En un artículo anterior desarrollamos el concepto de nostalgia dentro mundo audiovisual, pero ahora llegó el turno de LA serie que más y mejor se aprovechó de ellos en el último tiempo: Stranger Things.
Como bien sabemos, las remakes, reboots y adaptaciones live-action de proyectos viejos se basan específicamente en la nostalgia, pero hay otros tipos de productos que, un poco más indirectamente, también apelan al sentimiento de melancolía de aquellos días perdidos en los que, supuestamente (o erróneamente), todo era más simple. En esa categoría podemos ubicar a la serie de Netflix.
Stranger Things es un éxito sin igual en la historia de Netflix, de hecho bien podríamos decir que es EL éxito de la plataforma. Ninguna otra serie o película tuvo semejante impacto en la cultura popular y si nos piden que pensemos en un show original del servicio de steraming, la historia de Eleven es la primera que se nos viene a la mente.
¿Pero cómo surge ese éxito? Más allá de la historia bien contada, los protagonistas, el terror y el misterio, de lo cual podemos hablar otro día, uno de los condimentos fundamentales de esta receta es la nostalgia inyectada dentro de este universo, más específicamente el amor por la estética de la década de 1980.
Los 80, además, fueron una época bastante fructífera para el cine y la televisión, podemos marcar como ejemplos las clásicas películas de acción con sus héroes megamusculosos, sus cintas de terror que se transformaron en la base de muchos éxitos modernos, el surgimiento de grandes directores y la apuesta por un contenido animado más serio y adulto, entre otras cosas.
Más allá de que en Stranger Things no tenemos a Arnold Schwarzenegger disparando un bazooka, a Jason persiguiendo adolescentes en el bosque, a He-Man peleando contra Skeletor o a Steven Spielberg detrás de las cámaras, si podemos captar muchas referencias de esta época en la narración de la historia o incluso en el estilo de los protagonistas.
Stranger Things hace una combinación fenomenal al tomar toda la onda de 1980 y mezclarla con elementos modernos porque, de esta forma, apela a dos públicos: el de los adolescentes de hoy y el de los jóvenes de hace más de cuatro décadas. Además, en los últimos 10/15 años hay toda una tendencia por amar la estética de los 80 que el programa supo aprovechar muy bien cuando se lanzó en 2016.
La vestimenta de los personajes, la musicalización con Running up that Hill de Kate Bush y Master of Puppets de Metallica, los juegos de arcade, son algunas de las cosas que pegan fuerte en la nostalgia de aquellos que recuerdan esa época de una forma muy amena.
Otra característica clave es el retromarketing, es decir, el desarrollo de productos y servicios que presentan un tema nuevo sobre una idea antigua. Básicamente, se trata de relanzar un producto o servicio de un período histórico, pero actualizados en estándares ultramodernos de funcionamiento, rendimiento o gusto.
Esta estrategia intenta inducir sentimientos de “pseudonostalgia”, y se denomina así porque los consumidores más jóvenes de estos productos y servicios revividos nunca han experimentado el original. A medida que los consumidores jóvenes se vuelven pseudo-nostálgicos de la década de 1980, buscan evocar esa década a través de un “consumo compensatorio”.
Las personas se sumergen en la cultura pop de los 80 para satisfacer su afecto nostálgico y su anhelo sentimental por este período del pasado. Consumir productos y servicios al estilo de esa época les permite fingir que realmente fueron parte de ese período histórico. Stranger Things nos transporta directo a ese tiempo.
Por supuesto que Stranger Things no es la única producción que ha hecho esto, podemos nombrar decenas de series y películas que han apelado a lo mismo, pero los números de la serie hablan por sí solos: en 2022, luego del estreno de la temporada 4, Nielsen publicó que en una semana habían sido vistos 7.2 mil millones de minutos de la serie.
Nos queda solo una temporada de Stranger Things, que probablemente llegue en 2025, y quizás luego de su final pasemos de la nostalgia audiovisual por la década del 80, a la década del 90.