Bíblicamente hablando, la humanidad ha realizado distintos sacrificios para poder seguir existiendo. Desde el inicio de los tiempos, en el génesis bíblico Caín debía sacrificar a su hermano Abel. Muchos siglos después, Abraham, un hombre de la antigua Mesopotamia, es requerido por Dios para sacrificar a su único hijo. Tiempo después, Dios mismo sacrifica a su propia imagen, Jesús.
Bajo esta premisa, M. Night Shyamalan escribe y dirige su nueva película Knock at the Cabin (Llaman a la puerta).
Andrew y Erik tienen una hija adoptiva llamada Wen. Están pasando unas vacaciones en una cabaña dentro del bosque. De pronto, unos extraños llegan a entrometerse con la historia extremista que son enviados para avisarles que uno de ellos debe sacrificarse para evitar el fin de la humanidad.
Las historias de Shyamalan siempre son tan sencillas porque en su narrativa donde se complican más. Desde Sexto sentido el director tiene una estructura que atrapa al espectador de manera inequívoca, ineludible y efectiva: nunca sales indiferente a sus historias y mucho menos a sus resoluciones. Esta vez, nuevamente es una locación, un solo lugar donde todo tiene una introducción, desarrollo, clímax y final. Sin embargo, Shyamalan se encarga de que el relato sea ágil, entretenido y con mucho suspenso.
Lo anterior tiene que ver con el lenguaje cinematográfico que el director emplea en cada una de las escenas. Con planos subjetivos, primeros y primerísimos planos en combinación con algunos planos selectivos, Shyamalan mantiene al espectador atento a lo que le está contando. Su habilidad narrativa es indudable aunque su relato por momentos es deficiente y carente de sustento coherente. Ahora, si bien sus películas siempre se caracterizan por dar un giro sorpresivo al final, esta vez el espectador debe descubrir si realmente lo que está pasando en la historia está sucediendo o es producto de un engaño de algunos extremistas religiosos y también un acto de homofobia extrema. El director tiene talento de sobra para poder jugar con la mente del espectador en cada una de sus películas. Si bien Shyamalan no da nada de información a su espectador, Knock at the Cabin (Llaman a la puerta) me recordó mucho con su lenguaje cinematográfico a M de muerte (1954) de Alfred Hitchcock ya que ambas se desarrollan en un solo lugar con pocas salidas al exterior y basan el suspenso con la poca o mucha información que se le proporciona al espectador con la propia colocación de la cámara y el manejo de los planos. Y si bien no es la mejor película de su director, es indudablemente superior a cualquier película de suspenso que se jacte de serlo.
Por último, debo destacar mucho la actuación de Dave Bautista como Leonard, un extraño extremista ideológico que irrumpe de forma sigilosa y contundente dentro de esta dinámica familiar. Creo que si bien la película es eficiente por todos sus elementos técnicos, Dave es capaz de cargar con toda una responsabilidad para llevar a buen término la propia verosimilitud del relato que por sí mismo ya es arrebatado y disparatado, pero el actor lo aterriza con un buen personaje que, aunque es unidimensional, tiene bastante presencia y es contundente.
Knock at the Cabin (Llaman a la puerta) es un ejercicio cinematográfico eficiente en todo sentido, dirigido por un director que conoce sus herramientas, las sabe usar, pero también que ha madurado para convertirse en uno de los mejores narradores visuales de nuestros tiempos.