Tras este buen acercamiento que tuve a esta serie original de Prime Video, no había duda de lo emocionado que estaba por continuar viendo el drama que nos iba a dar la segunda temporada y después de ocho episodios debo decir que sigo más que enganchado con esta historia que para mí sorpresa evolucionó bien, mostrando un avance en la trama, sin sentirse tan repetitiva, pero a la vez conservando ese espíritu de romance adolescente que es el gancho principal de su desarrollo.
La segunda temporada comienza un año después del final de su primera entrega, en donde se revela que Susannah Fisher, también conocida como Beck, la madre de Conrad y Jeremiah, perdió la vida después que el cáncer que había enfrentado volviese una vez más. Su partida marca a su familia y por supuesto a su amiga Laurel y sus hijos, Steve y Belly, esta última el gran crush de los jóvenes Fisher.
La narrativa de la serie opta por contarnos la trama entre el pasado y el presente para darnos a conocer qué pasó entre el triángulo amoroso entre Belly, Connie y Jere, y en como la vida los vuelve a unir para luchar en conjunto por salvar uno de los tesoros más preciados de Beck: la casa de playa de Cousins. Pero para ello esta vez tendrán que enfrentar a su tía, hermana de su madre, quien busca olvidarse de su pasado a costa de vender la casa familiar de la cual ella no tiene buenos recuerdos.
De principio, me parece que la trama hace bien en presentar el conflicto principal alrededor de la casa, lo cual significa el símbolo de unión para todos los personajes principales y que además es el gran recuerdo de Beck, porque le dota ese elemento de tristeza y melancolía a una historia que era principalmente alegre e idílica. Este ligero cambio brinda a los actores la capacidad de explorar a sus personajes desde otro ángulo y por ende seguir enriqueciendo la historia. Pero claro, al tratarse de una historia sobre amor adolescente no se deja de lado este punto, el cual incluso se vuelve más interesante porque surgen nuevos conflictos entre el triángulo amoroso.
Esto sirve para hablar de Conrad, la víctima de la temporada, y sí debo admitir que soy de su team, pero creo qué hay muy buenas razones para entender la conducta de este tipo y no solo dejarse enamorar por la actitud buena onda de Jeremiah. Connie, como también se le conoce, es un tipo viviendo el drama del fallecimiento de su madre completamente solo. En la primera temporada nos enteramos que ese dolor lo sabía desde antes de que todos se enteraran, por lo cual en retrospectiva se entiende ese sufrimiento disfrazado de desinterés por los demás. Con el matrimonio de sus padres hecho un desastre se convirtió en alguien que tuvo que madurar con mayor rapidez y a la vez tratar de vivir su vida adolescente, lo cual termina siendo un conflicto en su identidad.
Todo esto lo llevó a no saber expresar sus emociones y por ende cometer muchos errores en su relación con Belly, quien peca de inmadurez emocional que no le ayudaba nada a él. Además toda la situación se agrava en la segunda entrega, ya que Conrad debe pelear por conservar su casa, cumplir su sueño de ir a Stanford, recuperar el cariño de Belly y no defraudar a su hermano. Por esta razón empatizo al verlo sufrir por la tranquila vida que todos tienen, ya que él no se puede permitir bajar la guardia y disfrutar, porque cuando lo hace sufre y prueba de ello es el beso entre Belly y Jere. La evolución de este personaje me parece la mejor lograda de todas y le da un sentido a la historia misma.
Mientras que la primera entrega muestra el conflicto del convertirse en adolescente, crecer y enfrentar ese primer amor. La segunda entrega habla sobre las consecuencias de la vida, del sufrimiento, del dolor y de todo lo que implica convertirse en adulto. Así como Connie refleja todo ello en el reparto juvenil, desde el lado maduro esos temas se insertan en el personaje de Laurel, quien debe lidiar con la pérdida de su mejor amiga, su alma gemela, su soporte en la vida, para intentar seguir adelante mientras cría a sus hijos adolescentes, echa ojo a los hijos de Beck e intenta rehacer su vida social y amorosa, a la cual se ha negado por muchos años. Su dolor se vuelve aún más silencioso, porque a diferencia de Connie, que tiene un soporte de su misma edad, Laurel es la única adulta de la historia que sufre por la pérdida de su amiga, sentimiento que no puede compartir con alguien más.
Es el dolor lo que sostiene a la segunda temporada de El Verano en que me Enamoré, el que nos lleva por toda esa travesía para que sus personajes puedan seguirse manteniéndose unidos y que cada uno funcione como un catalizador para afrontar los retos de una nueva vida en donde la esperanza, el positivismo y la fe de Susannah se han ido. Más allá del drama adolescente, la serie logra reflejar lo bello y doloroso que es vivir estés en la etapa que estés.
La densidad de A DifferentMan de Aaron Schimberg con la compleja actuación de Sebastian Stan se vuelve una experiencia introspectiva al mismo tiempo que reflexiva. Es un reflejo intenso y oscuro entre el ego y la propia inseguridad humana.