Siempre lo decimos, y siempre lo lamentamos: hay shows que no merecieron vaciarse en contenido y deberían haber seguido, y no solo por nosotros, los fans, sino también porque la historia daba para mucho, MUCHÍSIMO más.
En este artículo presentamos una nueva sección que titularemos Finales de antología, y empezaremos con la última gran road serie que se emitió en la pantalla chica: Sons Of Anarchy. Analizaremos su último episodio como si fuera un recap, y nos haremos muchas preguntas, que te trasladaremos.
Papa’s Goods, el episodio 13 de la séptima temporada de Sons Of Anarchy, fue emitido originalmente el día 9 de diciembre de 2014, y con una audiencia de 6.4 millones de espectadores en los Estados Unidos, fue escrito y dirigido por la mente maestra detrás de la serie: Kurt Sutter. Pero dejemos los datos y vamos a lo que nos importa.
Llega un momento en la vida útil de cada programa de televisión en el que no queda nada más que decir: no hacen falta más conversaciones, no hace falta más confrontaciones, todo se dirige hacia un destino firme aunque sea doloroso. Y eso también se siente del otro lado de la pantalla: la familiaridad reconfortante del paisaje ya no cautiva como lo hizo una vez, y lo único que queda por hacer es esperar… y en este caso fue la dura espera de la llegada de un camión de dieciocho ruedas que avance por la carretera en dirección opuesta. Cuando eso sucede, es hora de comenzar a envolver los cabos sueltos y empujar la narrativa hacia un punto final.
Antes de Papa’s Goods se sintió que Sons Of Anarchyviajaba por esa misma carretera que nos dio el final trágico, esperando la inevitable colisión que lo liquidó todo. Mucho de eso tiene que ver con la forma en que se estructuró la narrativa central. De una forma u otra, Jax se vería envuelto en una confrontación con su malvado padrastro, su madre duplicada y, eventualmente, él mismo. La única pregunta era: ¿cuándo?
La promesa de confrontaciones eternas fue la fuerza vital del espectáculo; fueron el elemento que mantuvo a las personas aferradas, incluso sabiendo el impedimento de llegar a buen término. El programa solo tenía en mente un final muy claro, y cada temporada consecutiva comenzó a sentirse menos como la progresión de una historia, y más como una suspensión temporal de la ejecución: la inevitabilidad ante los desenlaces obvios y la fuerte dependencia de la serie a los golpes de gracia y cambios sorpresivos en la trama le habían robado esa parte genial de su potencia.
Si hay algo que les gustó siempre hacer a los personajes de Sons of Anarchy, es decirle a otros personajes lo que ya saben, pero en Papa’s Goods esos momentos esperados de exposición fueron reemplazados por la silenciosa y furiosa eficiencia de Jax. El joven blondo repentinamente se llenó de vitalidad, más de la que demostró en años. Fue como si el personaje finalmente hubiera alcanzado la trama: por fin, Jackson Teller pudo ver qué pasaría cuando todo se acomodara en una perfecta y hasta incómoda línea recta, como lo hacía el cuervo que volaba a su lado.
Con la persistente inevitabilidad del voto caótico que Jax estaba enfrentando, y la mencionada mirada pacífica y despreocupada que Charlie Hunnam usó durante gran parte del episodio, el final tuvo la difícil tarea de encontrar tensión en una historia en la que el protagonista ya había resignado su destino. La triste serenidad de Jax pintó la mayoría de sus escenas con una sensación de tolerancia que afortunadamente les impidió convertirse en histriónicos. El hecho de que Gemma no estuviera cerca probablemente también ayudó en ello.
Pero no dejemos a Hunnam solo: Nero Padilla, perfectamente retratado por Jimmy Smits, fue genial también. Ambos actores caminaron hasta el borde del melodrama, y resistieron la tentación de repasarlo por completo, y el resultado fue uno de los dramas más convincentes y sinceros de la serie. De todos los personajes que el espectáculo necesitaba para llegar a la misma sensación de paz y propósito que Jax, era el de Nero el que estaba preparado y predispuesto.
Tal vez no sea sorprendente, para que el resto de SAMCRO llegue al mismo lugar, el final tuvo que involucrarse en una última inversión dramática. Después de que el club votara de manera caótica, parecía que los hermanos de Jax lo regalarían a regañadientes para que caminara hacia el olvido con la segadora. Eso no sucedió, por supuesto, ya que el club no pudo resistir el atractivo de otra doble cruz, por lo que Happy terminó llevando una bala al antebrazo. La revelación debilita gran parte de la estructura del episodio a segunda vista, especialmente el voto caótico lleno de lágrimas del club, pero da como resultado que Chibs, Tig y el resto del club tengan la oportunidad de cerrar las cosas con la promesa de seguir adelante sin el peso de la muerte de Jax sobre sus hombros.
¿Y qué decir del camionero, de Milo? Como buen Caronte, o sea, como aquél sombrío pero noble barquero de Ares, encargado de guiar las sombras errantes de los difuntos recientes de un lado a otro del río Aqueronte si pagaban su tributo, se llevó el cuerpo y el alma de Jax y el show para dejar un final que concluye como corresponde, como se debe sentir: en paz total.
La travesía pudo haber durado demasiado para algunos, pero para los fieles seguidores que se mantuvieron fieles a Sons Of Anarchy siempre, sería difícil imaginar que este final no los dejara sintiéndose satisfechos.
