The Matrix Resurrections o un nuevo e híbrido subgénero en el cine de ciencia ficción

¿Cuántas veces escuchamos que X director o directora basó alguna de sus obras cinematográficas en un sueño o en una vivencia o en algo muy personal y lo explayó en la cinta? Muchas veces. Pero muy pocos son los casos en los que vida pública, vida privada y obra se amalgaman.

Larry Wachowski nació el 21 de Junio de 1965 en Chicago, Estados Unidos. Junto a su hermano Andy, nacido el 29 de Diciembre de 1967 en la misma ciudad, crearon, dirigieron y más de una de las sagas más importantes de los últimos 30 años: The Matrix. Con una historia simple pero efectiva, unos efectos que hicieron escuela y un reparto de primera calidad, The Matrix había acabado su andar 2003 con The Matrix Revolutions.

En el medio, hasta este 2021, pasaron años, pasaron cosas. Entre películas y series dirigidas, producidas, guionadas y etcéteras infinitos, los cuerpos de los Wachowski supieron que habían sido criados como no querían. Así, Larry fue, es y será por siempre Lana mientras que con Andy lo mismo bajo su verdadero nombre, Lilly. Las hermanas se conocieron, se juzgaron, se analizaron siendo lo que quisieron ser.

Y entonces The Matrix Resurrections.

La última entrega de la saga es un amalgama de retro e introspección en todo sentido, desde lo público, lo técnico y hasta lo personal. Ya de por sí que el film haga base en el personaje de Thomas Anderson como un programador de videojuegos exitoso por haber creado una genial trilogía llamada The Matrix da la pauta. ¿Cómo vive esa fama? Mal, sin conocerse. Entonces, extrapolando a lo biográfico, ¿cómo vivieron la fama los entonces Wachowski luego de patear el tablero de la ciencia ficción? De la misma manera que Anderson: sin saber quiénes eran, buscándose. La creación de un nuevo personaje lo que deja en claro y afirma lo que se comentó arriba: no es casual que el nuevo estratega de The Matrix se llame El Analista. La profundidad e importancia del autoconocimiento queda patente, tanto como el halo de ingenuidad y derrota del mencionado nuevo rol: nadie puede decirte quién eres mejor que tú mismo. En el fondo, saberse Neo es saberse Lana, es saberse Lilly.

Esa persecución tras una revisión interna y externa se refuerza en una escena específica. Warner Bros., empresa dueña de los derechos del videojuego The Matrix, desea (y obliga) que se produzca una nueva secuela (¿casualidad?… no…); el aún Anderson y varios empleados más de la desarrolladora realizan un brainstorming para diagramar de qué manera atraer al público hardcore de la saga y, a su vez, a los nuevos jugadores; ante la presencia y la mirada desinteresadas de Anderson, se escuchan muchas voces, las mismas que enaltecen a The Matrix tan solo como un videojuego innovador, revolucionario, que pateó el tablero de la relación socioeconómica reinante hasta ese momento. ¿Cuántas veces hemos y han escuchado Lana y Lilly esto mismo sobre la saga? ¿Hasta qué nivel de hartazgo se enarboló la bandera de la filosofía metafísica para defender a The Matrix de la crítica simplista?

Luego de obvias marcas de repetición y recuerdos, el momento cúlmine llega, el que enfrenta con hidalguía lo anterior, el que vuelve a mover las estructuras de la industria del cine, el que relata nuevamente la trama.

Aturdidos frente a los enemigos, sin escapatoria, Neo y Trinity deben entregarse a su fatal destino. O no. Y entonces la revisión que afecta lo personal y a la obra a la par: Neo no recuerda o no puede volar y es Trinity, nueva, hermosa y poderosísima, la que aplica. No solo hay un cambio de roles que muchos dirán que es un guiño a la a veces muy forzada necesidad de igualar a los géneros, sino que este acto tan bello como elegante rescribe la saga por completo ya que da a entender que The Matrix nunca fue un simple compendio de películas de ciencia ficción y acción que refleja el camino del héroe aislado enfrentándose a un sino cuasi tremendo… Para nada: es la unión de esos géneros dentro del marco de una gran simbiosis, del más puro y eterno amor, sincero y verdadero. Es el derrotero de dos que son uno, la generación de la luz frente a la oscuridad.

The Matrix Resurrections es una película difícil para aquellos que buscan espectacularidad. Dejó la continuidad de la saga y se reinventó en esta genialidad hablada, explicada a detalle. Como reza el título de este artículo: un nuevo e híbrido subgénero en el cine de ciencia ficción. Y por eso, y por más, es que festejamos.