Después de casi un año de retraso, por fin se estrena en cines la nueva versión del clásico West Side Story (Amor Sin Barreras) del aclamado director Steven Spielberg.
Dato de color: mañana 10 de Diciembre se cumplen 60 años del estreno de la original en 1961.
🙂
West Side Story nació como una adaptación para Broadway de la historia de Romeo y Julieta pero situada en los barrios al oeste de Nueva York. En lugar de ser dos familias rivales, son dos pandillas las enfrentadas, Los Jets y Los Sharks. Ambas se pelean el control de las calles del barrio: Los Jets, quienes son blancos, se encuentran en pelea constante contra Los Sharks, puertorriqueños que emigraron a Estados Unidos en busca de mejores oportunidades.
Dentro del grupo de Los Jets se encuentra Tony, un chico con más sentido común que sus compañeros; él no participa de su violenta rebeldía. Un día en un baile comunitario conoce a María, hermana de Bernardo, el líder de Los Sharks. Ellos se enamoran inmediatamente, pero como es obvio su amor es imposible, y al igual que en la obra de Shakespeare, estará marcado por la tragedia.
Las canciones y la orquestación de la obra original fueron compuestas por el legendario Leonard Bernstein, uno de los mejores músicos que ha dado Estados Unidos. La música que escribió para esta obra inmediatamente recibió el aplauso del público y la crítica. Las letras del musical fueron escritas por otro genio, Stephen Sondheim. La combinación del trabajo de ambos, más las coreografías y la dirección de Jerome Robbins, hicieron de Amor Sin Barreras un éxito; es más, desde su estreno en 1957 ganó 6 premios Tony. Y, para colmo, se sigue presentando en Broadway a través de diferentes compañías y actores.
En 1961, el mismo Robbins junto con Robert Wise llevaron el musical al cine, convirtiéndose en un hito ya que tuvo el récord de 10 nominaciones ganadas en los Oscars.
En 2004, Steven Spielberg expresó su interés en dirigir un musical como los de antaño, como Amor sin Barreras o Cantando Bajo la Lluvia. La 20th Century Fox adquirió los derechos de la obra y desde el 2014 Tony Kushner, quien trabajó con Spielberg en Lincoln, se puso a trabajar en el guion. Ambos revelaron que dejarían los números musicales y las coreografías intactas. Spielberg conocía muy bien la música de Bernstein; la intención del director era apegarse más a la obra de teatro que a la cinta.
El resultado es más que satisfactorio. Spielberg logra lo que muy pocos directores actualmente podrían hacer: refrescar el material original, respetándolo al máximo. La forma en la que el director presenta la música de Bernstein eriza los pelos de punta ya que las imágenes que lo acompañan parecen salidas de un sueño y al mismo tiempo se ven MUY reales. Modificando un poco algunos diálogos tratando de cerrar algunos puntos débiles de la historia original, pero respetando las letras de Sondheim y las coreografías emblemáticas de Robbins, el resultado es atractivo y hasta novedoso. Spielberg es tan respetuoso que sitúa su historia en 1957, justo cuando están construyendo el Lincoln Center.
Con una secuencia de apertura icónica que se completa con el baile de presentación de Los Jets, desde el minuto 1 queda claro que el director no se andará por las ramas. La excelsa fotografía de Janusz Kaminski le da una textura al film como salido de un sueño; en parte nos recuerda a su trabajo en Minority Report, o sea, se siente atemporal, como un deja-vu de una vida pasada.
Pero todo este esfuerzo técnico y de concepción no sería nada sin el cast adecuado, y en eso Spielberg es un experto. Ansel Egort (Tony) y Rachel Zegler (María), la pareja protagónica, tienen la chispa necesaria para cautivar y conectar de manera muy real en pantalla. Zegler, quien tiene la difícil labor de suplantar a la mítica Natalie Wood, sale avante por la inocencia que refleja su personaje. Los actores secundarios todos están al nivel; incluso Spielberg se las ingenia para integrar a Rita Moreno (Anita en la cinta original) en un papel importante dentro de la trama.
La segregación racial que imperaba en Estados Unidos a fines de la década de 1950 no ha cambiado; la historia bien podría ubicarse en la actualidad y seguiría siendo relevante. La situación racial es recurrente en la filmografía de Spielberg; él conoce y maneja muy bien esos temas.
El problema al que se enfrenta Spielberg es que la historia original no es perfecta. A pesar de ser una gran moraleja acerca del rechazo a los demás por su color de piel, el último acto se siente apresurado e irreal. El gran respeto que tiene el director por la obra original lo llevó a dejar la trama intacta. Si bien arregla algunos puntos, como quitarle un poco de la inocencia infantil y convertirla en momentos en una obra más madura, el acto final será desconcertante para algunos espectadores.
West Side Story (Amor Sin Barreras) es un clásico de la cinematografía que en manos de Steven Spielberg brilla de nuevo. El director trata con suma delicadeza y respeto los elementos de la película original que la hicieron un clásico y los acomoda dentro de su particular estética con una atención espectacular. Hace cambios pero muy sutiles por aquí y por allá, sin corregir las fallas de la historia original, ok, pero enamorando a la audiencia y a transportarla a un mundo donde todos cantan y bailan a la mínima provocación.
Sin dudas, esta es una de las mejores películas del año y de la filmografía de Steven Spielberg. Agradecemos que se haya estrenado en la pantalla grande para poder disfrutar de todo su esplendor visual y, sobre todo, del score de Leonard Bernstein como debe de ser, aislados de los sonidos del mundo real.
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