Desde el surgimiento de una de las películas de terror más emblemáticas en la historia, The Exorcist (1973), el planteamiento de las posesiones demoníacas se vio exponencialmente visibilizado, y aunque los exorcismos son prácticas que han estado presentes desde el surgimiento de la fe y la religión, el hecho de ser tratadas y reflejadas dentro de la pantalla grande, generó conflictos existenciales de creencia y le valió el sello inmediato para crear un nicho selecto sobre películas y series de televisión que tienen como principal fuente la ejecución determinada de un ritual santo para expulsar a los males ancestrales dentro de los seres humanos. De ahí que a lo largo de las décadas hayamos tenido producciones icónicas como Estigma (1999), El exorcismo de Emily Rose (2005), Alucarda (1978), Evil Dead (1981), Possession (1981), entre otras. Y precisamente porque estamos ante un tema que nunca pasa de moda, el director Pearry Reginald Teo escribe y dirige The Assent (El ascenso del diablo), una bien elaborada cinta que promete asustar hasta a la persona más escéptica.
Un viudo de nombre Joel (Robert Kazinsky) busca en contra de su voluntad la ayuda de un sacerdote caído en desgracia para salvar así a su hijo Mason (Caden Dragomer), supuestamente poseído por el Diablo. Esta es una historia que nos habla sobre los 3 estados de una posesión demoníaca y sus repercusiones.
Como elemento principal, el terror y lo sobrenatural fungen de buena manera como cimientos sólidos para el desarrollo de la historia, pues desde un inicio, con las breves imágenes de un exorcismo, entramos en la ficción que el propio titulo nos plantea. Los visuales y las proyecciones demoníacas propias de la película impactan e inquietan, y pese al bajo presupuesto, se ha logrado confeccionar un recurso bastante pertubador para la audiencia, y a la par juegan un papel fundamental los actores, quienes comprenden el ambiente y el proceso bajo el cual están sujetos, el mundo demoníaco ficticio al que se enfrenta y generan interpretaciones verosímiles y muy satisfactorias.
Si bien la trama nos habla sobre una posesión, también es cierto que el propio protagonista, el joven Mason, probablemente posea ezquisofrenia, un mal que sufre su padre Joel. Y durante todo el metraje, la perspectiva de la cinta es narrada desde la visión del pequeño, lo cual genera un estilo diferencial, pues será trabajo del espectador descifrar si lo acontecido es netamente algo fuera de toda lógica o una simple alucinación generada por la condición extrema del protagonista. A su vez, la propia película sirve como pequeña guía espiritual, ya que va desglosando de manera detallada y bien estudiada, los procedimiento y estados que se deben enfrentar ante un exorcismo.
Pero...
El hecho que The Assent toma un camino más psicológico sobre los personajes que la mayoría de este tipo de producciones no le permite convertirse en algo totalmente único, y el que no renueve o trate de implementar situaciones o factores diferentes a la fórmula típica de los exorcismos hace que su buena ejecución no logre sobresalir como se esperaría, pues caemos en los rutinarios elementos que la vuelven una más del montón. Por momentos la cinta decae, pues pierde el ritmo con el que inicia y genera una perdida de atención que vuelve para el tercer acto, crea un daño irreversible en cuanto al interés y veracidad. Simplemente no logra conectar de la manera en la que su director anhelaría.
En resumen
The Assent (El ascenso del diablo) no aporta nada distinto al cine de género y a la concepción de la fe como tal, que si bien mantiene una buena ejecución de la trama, el exorcismo del que somos parte no logrará salvar su alma cinematográfica y la condena para siempre al olvido.