La elegancia británica se codea con la mafia y el asesinato, pero…

Dulce intriga la que siempre nos muestran las historias sobre la mafia y gángsters, el bajo mundo de la violencia y el crimen organizado. En cada sector o país, este tipo de elementos se vuelven trascendentales para la elaboración ficticia de historias impactantes e impresionantes que sin duda, son un magnífico atrayente para una audiencia ávida de violencia, corrupción, misterios y como debe de ser, un extraordinario ensamble actoral.

El director Guy Ritchie, un conocido veterano cineasta que por momentos entrega destello de buena genialidad con las cuestiones que involucran una ligera acidez criminal, logra crear un guion en conjunto con Ivan Atkinson y Marn Davies, que engancha y entretiene finamente, llevándolo de nueva cuenta a sus raíces, y justo como el nombre de su título se refiere, The Gentlemen (Los Caballeros), es una película que asombra y hace justicia sin perder la rectitud.

La trama simple y sencillamente nos muestra a un capo de la droga con un marcado estilo británico que intenta vender su imperio a una dinastía de multimillonarios procedentes de Oklahoma. El reparto de la cinta está compuesto por unos muy elegantes y bien reconocidos Matthew McConaughey, Charlie Hunnam, Henry Golding, Michelle Dockery, Jeremy Strong, Colin Farrell, Hugh Grant, Eddie Marsan, Brittany Ashworth, entre otros.

Ritchie es un cineasta que durante sus años profesionales ha experimentado de manera profunda e intensa el enredo criminal, la complicidad, la bravuconería, el doble sentido, el trabajo con personajes del bajo mundo y la masculinidad firme. De ahí que The Gentlemen se sienta como un trabajo directo de sus raíces, una vuelta a sus orígenes y zonas de confort, lo que le permite manipular a su antojo y hasta de manera esquematizada, una película que se va desarrollando de manera automática. Cuando toma vuelo no hay manera de pararla y es gracias a lo veloz y digerible de su guion, que se eleva paulatinamente y despega hacia la nube del entretenimiento, pues divierte y fascina.

Claramente el ensamble actoral es un factor fundamental, ya que vamos desde el inmenso carisma y porte de actores como McConaughey y Grant, hasta lo estoico y calculador de Farrell y Hunnam. Cada uno juega su rol, lo entiende y comprende, lo refleja y se desvive por ello. Todos son un engranaje que funciona de forma perfecta, un trabajo completo y complejo que atrapa desde el primer momento. Y es el hecho de que el cineasta sabe en dónde está parado y cuál es su visión, lo que le permite a ellos brillar de tal manera, pues los empuja hacia lo anhelado y les permite navegar en aguas conocidas y confiables, además de que los dota de diálogos emblemáticos y sumamente sarcásticos.

Tal vez un desacierto es que su trama tarda en arrancar, y es válido decir que su comienzo genera confusión, ya que no se logra hilar un argumento sólido en cuanto al posible rumbo que la historia podría tomar. De ahí que el público pueda sentirse abrumado o inquieto ante una lentitud que parece no tener fin. Pero, momento: ya cuando toma el vuelo indicado, no hay quien la pare.

Si bien se menciona un poco arriba que todos los interpretes cumplen su función de manera adecuada, también es cierto que no todos tienen el mismo tenor de intensidad o entrega, lo que hace que sobresalgan unos más que otros, permitiendo la distinción de los que fueron más queridos en la redacción de los escritores.

The Gentlemen (Los Caballeros) es una cinta que tarda en arrancar, pero una vez que te atrapa en su misterio ya no te deja escapar. Te hunde en el mundo criminal y te vuelve cómplice de su locura. Es entretenida y sorprende por ello, sin llegar a lo extraordinario; una grata resolución ya que Ritchie trabaja mejor desde casa.