Alfonso Gomez-Rejon había sido encargado por The Weinstein Company para llevar a la pantalla la batalla entre Thomas A. Edison y George Westinghouse que se cuenta en The Current War (Una Guerra Brillante). Harvey Weinstein era el encargado de supervisar la producción, y según cuenta Gómez-Rejon, Harvey decidió cortar mucho material ya que quería estrenarla a como diera lugar en el Festival de Toronto de 2017, y por eso acelerarla de tal forma que el director nunca estuvo de acuerdo con la versión que se estrenó en dicho festival.
En Octubre de 2017 un detallado artículo del New York Times evidenció a Harvey Weinstein como culpable de acoso sexual, violación y otros abusos detonando lo que se llamaría el movimiento #MeToo. Esto ocasionó que se detuvieran todos los proyectos de la compañía de Weinstein y se pusieran a la venta. Pasaron varios meses y el director Gomez-Rejon perdía las esperanzas de que su visión llegara a las salas hasta que un buen día su mentor, Martin Scorsese, llegó al rescate. Scorsese entró como productor ejecutivo y decidió darle el control completo (y apoyo financiero) para que el director original pudiera contar la historia tal y como él lo había deseado desde el principio. El resultado ahora se conoce como The Current War: Directors Cut, una versión es 10 minutos más corta que la que se presentó en 2017, conteniendo 5 nuevas escenas además de un score renovado, una narrativa diferente y mejoras por aquí y por allá hechas en post-producción. Y esa es la versión que se estrena esta semana en los cines.
La cinta de Gomez-Rejon nos presenta la competencia que existía entre Thomas Alva Edison (Benedict Cumberbatch) y George Westinghouse (Michael Shannon) por iluminar la mayor parte de los Estados Unidos. Mientras el soñador e idealista Edison defiende el uso de la corriente continua, por considerarla más segura, su contraparte, el pragmático George Westinghouse, asociado con Nichola Tesla (Nicholas Hoult) defienden el uso de la corriente alterna, que en apariencia es más peligrosa pero mas práctica. Para lograr ganar esta “guerra” ambos tendrán que dejar a un lado sus ideales para entrar en una guerra sucia que pondrá en peligro sus sueños, su integridad e incluso la relación con su familia.
Así, la historia se desarrolla en un período de 13 años, y en medio de esta batalla vemos la invención de la silla eléctrica y cómo su creación tuvo severas repercusiones en la fama de ambos genios y afectó sus carreras para siempre.
La cinta está llena de eventos que van uno tras otro, enmarcados dentro de la creativa de Gomez-Rejon y del director de fotografía, el genial Chung Chung-Hoon. Y es en el aspecto estético en el que la cinta sobresale: esta llena de tomas largas, impresionantes escenarios creados para recrear la época del Siglo XIX y de ingeniosos cortes y encuadres. Sin embargo, en la parte del guión, Michael Mitnick inserta demasiada información que satura la historia y la hace ir de aquí para allá impidiendo que podamos apreciar las interpretaciones del excelente cast de la cinta (sumamos a los antes mencionados a Tom Holland, Katherine Waterston, Tuppence Middleton, etc.) o que pueda existir algún vínculo afectivo entre los protagonistas.
Pero...
Repetimos: la trama de la cinta intenta meter demasiada información en un corto periodo de tiempo, y de esta forma, aunque los visuales son totalmente atractivos, la historia se siente vacía y forzada. Los elementos secundarios de la trama, como la ya mencionada silla eléctrica, sus relaciones familiares, entre otros, se vuelven superficiales y están completamente desaprovechados. Aunque conocemos el desempeño actoral de Cumberbatch y Shannon, este pasa desapercibido en esta marea de eventos en los que no se les permite brillar con luz propia.
En resumen
The Current War (Una Guerra Brillante) es una cinta estéticamente muy bien lograda, con una narrativa visual interesante y moderna. Sin embargo, todo esto se siente vacío ya que está saturada de situaciones que van una tras otra y que en lugar de sumar a la intensidad dramática le restan.
La trama se siente que va muy deprisa, tanto que pasa desapercibido que pasan 13 años entre el inicio de la historia y su final. Este exceso de información, tanto práctico como visual, acaba por apagar las actuaciones de los protagonistas para hacerla “una guerra no tan brillante”: una película entretenida pero más anecdótica que dramática.