El Hombre del Norte es un excelente viaje violento de ida y vuelta al Valhalla
Esta semana se estrena en cines The Northman (El Hombre del Norte), la tercera película del director estadunidense Robert Eggers, una historia de venganza, horror y folclor escandinavo que viene a cerrar de manera brillante su tríada después de La Bruja y El Faro, dos obras que lo han colocado como uno de los directores más propositivos de la actualidad.
En La Bruja se nos presentaba una pesadilla puritana de alucinaciones que tendía más hacía el horror atmosférico y psicológico, y en El Faro, un relato de horror claustrofóbico centrado en el folklore americano, estaba lleno de simbolismos con toques lovecraftianos que se sostenía por las perfectas actuaciones de Robert Pattinson y Willem Dafoe.
En El Hombre del Norte se rescata lo mejor de ambos mundos y se nos presenta la cinta más amigable en cuanto a su estructura, pero no en cuanto a su contenido y simbolismo.
La historia es, en apariencia ,sencilla. Después de atestiguar el asesinato de su padre, el Rey Aurvandill War-Raven (Ethan Hawke), quien fue traicionado por su tío Fjölnir (Claes Bang), el príncipe vikingo Amleth (Alexander Skarsgård) huye jurando vengar a su padre, recatar a su madre, la Reina Gudrún (Nicole Kidman) y matar a su tío. Así, pasan varios años hasta que Amleth ya es adulto y escucha que su tío se ha retirado muy al norte a reinar una isla. Amleth se hará pasar por esclavo para poder llegar al reino de su tío y así poder cumplir con la promesa que hizo a la memoria de su padre. En el camino conoce a otra esclava, Olga (Anya Taylor-Joy) con quien hará una alianza para poder culminar su venganza.
La historia podrá parecer ya conocida, y es porque este mito vikingo inspiró a Shakespeare para escribir Hamlet, y Hamlet ha inspirado incontables historias como la conocida El Rey León y otras muchas más.
Sin embargo, Eggers desde los primeros minutos llena la historia de misticismo a través de un relato sensorial e hipnótico que se prolonga durante la primera parte de la cinta. Ahí deja caer imágenes oníricas a las que nos tiene acostumbrados. De ahí brincará a la historia en la que Amleth planeará y ejecutará de manera violenta y salvaje su venganza. Esta es la narrativa que mantiene el film: navega de imágenes oníricas y subjetivas a episodios llenos de violencia, sangre y gore. Todo esto mientras construye una atmósfera singular que se siente desde el primer cuadro de la película.
Gracias a la fotografía de Jarin Blashcke y su editora Louise Ford, habituales colaboradores de Eggers, se logra una propuesta visual singular y similar a lo visto en La Bruja y El Faro. En esta ocasión el director logra hacer grandes movimientos con la cámara y aprovecha las perfectas locaciones escogidas para presentar los grandes escenarios súper detallados que se elaboraron respetando las tradiciones y relatos vikingos a los que tuvieron alcance. Estos elaborados trackings de cámara hacen resaltar las escenas sangrientas y violentas de los enfrentamientos que hay entre Amleth y sus enemigos. Los pasajes sonoros creados por Robin Carolan y Sebastian Gainsborough ayudan a crear este ambiente vikingo lleno de sonidos de guerra cuando se requiere y los sonidos de la magia y del misticismo escandinavo que reclaman a Amleth a cada momento.
Esta dualidad está presente en cada cuadro y convierten al Hombre del Norte en una historia híper violenta y caótica. Solo hay dos sentimientos: el odio o el amor. Y en este sentido es que la cinta se vuelve una crítica a la masculinidad, a la polarización y a la violencia como forma de vida.
A través del guion perfectamente equilibrado escrito por Sjón (Lamb) y el propio Eggers se hacen severos cuestionamientos en cuanto al papel de las mujeres dentro del misticismo de la película, a la respuesta visceral de los hombres y al papel de la espiritualidad en el desarrollo de la humanidad.
Las actuación de Alexander Skarsgård, tanto en su transformación física como de manera emocional, es una de los elementos que más ayudan al film. Sin duda es la mejor actuación del actor en toda su carrera. La efectiva actuación de Nicole Kidman que se guarda para la última parte de la película emula a cualquier personaje shakespeariano, y es sumamente efectiva.
The Northman (El Hombre del Norte) es hasta ahora la mejor película del año. Eggers entrega una historia que es épica, violenta, mística, terrorífica, impredecible y cautivadora. Por un lado tenemos la perfecta y minuciosa reconstrucción de la época vikinga, que sumadas a las tomas largas, los paneos y travelings y a la atmósfera que se logra con la fotografía y la música le dan a la film una textura y una imagen única. Tenemos la actuación perfecta de Alexander Skarsgård que en momentos se transforma en un verdadero salvaje. Hay también una historia profunda y muy simbólica que se entremezcla con un relato violentísimo, casi gore, que es muy raro verlo en una pantalla grande con este marketing.
Todo esto es en conjunto The Northman (El Hombre del Norte), una película visualmente intoxicante y de varias lecturas que nos lleva al Valhalla y nos regresa de golpe.