Shazam: La Furia de los Dioses representa el comienzo del final de todo un universo
Shazam: Fury of the Gods (Shazam: La Furia de los Dioses) paga los platos rotos de la extraña interna de DC.
Hace unos meses la película de Shazam: Fury of the Gods (Shazam: La Furia de los Dioses) tambaleaba ante la presencia de James Gunn en la dirección de DC ya que quien que no solo ya no habría Wonder Woman 3, sino que tampoco habría un regreso de Henry Cavill como Superman aunque había sido oficialmente anunciado en uno de los proyectos más grandes del año pasado, Black Adam con Dwayne “The Rock” Johnson. Previo a toda esta hecatombe de cambios, por medio de una escena post créditos, DC todavía anunciaba la permanencia de los personajes establecidos por Zack Snyder dentro de la nueva era de la casa productora, situación que aún daba un propósito a los proyectos subsecuentes como la secuela de Shazam, Flash y Aquaman. Ahora que James Gunn hizo un recorte selectivo de proyectos, y que mucho de lo que iba a ser ya no será, estos proyectos, incluidos esta continuación, prometen ser una cadena de decepcionantes secuelas cinematográficas de todo un universo.
En Shazam: Fury of the Gods (Shazam: La Furia de los Dioses), Billy Batson ahora tiene la ayuda de sus hermanos que también tienen superpoderes. Salvan al mundo todos juntos sin que ninguno de ellos se adueñe del protagonismo mediático. No obstante, son ignorantes de la inconformidad de las hijas de Atlas porque una tribu de adolescentes son dueños de poderes milenarios.
Comencemos por decir que esta sería una película de superhéroes medianamente buena si aún existiera el universo al que estaba a punto de adherirse en el 2019. Para esa fecha aún no se tenía claro, pero era casi obvio, si realmente este personaje estaría dentro del universo creado por Snyder. La escena post créditos de la primera parte mostraba a un Man of Steel sin cabeza o, mejor dicho, sin rostro. Parecía que ya desde entonces Warner estaba inseguro si continuar con Henry Cavill como Clark Kent. No obstante, quedaba una razón importante para dejarlo: el fandom. Con esta incertidumbre y los cambios creativos y de dirección que se mencionaron al inicio del texto, se estrena esta secuela que es uno de los mayores despropósitos del decadente universo de superhéroes de DC.
Con lo anterior en claro, hay que hablar de David F. Sandberg y Henry Gayden, director y escritor, que tuvieron que reescribir y refilmar escenas de lo que ahora es un Frankenstein fílmico hecho con retazos de un universo que ya no existe y pedazos de uno nuevo que aún no termina de consolidarse. Todo esto se nota, incluso desde el título de la película, que vende una épica “furia de dioses” cuando solo son tres hijas de un dios que ya está muerto. En todo caso, la cinta debió haberse llamado Shazam y la furia de las hijas de Atlas, ¿no?
Todo el encanto que tenía la primera parte, como la dinámica entre los hermanos acompañados de la frescura de dos adolescentes que se consideraban residuos de familias fragmentadas, ahora son una serie de chistes sin razón que ocultan la carencia de guion y de un hilo conductor fijo que lleve a buen termino esta historia con un buen arco de personajes y era aquí donde tenía muy buena tarea.
Con todos los hermanos juntos ahora en acción como superhéroes podríamos pensar que sus inexperiencias en su nueva profesión oculta nos causarían risas interminables y secuencias de acción imponentes… pero no es así: todo es intrascendente y bastante monótono. Ni siquiera una impactante Hellen Mirren y el carisma de Zachary Levi logran salvar el sin sentido de una historia que se siente como sus personajes: huérfana desde el principio hasta el final.
Lamentablemente, la cinta no tiene un rumbo que haga que al espectador le importen los personajes que está viendo, ni mucho menos sus situaciones o contexto personal el cual ya es reducido a nada; solamente a una inclusión forzada y una relación amorosa, hasta ahí.
Todo lo que funcionaba en la película anterior, no solo ya no esta, sino que fue reemplazado por una serie de escenas que carecen de propósito a largo plazo para los personajes. Llega un momento de la cinta en que te preguntas ¿y esto cómo va a repercutir en el futuro de estos adolescentes como superhéroes? No hay respuesta, porque el mismo estudio no lo sabe. Solo estrenaron esta película porque ya era demasiado el odio de los fans con la desestimación de Black Adam, Superman y Wonder Woman.
Todo en Shazam: Fury of the Gods (Shazam: La Furia de los Dioses) se siente sin terminar: los efectos especiales, la historia, los arcos dramáticos de los personajes y los cameos que tanto se comentaban estarían presentes, están ahí pero a medias. Lo que debía ser realmente chistoso es desangelado y carente de toda gracia. Aunque Zachary Levi puede ser parte de lo más rescatable, no es suficiente para salvarla. Esta secuela es gris, carece de la personalidad que habíamos visto antes. El CGI es bajo al notarse la urgencia de las refilmaciones con un presupuesto menor. Las escenas de vuelos de varios personajes, que debían de ser épicas y portentosas, son poco impresionantes. Cada una se siente incompleta; parece que va llegar a causar algo en el espectador pero al final falla en lograrlo.
Shazam: Fury of the Gods (Shazam: La Furia de los Dioses) es una película incómoda, bastarda al ser expuesta pero rechazada por el estudio; escombro de planes que pudieron haber sido y que ya no serán, pero más que nada, un requiem penoso a todo un universo. Lo bueno de esto es que ya no va a continuar más, solo nos queda esperar ver cómo Flash logra resetear todo para conveniencia del estudio y eso ya será el final.