Una mala adquisición por parte de Netflix - Spoiler Time

Una mala adquisición por parte de Netflix

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Una serie, un análisis, una cadena que debe pensar dónde y en qué invertir.

Buceando un poco Netflix me encontré que el gigante del streaming había apostado, y por lo tanto pagado, por una ficción argentina (que por lo pronto posee una sola temporada) llamada El Marginal.

Muy aplaudida por los medios masivos de comunicación argentinos, El Marginal se convirtió en una serie que terminó gustando demasiado. Recalco el DEMASIADO: El Marginal posee varios defectos que sacaré a la luz en escasos 5 puntos que verán debajo.

Cabe señalar que soy argentino, por lo cual en ciertos puntos los toco a fondo.

1 La novedad de lo tradicional

Un preso que ingresa de manera extraña, la rivalidad con el líder del penal, la paternidad en juego. Augurios de una trama aunque sea entretenida. Pero, momento… ¿esto no se vio ya en la TV argentina? Sí, claro.

En el año 2002 se emitió en Argentina la serie Tumberos, la misma que, a grandes rasgos, se resume así: Ulises Parodi (Germán Palacios), un abogado de buen pasar, es encarcelado injustamente por un supuesto asesinato; pasan los capítulos y, si bien no pierde la entereza con la que fue criado, se adentra en el mundo carcelario (o tumbero, como se le dice en Argentina); hay un líder natural en el pabellón en el que se encuentra, y ese es Guillermo Willy Marmotta (Carlos Belloso), a quien Parodi enfrenta; Parodi lucha por su vida y por volver a ver a su hija.

Video
https://www.youtube.com/watch?v=OIFG6NHTckY

El Marginal, sacando que el ingreso de Miguel Palacios/Pastor Peña (Juan Minujín) se debe a un ajuste de cuentas, es exactamente igual en su desarrollo a Tumberos: Palacios ingresa a la penitenciaria por un error / castigo; sin perder la cordura de manera total, se adentra en el mundo de los presos, se hace par; su rivalidad con el jefe máximo del pabellón, Borges (Claudio Rissi), es clave y final; todo lo que le importa en la vida a Palacios es recuperar a su hijo, quien corre peligro.

Pero, vaya casualidad de las casualidades: ¿quiénes estuvieron a cargo, desde la creación, de ambos proyectos? Sí, Sebastián Ortega y Adrián Caetano… Muchachos, disimulen un poco.

2 Un tema lingüístico

Muchos países son los que poseen al español como lengua madre, pero tres se destacan por su cantidad de habitantes: España (obviamente), México y Argentina.

Cuando se tiene la oportunidad de visitar las ciudades capitales de estos tres epicentros de la hispanidad en el lenguaje se pueden notar las siguientes marcas territoriales: en Madrid los españoles gritan; en la Ciudad de México los mexicanos hablan bajo y como para adentro; en Buenos Aires los argentinos tienen una suerte de canto dulce y su tono de oratoria desciende al final, perdiendo así, digamos, ciertas letras o sonidos, digamos, en muchos casos la ese (s). Repito algo fundamental: EL TONO DE ORATORIA ARGENTINO DESCIENDE AL FINAL PERDIENDO CIERTAS LETRAS O SONIDOS, EN MUCHOS CASOS LA ESE.

Estas cosas locas que se estudian sobre la lengua y el habla.

En El Marginal muchos de los presos (más de los que deberían ser) pronuncian una y cada una de las eses que tendrían que olvidarse. Soy argentino, lo comenté en la introducción, y no pude creer que en un ambiente como la cárcel, donde no abundan los intelectuales, haya un nivel de oratoria digno de la mejor Academia de Español del planeta. 

Y no es discriminar por status social, es real: el porteño (o sea, aquella persona que vive en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires que, dicho sea de paso, es donde suceden los hechos de la serie) sea rico o pobre, bienhechor o malhechor, suele obviar más de una vez las eses.

¿Será un giño humorístico al espectador que el líder del Pabellón se apellide Borges, haciendo clara referencia al escritor argentino a quien siempre se aplaudió por el uso exquisito del español? Si fue así, bueno, es muy triste.

Si Jorge Luis Borges viviera agradecería permanecer ciego y no ver El Marginal.

3 El teatro de la vida

Unido a lo anterior, tendremos que hablar de las actuaciones. Sí, porque de 10 se llevan, a lo sumo, 4 puntos en el general. No hay naturalidad, mucho es forzado, gran parte de los actores sobreactúan una y cada una de las escenas.

Para serles sinceros, en ciertos momentos sentí que mi sillón, mi fiel compañero de series, se convertía en una butaca del teatro más cercano y estaba apreciando una obra de Shakespeare… para colmo mal actuada. 

Impostaciones, poco trabajo corporal pero sí mucho facial y poca credibilidad en los diálogos: esta serie falló en la contratación de los scouts para el casting.

¿Caso tremendamente aberrante? El del personaje de Pipita (Marco Woinski), un ciego que de tan molesto y latoso se merece esa ceguera que tiene. 

4 La forma muchas veces hace al contenido

No estudié ni dirección de cine ni diseño de audio y sonido, pero sí puedo decir que vi muchas películas y series y puedo reconocer cuándo se está utilizando un recurso de más y que no suma para nada a la trama. Bueno, de eso se trata El Marginal básicamente, ocupar segundos y segundos con movimientos y recursos de filmación que se repiten una y otra vez que no hacen a la historia o que están utilizados en demasía.

Desde slow motions tediosos, pasando por planos picados que se elevan hasta el insoportable circular interno de la escena: en El Marginal se usa y abusa de todo y todo el tiempo, sin que valga la pena, sin ningún sentido muchas veces.

A continuación dejo el recorte en imágenes de una escena en la que se circula a los personajes de Miguel/PastorJuan Pablo ‘Diosito’ Borges (Nicolás Furtado, a quien hay que aplaudir de pie siendo el único actor que vale la pena en la serie): la cámara giró alrededor de ellos nada más ni nada menos que 2 minutos, en un diálogo que no dijo casi nada. Tremendo.

5 El pasado pesa en el presente...

… pero no para los personajes, sino para el trabajo de producción. Veamos las siguientes 3 imágenes.

El Marginal nos adentra en tres momentos temporales en la vida de Miguel Palacios/Pastor Peña: el primero, cuando es agente de policía; el segundo, cuando comete el asesinato que lo encarcela por primera vez; el tercero, cuando se arriesga para recuperar su vida. Miren en las fotos los pelos de Miguel/Pastor: el descuido de la producción con la peluca en el pasado más lejano asusta.

La pobreza de la producción en este caso y otros (como el cambio, de un día para el otro y sin motivo, del automóvil del personaje de Antín; como la clara y burda contratación de un aficionado al Parkour para las escenas de saltos; como los grafitis y tatuajes cuya realización se nota que fue terminada horas antes de la filmación; por citar tres simples ejemplos) me dan la impresión de un desgano y/o apuro a la hora de realizar la serie que no se justifica por el presupuesto que tuvo.

Resumiendo

Aplaudo de pie la incursión de Netflix en Latinoamérica, comprando y distribuyendo contenidos realizados en la porción hispanoparlante del continente americano, pero no de series que si bien poseen cierto nivel aceptable, no llegan a lo que muchos (por no decir todos) los amantes de las series buscamos.

Gente del gigante del on Demand, vean más, se van a llevar gratas sorpresas ante ciertos productos. Háganlo por nosotros. 

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