El estudio de las causas de las muertes de la tripulación
En el artículo anterior te contamos sobre lo ocurrido en la gran expedición, y en esta ocasión ahondamos sobre un estudio realizado por científicos de la Universidad de Alberta, los mismos que estuvieron muy intrigados por los hechos ocasionados relatados The Terror.
Esto comenzó en el siglo pasado, en los años 80. Gracias a los pasos de los años y el avance de la tecnología, los investigadores se trasladaron por distintas rutas las cuales fueron recorridas a pie, donde se hallaron por medio de la exhumación de los cuerpos signos de canibalismo.
La gran pregunta del estudio fue cómo murieron estos 129 marineros los cuales fueron elegidos por ser experimentados (algunos hasta habían ido en una expedición previa y sabían en qué se metían). La tuberculosis, neumonía pudieron ser indicios…
Ahora bien, focalicémonos en lo que Harry Goodsir, uno de los médicos de la expedición, se dio cuenta al ver los dientes de los tripulantes, cuestión que luego expuso sobre un pequeño primate al cual hizo comer de las latas de comida soldadas con plomo que la tripulación se llevó para afrontar la travesía: no pensaron en que con el paso del tiempo la combinación del contenido con el plomo sería letal. A eso hay que sumarle que los cuerpos presentaban claras señales de haber padecido escorbuto por falta de vitamina C y algo más inquietante,
En septiembre 2014, Jennie Christensen, fundadora de TrichAnalytics Inc. y socia de Stantec, lideró un esfuerzo científico utilizando láseres para analizar los depósitos de metal en la miniatura del miembro fallecido de la tripulación de Franklin Expedition, John Hartnell. La tuberculosis destruye el apetito de una persona y Hartnell, en parte, murió de hambre. Durante la inanición, un cuerpo recurrirá a consumirse, incluidos los huesos, y esos mismos son depósito de los resultados. Por lo tanto, el nivel de inanición inducida por la tuberculosis que sufría puede explicar los picos de plomo durante las últimas semanas de su vida. A medida que se consumían los huesos, el plomo almacenado allí se liberaba a su torrente sanguíneo y finalmente a sus uñas. Con el muestreo a partir de sus uñas, el análisis también reveló que padecía deficiencia crónica de zinc, una condición que puede deprimir el sistema inmune y dejar a una persona propensa a la tuberculosis.
El trabajo de Christensen se realizó en asociación con la Universidad de Saskatchewan, la UVic, la Universidad de Ottawa y Canadian Light Source.
Al final, la respuesta a una pregunta con más de 170 años está en una uña, una simple uña.