequeña obsesión de que estas nuevas estructuras de relacionarse tengan una mirada muy a la Euphoria, no solo en colores, sino al uso de drogas y sexo, que para la película presentada se siente fuera de su elemento. Afortunadamente, en medio de este caos, el guion realiza algo muy bueno, presentar a una mujer trans sin el elemento del shock. Se logra hablar con sinceridad y empatía la historia de su transición, detonando las preguntas naturales de duda, pero siempre desde el lado del respeto.
Para aquellos fans de la primera podrán encontrar muchas referencias a la historia original, desde frases, objetos, fotografías y lugares familiares que buscan que la generación original conecte con esta historia que va enfocada a captar el público de otra generación. Pero la copia también viene en la debilidad del acto final de ambas películas, donde los conflictos comienzan a resolverse de forma apresurada, siendo el más lamentable el que tiene que ver con la presencia de Jorge Salinas y su intento por replicar lo terrible que fue Nine Perfect Strangers.
En conclusión, Sexo, Pudor y Lágrimas 2 esta a la altura de la primera entrega, no destaca, pero tampoco desmerece de la vara que pusieron en 1999. Logra refrescar un poco la historia, pero aún así se siente torpe al querer ser más disruptiva y poderosa en la muestra de la evolución que ha sufrido la forma de amar, más no el amor. Por lo tanto, la secuela llega un poco tarde, a un mundo donde estamos sobrados de estas historias más transgresoras que en realidad están exponiendo la realidad que se vive hoy.
Sexo, Pudor y Lágrimas 2 está disponible a partir de hoy viernes 4 de febrero en la plataforma de HBO Max.
