La búsqueda es lo que ya desde hace unos años ha caracterizado el cine de Darren Aronofsky. Es un director que siempre me ha retado en muchos sentidos, tanto personal como divulgador de cine. Sus películas siempre indagan más no en sus personajes sino en uno mismo, y es probablemente eso es lo que él hace desde que busca sobre qué escribir y dirigir. La particularidad de su cine es su constante movimiento desde un eje en el que va planteando de distintas formas: la espiritualidad. Pero no la ambigua y vaga: realmente es preciso sobre La Biblia, la salvación, el Dios del universo… ¿Es padre, creador, destructor o salvador? Y realmente ¿qué es y por qué estamos aquí?
El director se plantea tanto y de diversas formas que el espectador que alguna vez se ha cuestionado lo mismo converge en el discurso del director y hace más fácil las lecturas de su cine o no… Eso es lo que causa ver el trabajo de Darren: no sabes cómo vas a reaccionar ante lo que plasmará, pero tampoco es algo que le interese, sino nunca haría películas tan complejas moral, filosófica y espiritualmente hablando.
Comenté más arriba que es la búsqueda de algo lo que hace que este director nos presente un cine difícil de digerir en todo sentido, porque su propia interrogante es compleja en sí misma. Sin embargo, es esta característica la que lo lleva a encontrar los elementos perfectos que ayuden a responder esa incesante pregunta y también al espectador. En la entrega de Screen Actor Guild Award, Brendan Fraser dijo que estaba perdido en el bosque y que Darren lo buscó, lo encontró y que le mostró dónde se encontraba la luz para sacarlo de ahí, de un lugar oscuro en el que se encontraba ya desde hace años.
Y entonces The Whale (La Ballena).
En The Whale (La Ballena), Charlie (Brendan Fraser) es un profesor de lengua inglesa que hace 8 años dejó a su esposa e hija por seguir al hombre de su vida. Al dejar su rol familiar para vivir su vida y después perderlo todo al morir su novio, Charlie se hunde en una culpa y depresión absoluta. Estos sentimientos en lugar de sacarlos de su vida, lo llevan una obesidad mórbida casi fatal, situación de la cual él está muy consciente y sólo quiere asegurarse de resarcir un poco, en los pocos días que tiene de vida, el gran daño que le causó a su hija Elli.
Hay cosas importantes que escribir de The Whale (La Ballena), buenas y malas, no obstante las buenas siguen pesando más que las no lo son tanto. El peso es algo importante en esta historia. Primero que nada el calibre de director del cual ya estamos apreciando: Darren Aronofsky nos pone en pantalla imágenes siempre duras, complejas y hasta a veces insoportables; la profundidad de las emociones que causan las grandes cuestionantes sobre lo que es correcto o incorrecto, el pecado, el amor como factor de salvación o de perdición y el grado de culpa al que nos lleva todo esto.
Después vemos el peso de la historia que nos está contando por medio de un personaje que es profundo de muchas maneras al ser sus decisiones lo que lo han llevado a esa misma complejidad que será fácil o difícil de leer para el espectador, dependiendo qué tan abierto esté a las fuertes características de Charlie. El personaje puede ser para muchos un espejo sobre sus propios vicios y adicciones, y no me refiero a los más evidentes, sino a los apegos destructivos que sí nos llevan a los más obvios, que son la punta del iceberg, los que saltan a la vista como la obesidad de Charlie. Porque eso es solo lo que se ve: hay más dolor en la profundidad.
También el peso del actor que ya era Brendan Fraser, y detrás de su profesión, la persona, que ya es compleja en sí misma. Brendan fue uno de los actores noventeros más relevantes con películas taquilleras como George de la selva (1997), La momia (1999), La momia regresa (2001), etc. Cada vez se le fue viendo menos, desapareciendo en la misma oscuridad qué el mismo reveló en su monólogo de aceptación cuando ganó por Mejor actor gracias a esta película. El peso de la valentía de un hombre que reveló la razón para refugiarse en ese lugar de sombras por tanto tiempo; el personaje de Charlie lo encontró para traerlo donde lo vemos hoy, como uno de los mejores actores de nuestro tiempo.
The Whale (La Ballena) es una película densa, dura, compleja, de forma íntima y filosóficamente retadora, con un personaje tan humano y por eso mismo tan profundo. Probablemente estamos frente al mejor actor no actual, sino de toda una década de antaño. Tan solo faltaba volver a tenerlo de frente y reconocerlo en todo su esplendor.