Un thriller hipnótico y perturbador que rinde honor a las historias de la famosa novelista de terror

El cine de 2020 continúa abriéndose camino a través del streaming y en esta ocasión es momento de hablar de un estreno que vuelve a colocar a Elisabeth Moss en un papel complejo y lleno de ferocidad. Estamos hablando de Shirley, el filme basado en el personaje de la célebre escritora de terror Shirley Jackson (The Haunting of the Hill House) y dirigida por la cineasta independiente proveniente del género experimental Josephine Decker (Madeline’s Madeline).

Con decenas de novelas y más de 100 cuentos en su haber (incluyendo el popular The Lottery), Shirley Jackson representa una de las exponentes más importantes del terror gótico. Una mujer que se convirtió en influencia de grandes novelistas de nuestros tiempos, como Stephen King (quien le dedicó su libro Ojos de Fuego) y Neil Gaiman, y cuyo carácter y trastornos psicológicos también le han otorgado cierto halo de misterio a su figura.

En esta nota, te contamos de que se trata este perturbador thriller que ya se perfila como una de las experiencias cinematográficas más atractivas del año.

Shirley se encuentra ambientada en los años ‘50 y sigue a la joven pareja de Fred y Rose (Logan Lerman y Odessa Young), unos recién casados que se dirigen en tren al pueblo de Bennington, en Vermont, lugar donde Fred piensa desempeñarse como ayudante de cátedra dentro del Bennington College, una universidad de artes liberales exclusiva para mujeres. El profesor a cargo es Stanley Hyman (Michael Stuhlbarg), un crítico literario y esposo de la excéntrica novelista de terror Shirley Jackson (Elisabeth Moss), quien padece una crisis creativa y pasa sus días depresiva en cama, sin comer y consumiendo alcohol en elevadas cantidades. En el momento en que Stanley invita a la pareja a quedarse unos meses en su casa de campo, Rose comienza a transformase en una suerte de mucama y a cuidar de la deteriorada salud mental de Shirley, quien se burla de ella y le juega varias pasadas. Sin embargo, cuando la escritora logra cautivar a la joven con su aura misteriosa y sus habilidades para la brujería, ésta termina convirtiéndose en cómplice de su próximo proyecto: escribir una novela en secreto, a espaldas de su marido, basada libremente en la extraña desaparición real de una de las alumnas de la universidad.

Inspirada en la novela homónima de 2014 de Susan Scarf Merrell adaptada por Sarah Gubbins (I Love Dick), el filme imagina a modo de thriller psicológico como pudo haber sido el proceso creativo de Hangsaman (1951), la segunda novela de Shirley Jackson acerca de una universitaria desparecida. Lejos de querer ser un fiel retrato biográfico, la directora aprovecha la personalidad filosa y trastocada de la protagonista, así como su fascinación por el ocultismo (Shirley decía que era bruja y solía tirar las cartas de tarot), para crear una historia repleta de tensión, suspenso y algunas pintadas de surrealismo.

La famosa cuentista y novelista, quien falleció muy joven a la edad de 48 años, aborrecía de la fama, sufría de agorafobia, obesidad y además tenía una complicada relación con Hyman, quien solía ir de fiesta en fiesta y llevar a huéspedes al hogar, algo que Shirley detestaba. Los relatos góticos de Jackson tenían un componente en común: la escritora sabía muy bien como llevar el terror al ámbito doméstico y cotidiano apenas utilizando el elemento sobrenatural y dando prioridad a las miserias humanas. En este sentido, podemos decir que la película de Decker le rinde honor a sus escritos, con una perturbadora mirada sobre la figura de la esposa y madre sumisa y un buen manejo de las alegorías que se extiende por los cuartos agrietados de la casona matrimonial y el bosque que la envuelve.

Sin duda, los personajes de Shirley, Rose y Paula (la universitaria desaparecida que en Hangsaman toma el nombre de Natalie), se unen en algún punto. Las tres son mujeres que guardan secretos, que desafían las expectativas patriarcales de la época y emprenden una pequeña aventura que las empuja a salir del molde y por un momento, jugar a ser otras. La relación entre Shirley y Rose resulta por demás compleja e interesante. En gran medida se trata de un vínculo tóxico de amor-odio que lleva a la ingenua Rose a cometer actos impensados, pero también funciona como un escaparate que impulsa el costado reflexivo de ambas mujeres y el entendimiento mutuo ante las injusticias y los mandatos sociales.

Una vez más, Elisabeth Moss nos brinda todo un espectáculo con un papel retorcido que muestra las dos caras de una mujer que dejó una huella invaluable en el género del terror literario. Si bien, este año ya la habíamos podido ver al borde de la locura con su protagónico en The Invisible Man, en Shirley la actriz se devora la pantalla con un humor sarcástico y una mirada introspectiva que estremece y descoloca ante la presencia de una posible Jack Torrance detrás de la máquina de escribir. Esta claro que luego de The Handmaid´s Tale, Moss ha hallado su talento al interpretar este tipo de personajes femeninos resilientes, inteligentes y con cierta astucia que le permiten sobrevivir a situaciones límite, algo que esperamos que no termine encasillándola y en última instancia, colocándola en un lugar de comodidad.

Es importante destacar también el estilo visual de Decker a la hora de plasmar este filme. El uso de la cámara en mano que se mueve constantemente y juega con la perspectiva del espectador intensifica la atmósfera ya de por sí enrarecida de la película que se ve también reforzada por las escenas fuera de campo y los sonidos de la naturaleza. Indudablemente, podría haber sido más laberíntica y desbordante teniendo en cuenta la filmografía de Decker, pero aquí la directora se muestra medida en su estilo y eso se lo debe en gran parte gracias al guion sólido de Gubbins.

Shirley definitivamente se alza como una de las películas mejor logradas de este 2020. Una historia hipnótica, poco convencional y con un personaje femenino teñido de una oscuridad capaz de arrasar con todo (y todos) a su al rededor.