Luego de un comienzo muy intenso con la promesa de muerte y fuego nos fuimos a descubrir que estuvo pasando en la vida de Octavia luego de cruzar la anomalía. Lo más lindo del episodio viene de la mano de algo que se vino trabajando muy bien desde hace dos temporadas cuando Diyosa conoció a Octavia. Cada minuto que pasaba en la Tierra hacía que la líder revolucionaria admire todo lo que “O” generaba en su gente, llegando a un final que dijo algo como “el edén no tenía oportunidad con dos serpientes luchando por este”. Con todo eso empezaron a forjar una relación que en la sexta temporada se terminó de fundir porque el exilio de las dos las encontró tratando de aprender a aceptar lo que hicieron mal y a luchar por la esperanza de algo mejor. Con el inicio del episodio, Hope nació y a partir de ese momento, sin saber cómo volver a casa empezaron a armar una familia.
Entonces, todo lo lindo de esos momentos de unión entre Hope, Diyosa y la Tía O, se veían opacados por el echo de no poder soltar el pasado. Octavia tardó más de 10 años en aceptar que su familia ahora estaba acá y aunque la lógica dentro de “sí vinimos hasta acá, debería haber una manera de volver” tenía sentido, la realidad es que ella también se tenía que poner a pensar en las personas con las cuáles estaba compartiendo su vida ahora. Es un poco lo mismo que le pasó a Bellamy y compañía cuando tuvieron que estar cinco años sin ella, pero ese tiempo que pasó en el Arca le sirvió a él para empezar a armar una nueva familia sabiendo que a la larga o la corta, se volvería a encontrar con su hermana. Pero bueno, después de muchos años, Octavia pudo aceptar eso, pudo ver que se estaba perdiendo parte de la vida de su sobrina y aunque el aceptar le trajo problemas, era lo que necesitaba para poder seguir adelante.