John Malkovich es un tenue y atormentado Poirot en la nueva adaptación de Agatha Christie
Luego de haber protagonizado decenas de novelas policíacas, Hércules Poirot no solo se ha ganado un prestigioso lugar junto a Dupin y Sherlock como uno de los tres detectives más famosos de la literatura, sino que su astucia para resolver crímenes y detectar el perfil psicológico de los sospechosos también supo maravillar al universo del cine y la TV. Dueño de una pulcritud y una amabilidad admirables, el ex policía belga creado por Agatha Christie ha sido retratado por diversos actores a lo largo de los años, siendo David Suchet uno de los más recordados por su versión del hombre del bigote que brindó a través de tres décadas en la serie inglesa Agatha Christie’s Poirot (1989–2013).
Sin duda, todos los que hemos leído las novelas de Christie tenemos una idea bien marcada de la personalidad de Poirot como detective. Pero, ¿qué hay de las raíces de este extranjero que tuvo que dejar atrás su tierra dolorosamente tras el estallido de la guerra? ¿Cuáles son sus monstruos internos? ¿Qué culpas pesan detrás del invitado de honor de las fiestas aristocráticas? Algunas de estas preguntas son las que bordean The ABC Murders, la nueva miniserie de misterio de la BBC y Amazon que presenta a un Hercules Poirot atormentado por los fantasmas de su pasado.
La historia se basa en la novela homónima publicada por Christie en 1936 y cuenta con la escritora Sarah Phelps como guionista, un nombre familiar dentro del mundo de las adaptaciones de la autora inglesa. Ella ha sido responsable de llevar la famosa novela Diez Negritos y el relato corto Testigo de Cargo, ambos de Christie, a la pantalla de la BBC,a través de las miniseries And Then There Were None (2015) y The Witness for the Prosecution (2016). Sus adaptaciones se destacan por tomarse varias libertades creativas que en algunos casos cambian totalmente el tono y el desenlace original de la historia, algo que para los fanáticos más acérrimos no resulta muy agradable.
Compuesta de 3 episodios, The ABC Murders se abre paso en la Inglaterra de 1933, en un momento en que el país se encontraba acechado por los llamados “camisas negras”, un grupo anticomunista anclado en el partido de la Unión Británica de Fascistas. Por supuesto, los extranjeros que habían llegado a tierras inglesas escapando de la Primera Guerra Mundial no eran bien recibidos por éstos y las veredas se encontraban plagadas de carteles que se lo hacían saber. En este contexto, el envejecido detective Hércules Poirot (John Malkovich), ahora ya retirado del oficio, se pasea por las ciudades repletas de polvo como un hombre orgullosamente belga que no se siente muy distinto a otros extranjeros discriminados por su origen, a pesar de que su posición social lo haga inmune a los malos tratos de las familias ricas.
Angustiado por los recuerdos de su nación invadida y su posterior huida en barco, Poirot comienza a recibir unas misteriosas cartas anónimas que le advierten que el caos está por comenzar. Aquel sujeto, que se hace llamar ABC, parece conocer muy bien al detective y sus mensajes de odio y destrucción llevan a que Poirot termine recurriendo a la policía de Scotland Yard, donde su viejo amigo, el Inspector Japp, ha sido removido de las fuerzas y reemplazado por el InspectorCrome (Rupert Grint), un joven con muchos prejuicios sobre Poirot. Aunque al principio Crome no muestra interés acerca de estos mensajes amenazantes, una seguidilla de asesinatos en distintas ciudades del país comienza a alertar a la policía y Poirot puede que sea el único capaz de detener a este psicópata criminal.
The ABC Murders es una de esas historias de misterio donde lo importante no es el “quien”, sino el “por qué”, ya que el asesino es revelado al público desde un primer momento. Interpretado por un desorbitante Eamon Farren (Twin Peaks), este joven perturbado llamado Alexander Bonaparte Cust (sí, A.B.C.) recorre distintos puntos de Inglaterra con su valija vendiendo medias para mujeres. El plan macabro de ABC consiste en asesinar personas siguiendo un orden alfabético, tanto del nombre de la víctima como de la ciudad en la que reside. Antes de cometer sus crímenes, el joven le informa a Poirot donde será el próximo asesinato. Así, comienza una especie de juego del gato y el ratón, donde nuestro héroe recorre sin más las diversas estaciones de tren intentando frenar el próximo ataque de este serial killer que tiene a todo un país en vilo.
Más allá de que Malkovich hace una actuación soberbia del detective, resulta muy extraño ver a un Hércules Poirot despojado de toda su extravagancia y gracia a la hora introducirse en un caso de tal magnitud. El personaje se encuentra en un momento de profunda depresión, arrepentido de muchas decisiones que ha tomado a lo largo de su notable carrera. Su capacidad para analizar la psicología de los criminales pasa a un segundo plano con el fin de abordar su parte más humana, que por supuesto también viene cargada de cierta violencia reprimida nunca antes vista. Una visión de Poirot que sin lugar a duda representa algo mucho más profundo que la ausencia del clásico bigote negro.
Quien se roba todos los aplausos no es otro que Farren con aquella inquietante performance que recuerda a algunos famosos maníacos asesinos de las películas. Los demonios que perturban a ABC son incluso más interesantes que los de Poirot y el vínculo con el detective se vuelve crucial para comprender el modus operandi de esta mente retorcida. Una actuación que logra ponernos los pelos de punta.
La miniserie de SarahPhelps tiene poco de la atmósfera de los relatos de Christie, aún así, es fiel al estilo de la guionista y sus licencias con el libro son justificadas en pos de un drama de época potente, misterioso y arriesgado. Si esperan ver al típico detective belga haciendo su gracia en los cócteles, pueden seguir de largo, este definitivamente es un Poirot sin el disfraz y eso da mucho que hablar.